M¨¦xico-USA: la agenda
Los nuevos presidentes de M¨¦xico y los Estados Unidos de Am¨¦rica inician simult¨¢neamente sus mandatos. La novedad m¨¢s llamativa es que Vicente Fox llega a la presidencia con un claro mandato popular, en tanto que George W. Bush ocupa la Casa Blanca bajo una nube de sospecha, habiendo perdido el voto popular y accedido a la presidencia gracias a una votaci¨®n de cinco a favor y cuatro en contra de la Suprema Corte.
La novedad m¨¢s constante es otra: jam¨¢s ha sido m¨¢s cercana la relaci¨®n entre M¨¦xico y los EE UU. Despu¨¦s de siglo y medio de enfrentamientos a menudo dolorosos para M¨¦xico, hoy priva el acuerdo al cual llegaron, en el curso de las negociaciones acerca de la expropiaci¨®n petrolera, los gobiernos de L¨¢zaro C¨¢rdenas y Franklin D. Roosevelt: Siempre habr¨¢ problemas entre M¨¦xico y los EE UU, pero siempre ser¨¢ posible resolverlos mediante negociaciones. En general, este principio ha predominado y es el que nos conviene. Ya lo dijo el cazurro don Luis Cabrera: En el campo militar, los gringos siempre nos vencer¨¢n; en la mesa de negociaciones, llevamos las de ganar.
Cuatro son los rubros principales de la continuada negociaci¨®n M¨¦xico-USA. Los cuatro estar¨¢n presentes en la pr¨®xima reuni¨®n de Vicente Fox y George W. Bush en Guanajuato.
Drogas.La eliminaci¨®n del insultante proceso anual de certificaci¨®n y descertificaci¨®n es el primer paso para una mayor colaboraci¨®n antinarc¨®ticos. No es posible que el pa¨ªs importador (los EE UU y sus cuarenta millones de drogadictos) juzgue o condene a los pa¨ªses (Colombia y M¨¦xico) que s¨®lo responden (viva el libre mercado) a la demanda norteamericana. M¨¢s all¨¢ de este insoportable manique¨ªsmo est¨¢n las propuestas que desde hace tiempo ven¨ªa haciendo Jorge G. Casta?eda: evaluar lo que ha funcionado y lo que no ha servido en las actuales pol¨ªticas; considerar c¨®mo pueden influir los mercados y los mecanismos de precios para hacer menos lucrativo el tr¨¢fico y, por lo tanto, aminorar las ganancias y la corrupci¨®n. Por otra parte, las exigencias norteamericanas contra los capos y sus mafias en M¨¦xico debe corresponderse con una -hasta ahora- muy tibia acci¨®n norteamericana contra los capos y las mafias de los EE UU. Al final del camino, en mi entendimiento, s¨®lo hay una soluci¨®n a este terrible flagelo que a todos nos afecta: legalizar el uso de drogas, o despenalizarlo. El problema es que ¨¦sta debe ser una decisi¨®n global, sin excepciones. El beneficio es que, aunque siga habiendo drogadictos, nadie se enriquecer¨¢ con sus desgracias. As¨ª obr¨® Franklin D. Roosevelt al derogar la prohibici¨®n del alcohol en 1932: sigui¨® habiendo borrachos, pero se acabaron los Al Capone.
Trabajo. El flujo de trabajadores mexicanos a los EE UU obedece a dos factores: ausencia de empleo en M¨¦xico y necesidad de empleo en los EE UU. Nuestros trabajadores cumplen funciones que nadie m¨¢s puede suplir en el pa¨ªs del norte. Sin ellos, habr¨ªa escasez de alimentos, de servicios y de recursos fiscales. Los trabajadores mexicanos pagan impuestos y contribuyen con 28.000 millones de d¨®lares al a?o a la econom¨ªa norteamericana. Env¨ªan a M¨¦xico, por otra parte, seis mil millones de d¨®lares al a?o. Pero m¨¢s all¨¢ de los datos econ¨®micos, los trabajadores son eso, trabajadores, no criminales. Son portadores de derechos humanos y de cultura. Merecen protecci¨®n y respeto. Merecen, en el caso de los indocumentados, una nueva ley de amnist¨ªa norteamericana en tanto que los dos gobiernos llegan a nuevos acuerdos, modelados en el programa gastarbeiter alem¨¢n de trabajadores hu¨¦spedes. En todo caso, la presencia indispensable del trabajador mexicano no debe estar sujeta a los vaivenes internos de los EE UU. El gobernador Pete Wilson, en California, los emple¨® como chivos expiatorios del dif¨ªcil tr¨¢nsito de la econom¨ªa militar de la guerra fr¨ªa a la econom¨ªa tecnol¨®gica pos-industrial. Alan Greenspan, el director de la banca central, los celebr¨® recientemente como factor de progreso para una econom¨ªa norteamericana que alcanz¨®, en el a?o 2000, su m¨¢s alto grado de expansi¨®n en cincuenta a?os. Ahora, a las puertas de una mini-recesi¨®n, ?qu¨¦ dir¨¢ Greenspan, qu¨¦ dir¨¢ Bush respecto a la fuerza de trabajo migratoria? ?Y qu¨¦ dir¨¢ Fox, cuya meta a largo plazo es que en el mundo de la globalizaci¨®n circulen libremente no s¨®lo las mercanc¨ªas, sino las personas; no s¨®lo las cosas, sino los trabajadores?
