Plaza para todo
Las ¨²ltimas ejecuciones a garrote vil en la ciudad fueron las de los hombres del grupo anarquista campesino Mano Negra
Especias de todas clases en sus tenderetes: pimienta, clavo, nuez moscada; colores amontonados de sabor distinto, aromas que hoy solo se pueden sentir traslad¨¢ndose a otras latitudes. Voces estridentes de comerciantes reclamando la atenci¨®n de los muchos compradores en potencia que deambulaban por la plaza en busca de la comida del d¨ªa; comprada, en permuta -te doy esta perdiz a cambio de ese pescado-, fiada o robada por los chicos siempre presentes a la hora de probar una fruta. Pezu?a de vaca hervida, carne de cordero, toro, quiz¨¢s piltrafas dif¨ªciles de identificar, jigote de guisado. Verduras en mejor o peor estado. Ropa: babuchas, telas de todo rango. Ciegos cantarines cogidos, de cinco en cinco o de diez en diez, v¨ªctimas del tracoma o heridas de guerra, subrayando la salmodia al son de los cuencos met¨¢licos con unas monedas pedig¨¹e?as de otras, conviviendo con cortadores de bolsas, tapadas de porte ¨¢rabe, hebreas, cristianos; cada uno buscando lo deseado. Y el sol o las nubes iguales para todos.
En el centro, la picota, lugar destinado para exhibir a los amigos de lo ajeno, a los ad¨²lteros, a quienes infringiesen la ley administrada por el juez correspondiente.
Unos en el cepo, otras atados al poste para que la chiquiller¨ªa o la mala fe de los adultos escarneciesen, humillasen a los penados entre los que no faltaban condenados a la p¨²blica ejecuci¨®n: mutilaciones e incluso la privaci¨®n de la vida por el medio que la crueldad del tribunal dictara.
As¨ª fue hasta hace menos de un siglo la Plaza del Mercado jerezana, a la que el visitante pude llegar, sin prisas, por distintos caminos. Pero imagine que ha entrado desde la Puerta de Rota, una de las que daban paso al recinto amurallado de la ciudad medieval. Pase por ese postigo, Calzada del Arroyo adelante. Es recomendable girar a la izquierda enfilando Esp¨ªritu Santo, o si gusta de calles m¨¢s estrechas, por Lepanto. Da igual, ya que inexorablemente va a topar con las bodegas Domecq. All¨ª, si es hora, detenga quien siga esta ruta sus pasos para reconfortar cuerpo y alma con uno de los muchos caldos criados por la casa. El combustible puede darle energ¨ªas para subir, ligero, por las calles San Ildefonso y San Blas, al final de las cuales encontrar¨¢, por fin, la buscada Plaza del Mercado. Lugar lleno de historia en un barrio de la ciudad, hoy un tanto olvidado, pero en el que muchos oriundos presumen tener sus or¨ªgenes.
Es grande, espaciosa. No hay edificios modernos que agobien con su altura. Quien hasta aqu¨ª haya llegado ver¨¢ que lo m¨¢s talludo son las palmeras, antiguas y nuevas, estas ¨²ltimas poco adaptadas, y la torre campanario de la Iglesia de San Mateo que hace de nexo entre la plaza del mismo nombre y la que ahora se visita. Por eso puede decirse que son la misma cosa.
Con s¨®lo levantar un poco el pie, pase por encima de las cadenas ancladas a unos pivotes bajos y llegue, con poco esfuerzo, al centro de la plaza donde una fuente, sin agua ni compa?¨ªa, como fuera de lugar, pide a gritos su traslado.
Desde ese punto tendr¨¢ a su derecha el Museo Arqueol¨®gico, antiguas escuelas. En el frente neocl¨¢sico hay una placa de m¨¢rmol que dice: 'A la grata memoria del Eminente Pedagogo don Juli¨¢n Cuadra y Orite, que inaugur¨® y dirigi¨® esta escuela de Santo Domingo. El Excelent¨ªsimo Ayuntamiento y sus disc¨ªpulos acordaron perpetuar su memoria en esta l¨¢pida'.
An¨ªmese y, s¨®lo o en compa?¨ªa, entre para ver el casco de bronce m¨¢s antiguo de los hallados en Espa?a. Data del siglo VII antes de Cristo y se encontr¨® en el r¨ªo Guadalete, al lado de restos visig¨®ticos y romanos y un excepcional ¨ªdolo cil¨ªndrico de m¨¢rmol junto a piezas que van del neol¨ªtico hasta el medioevo, pasando por todos los per¨ªodos comprendidos entre ambos, admirar¨¢n en este rico museo.
A la salida puede tomar asiento en uno de los bancos de madera -todo un lujo-, admirando la Casa Riquelme, de estilo plateresco como la denotan sus frisos y medallones del XVI. El nombre es debido a uno de los veinticuatro caballeros juramentados en la Iglesia de San Juan, de la misma ¨¦poca que la de San Mateo. La parroquia y el caser¨®n est¨¢n unidos pared con pared. Incluso alg¨²n contrafuerte invade parte del jard¨ªn de la casa-palacio inconclusa.
Es el templo de estilo g¨®tico tard¨ªo. Construido con piedra de canter¨ªa oscura y solemne. Sede de la Cofrad¨ªa de los Jud¨ªos de San Mateo, una de las m¨¢s ricas de la Semana Santa jerezana, que contribuye, junto con la suscripci¨®n popular, a la restauraci¨®n de la iglesia donde se haya un retablo del siglo XVIII, la Capilla del Baptisterio y la de Juan L¨®pez de Mendoza con b¨®vedas mud¨¦jares del siglo XIV.
Pica el sol a esta hora del mediod¨ªa. Lo sensato es tomar una bebida fresca. En un lugar con tantos cascos de bodegas hay una peque?a tasca, pare y pida lo que desee acompa?¨¢ndolo de buena chacina, queso, salmorejo o a palo seco y escuche a Jos¨¦, un cliente. ?l le contar¨¢ que tuvo un aprendiz que iba a trabajar 'con los ojos m¨¢s salidos que una cabra ahorcada' por culpa de los porros. 'No sab¨ªa si cuando le mandaba a cortar un tubo, cortar¨ªa eso o un tobillo propio. A m¨ª me iba a enga?ar, que he nacido pegado al moro. Luego ya se port¨® bien'.
Si baja un tramo de cuesta qu¨¦dese en el Bienestar y repose en su terraza: la de Juanito. Local decorado a base de hierro, madera y ladrillo, ah¨ª le servir¨¢n dos ingeniosos hermanos que han sido capaces de reconvertir en botellero lo que fue un mueble para escopetas y trabucos, as¨ª han cambiado penas por alegr¨ªas.
Mientras come algo m¨¢s serio: fideos con almejas, pescadito, marisco o uno de los guisos de la casa, recuerde que en la plaza visitada se vieron las ¨²ltimas ejecuciones a garrote vil en la ciudad: las de los hombres de la organizaci¨®n anarquista campesina denominada la Mano Negra, fruto de la desigualdad social entre latifundistas y aparceros a los que la miseria empuj¨® a secuestrar, extorsionar, asesinar y posteriormente morir en p¨²blico cadalso.
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