Comida atea
La hamburguesa, ?es atea? Esta fue la pregunta que enunci¨® el diario de los obispos italianos llamado Avvenire a prop¨®sito de las nefastas influencias que sobre los h¨¢bitos cat¨®licos familiares est¨¢ desencadenando la BigMc. En Italia, en Grecia, en Portugal, en Espa?a, las hamburguesas y su cohorte de fast food destruyen las buenas costumbres alimentarias en un sentido doble. En primer lugar, suplantan las reuniones dom¨¦sticas en torno al almuerzo o a la cena. En segundo lugar, profanan el culto a la cocina tradicional del Sur que ha sido durante d¨¦cadas un ejemplo planetario.
La comida r¨¢pida conlleva una liquidaci¨®n de la congregaci¨®n y la conversaci¨®n hogare?as, arrasa el placer de la mesa y marca a sus consumidores un ritmo contrario al arraigo fundamental. A la reciente designaci¨®n de bo-bos para los burgueses bohemios de clase alta, en Europa se empieza a hablar de los no-nos, que en franc¨¦s ser¨ªan los nouveaux nomades, vol¨¢tiles residentes durante el tiempo de la vida laboral. Con ellos progresan las diversas fast food, las hamburguesas m¨¢s las patatas fritas, las raciones de pizzas port¨¢tiles, los refrescos en el coche, las barritas de chocolate o las cookies.
Esta manera de alimentarse, de comer y de beber compulsivamente, en cualquier momento y en cualquier lugar, ha decidido que los estadounidenses conquistaran la mayor tasa de obesidad del mundo. Frente a ellos, el ejemplo radiante hab¨ªan sido hasta el momento los pobladores bendecidos por la famosa dieta mediterr¨¢nea. Una dieta que les procuraba las siluetas m¨¢s proporcionadas junto al menor ¨ªndice de colesterol y una de las m¨¢s altas esperanzas de vida. ?Se encuentra todo esto en trance de extinci¨®n? ?En su momento convulso? ?En la tesitura de perecer por el influjo de los tipos Mc Donald?s?
El ¨²ltimo estudio de Eurostat (centro de estad¨ªstica de la Uni¨®n Europea) informa, en plena crisis de las vacas locas, que el Sur ya no es lo que era. No s¨®lo los latinos han dejado de ser m¨¢s esbeltos que los amazacotados ingleses o alemanes; los registros dicen tambi¨¦n que los griegos se han convertido en la poblaci¨®n con m¨¢s cantidad de gordos de la UE. Exactamente un 35,4% de los hombres griegos tienen sobrepeso, frente a un 29,5% de los brit¨¢nicos o un 28% de los germanos. Hay tantos gordos en Grecia que doblan a la tasa de los gordos en Holanda y en Dinamarca juntas. Los segundos, no obstante, son los espa?oles (no las espa?olas), con un 32% de individuos en estado de sobrepeso. Y las proporciones no cesan de aumentar.
La causa que engloba a todas las causas es precisamente que se est¨¢ ascendiendo en estatus. A medida que se dispone de m¨¢s recursos, se come m¨¢s carne y menos verduras, m¨¢s salsas americanas que aderezos de aceite y vinagre.Como consecuencia, se han acentuado tambi¨¦n los problemas digestivos, la presi¨®n arterial, los trastornos renales y los respiratorios. La salud ha decrecido al comp¨¢s del ascenso econ¨®mico, y la incultura gastron¨®mica ha cundido al comp¨¢s de la 'revoluci¨®n cultural'. Whisky en vez de vino, refrescos azucarados en sustituci¨®n del agua, vida sedentaria en lugar de viajes en bicicleta o de realizar itinerarios a pie.
Todav¨ªa Grecia, que es el pa¨ªs de la Europa mediterr¨¢nea con m¨¢s r¨¢pido aumento de la obesidad, mantiene la menor tasa de demencia en las gentes mayores de 65 a?os (4,1% frente al 13,6% en Finlandia) y ocupa el n¨²mero siete entre las 191 naciones del mundo donde se ha estudiado la esperanza de vida. Pero esto sirve -como aqu¨ª en Espa?a- para que las autoridades sanitarias no hayan tomado medida alguna contra la amenazante plaga de la grasa. Conf¨ªan en un ung¨¹ento religioso y salvador porque los estudios ense?an que la extraordinaria defensa griega contra el c¨¢ncer de colon, la tensi¨®n o los ataques cardiacos est¨¢ hoy en manos del bendito aceite de oliva. En Grecia consumen 20 litros al a?o por persona, hasta siete veces m¨¢s que un feligr¨¦s espa?ol.
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