Comercio. Gracias al Tratado de Libre Comercio, M¨¦xico se convirti¨® en el octavo exportador mundial, con un salto de exportaciones por valor de 42.000 millones de d¨®lares en 1995 a 120.000 millones de d¨®lares en 1999. El comercio de M¨¦xico con los EE UU, en los ¨²ltimos seis a?os, ascandi¨® en un 113%, convirti¨¦ndonos en el segundo exportador a los EE UU, despu¨¦s de Canad¨¢. El comercio bilateral M¨¦xico-USA asciende a medio mill¨®n de d¨®lares por minuto y en 2004 deber¨ªa exceder el tr¨¢fico comercial entra los EE UU y Europa. M¨¦xico, segundo mercado y tercer proveedor de los EE UU, ha promovido dos millones de nuevos empleos en el pa¨ªs del norte. ?C¨®mo afectar¨¢ la mini-recesi¨®n en USA a la relaci¨®n econ¨®mica con M¨¦xico? La ola de despidos de las ¨²ltimas semanas ya ha alcanzado a la Daimler-Chrysler mexicana. Durante los ¨²ltimos d¨ªas, de visita en Los ?ngeles y Nueva York, pude constatar que la din¨¢mica de la econom¨ªa norteamericana es tal y la velocidad del desarrollo tecnol¨®gico tan impresionante, que se puede calcular que los EE UU entran ya a una etapa de menos empleados y mejores empleos. Adem¨¢s, existe una demanda pent-up (contenida) de trabajo en otras empresas ansiosas de absorber a los desempleados actuales. Pero un catarro econ¨®mico en los EE UU puede ser una pulmon¨ªa en M¨¦xico. Con raz¨®n, en el Foro Iberoam¨¦rica, celebrado en M¨¦xico el pasado noviembre, Carlos Slim subray¨® la necesidad que tiene una econom¨ªa norteamericana, que consume mucho y ahorra poco, de contar con mercados latinoamericanos capaces de absorber el producto norteamericano. Ello requiere, a?adi¨® Slim, financiamiento a largo plazo para los pa¨ªses latinoamericanos y financiamiento de nuestras exportaciones, orientados a la creaci¨®n de infraestructuras, vivienda, producci¨®n agropecuaria y generaci¨®n de bienes y servicios tecnol¨®gicos. Es decir: los EE UU requieren un mercado mexicano (y latinoamericano) cada vez m¨¢s pr¨®spero, alimentado y educado, a fin de asegurar la propia salud econ¨®mica de los EE UU. El argumento de Carlos Slim es, me parece, una poderosa arma para el encuentro Fox-Bush.
Energ¨ªa. Este tema se impondr¨¢ con vigor en Guanajuato en virtud de la creciente crisis energ¨¦tica dentro de los EE UU. Los precios suben y la energ¨ªa desciende. California est¨¢ a punto de quedarse a oscuras. Un apag¨®n enorme amenaza al noreste de los EE UU este verano. La necesidad de fuerza el¨¦ctrica crece a raz¨®n de un seis por ciento anual en los EE UU. Bush propondr¨¢ un Mercado Com¨²n de Energ¨ªa para Norteam¨¦rica. Fox ofrece una nueva visi¨®n de cooperaci¨®n fronteriza en materia de electricidad y gas natural que acaso acabe por conciliar la propiedad nacional de petr¨®leo y energ¨ªa el¨¦ctrica con su utilizaci¨®n pr¨¢ctica en beneficio de las propias empresas, moderniz¨¢ndolas y financi¨¢ndolas sin mengua de la soberan¨ªa nacional.
Regreso al punto inicial de este art¨ªculo. El triunfo electoral de Vicente Fox le da a M¨¦xico honorabilidad democr¨¢tica a los ojos del Gobierno y el p¨²blico de los EE UU. Si con los gobiernos del PRI, que tanta sospecha autoritaria ('la dictadura perfecta') arrojaron sobre M¨¦xico, la diplomacia mexicana gan¨® gallardamente sus victorias, hoy, m¨¢s que nunca, tenemos cara para negociar con altivez, discreci¨®n y legitimidad.
Carlos Fuentes es escritor mexicano.
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