Febrero y mayo
Despu¨¦s del diluvio, el loco febrero abri¨® los cielos, el sol huidizo desvel¨® su rostro sin tapujos y cre¨® una perfecta ma?ana de domingo. Madrid reci¨¦n lavado brillaba como un anuncio de la primavera y sus habitantes asomaban la cabeza, olfateaban el aire limpio y tomaban las calles. A mediod¨ªa, una procesi¨®n multicolor y multi¨¦tnica recorr¨ªa el paseo del Prado, ensabanada de pancartas, rugidora de himnos y consignas, rezadora de plegarias laicas y terrenales que no solicitaban la gracia del cielo, sino la justicia de los hombres, justicia universal por encima de las fronteras, las aduanas, los papeles y los archivos que les negaban su identidad y les cifraban como n¨²meros rojos en la lista negra de los ilegales condenados a la marginaci¨®n y a la expulsi¨®n.
Cincuenta mil manifestantes contaban los organizadores, diez mil correg¨ªan los polic¨ªas, siempre a la baja, cinco mil declaraba a¨²n m¨¢s cicatero un canal de televisi¨®n adicto al movimiento centr¨ªpeto y centrista, para rendir un servicio m¨¢s al gobierno xen¨®fobo cuyo nombre invocaban en vano los reclamantes y al que hac¨ªan eco sus fantasmas que hab¨ªan quedado fuera del c¨®mputo, sin n¨²mero y, por tanto, innumerables. Entre sus filas, cegados por el sol, calentaban sus huesos los inmigrantes que hab¨ªan abandonado por unas horas la penumbra de su encierro reivindicativo en una parroquia de Vallecas.
La manifestaci¨®n transcurri¨® sin incidentes, fue la coletilla m¨¢s repetida en los diarios y en los noticiarios, sin incidentes dignos de menci¨®n, pues para los medios de comunicaci¨®n s¨®lo son dignos de menci¨®n los incidentes violentos, s¨®lo noticia las malas noticias.
La manifestaci¨®n fue rica en incidencias que no figuraban en el gui¨®n, encuentros y reencuentros, conocimientos y reconocimientos. En la Puerta del Sol, meta obligada de todas las asambleas ciudadanas, flameaban las banderas rojinegras de la CNT junto al logotipo rojinegro de la CNN+. La Puerta del Sol hac¨ªa gala de su nombre y recuperaba su condici¨®n de ¨¢gora y mentidero, la manifestaci¨®n se disgregaba en grupos y corrillos y algunos manifestantes desplegaban los peri¨®dicos dominicales al tiempo que se plegaban las pancartas y se acallaba el clamor de los meg¨¢fonos.
Algunos congregados tropezaron en la multidud con viejos amigos a los que no hab¨ªan visto desde las manifestaciones de los a?os setenta y a los que supon¨ªan retirados de toda actividad reivindicativa y callejera. Otros, m¨¢s j¨®venes, se reencontraban con colegas que no se hab¨ªan dejado ver desde las acampadas del 0,7%.
El favor del tiempo, par¨¦ntesis soleado en un invierno oscuro e inclemente, propiciaba la relajaci¨®n, el sosiego y el buen rollo, la fusi¨®n y el di¨¢logo. Algunos guardianes del orden, menos tensos que otros d¨ªas, confraternizaban con los manifestantes en las esquinas y apartaban la mano de la empu?adura de la porra para sacar un cigarrillo. Miles de pobladores de la aldea global se manifestaban una vez m¨¢s contra una globalizaci¨®n excluyente y presunta que exclu¨ªa o reclu¨ªa como excedentes a millones y millones de personas, ciudadanos del Tercer Mundo y de segunda clase.
En el pa¨ªs entrevistaban al eurodiputado Daniel Cohn Benditt, que hablaba de su amigo el ministro de Asuntos Exteriores alem¨¢n, Joschka Fischer, juzgado hoy por su pasado de agitador callejero en los a?os sesenta. Dos protagonistas y testigos del m¨ªtico y mitificado Mayo del 68 reconvertidos en adalides de una globalizaci¨®n que Dani el Rojo reclama para su generaci¨®n: 'Nosotros descubrimos la globalizaci¨®n', proclama en titulares el l¨ªder de Tercera Izquierda Verde, que en la letra peque?a hace resumen y examen de conciencia. 'Era un movimiento antiautoritario, libertario, sociorrom¨¢ntico y solidario. Y tambi¨¦n una izquierda autoritaria y estalinista'. De la inasumible paradoja, antiautoritarios y autoritarios, libertarios y estalinistas, surgi¨® la leyenda negra de aquellos a?os. Pero hoy que el estalinismo es un fantasma y la libertad sigue siendo utop¨ªa, seamos realistas, pidamos lo imposible, las cosas pueden marchar de otra manera. Aunque tal vez no sea m¨¢s que el espejismo que nos deslumbr¨® una ma?ana de febrero.
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