La crisis de Sintel acampa en la Castellana
La ex filial de Telef¨®nica agoniza, con 1.500 trabajadores en huelga y durmiendo a la intemperie a la espera de una soluci¨®n
El administrador ¨²nico y presunto due?o de la empresa no tiene despacho y sus trabajadores est¨¢n acampados a la intemperie en el madrile?o paseo de la Castellana. Esta situaci¨®n puede parecer kafkiana, pero define perfectamente la situaci¨®n de Sintel, la antigua filial de Telef¨®nica dedicada a la instalaci¨®n de redes, que atraviesa momentos ag¨®nicos: en suspensi¨®n de pagos desde junio pasado y con un expediente de regulaci¨®n de empleo (ERE) encima de la mesa que afecta a 1.201 de sus 1.818 trabajadores.
La crisis de Sintel no es nueva. Arranca casi el mismo d¨ªa en que Telef¨®nica, entonces una empresa con mayor¨ªa de capital p¨²blico presidida por C¨¢ndido Vel¨¢zquez, decidi¨® vender esta filial al empresario cubano norteamericano Jorge Mas Canosa, que ten¨ªa a gala haber participado en el desembarco de Bah¨ªa de Cochinos para derrocar a Fidel Castro.
El plan del nuevo due?o, Carlos Gila, concibe un triple acuerdo: Gobierno, Telef¨®nica y sindicatos
La transacci¨®n se produjo en abril de 1996, con el Parlamento disuelto tras las elecciones generales, y cont¨® con el benepl¨¢cito del PSOE -en el Gobierno en funciones- y el asentimiento del PP, cuyo l¨ªder, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, coincid¨ªa entonces con la visi¨®n sobre el futuro de Cuba de su amigo Mas Canosa. Tan s¨®lo IU se atrevi¨® a pedir explicaciones en el Parlamento.
La operaci¨®n consisti¨® en la venta de Sintel a MasTec, sociedad de Mas Canosa, por 4.900 millones, de los que Telef¨®nica a¨²n no ha cobrado 3.500 millones. La operadora le garantiz¨® adem¨¢s una carga de trabajo de 75.000 millones de pesetas en tres a?os, hasta 1999.
Fue precisamente al expirar el contrato con Telef¨®nica cuando comenzaron a aflorar los problemas. Coincidiendo con la reducci¨®n a una tercera parte de los pedidos de la operadora a su ex filial, Mas Canosa anunciaba la venta de su 87% por 7.900 millones a un grupo de inversores espa?oles no identificados, que inclu¨ªa a Juan Antonio Casanova y Ricardo Campos, consejero delegado y vicepresidente, respectivamente, de Sintel. El m¨¢ximo cargo de la compa?¨ªa reca¨ªa en manos de Jorge Mas Santos, que asumi¨® la presidencia de la empresa tras la muerte del patriarca, en noviembre de 1997.
Con estos precedentes, la historia no pod¨ªa tener un final feliz. El 9 de junio de 2000 se presentaba en los juzgados de Madrid la suspensi¨®n de pagos con un pasivo de 24.000 millones y un activo de 33.000 millones. En el plano laboral no iban mucho mejor las cosas. Tras fracasar en septiembre un primer ERE para deshacerse de 889 empleados, el 22 de diciembre pasado se presentaba el expediente definitivo para 1.201 trabajadores, el 70% de la plantilla, e hizo estallar definitivamente el conflicto social. Por si fuera poco, la crisis de Sintel tambi¨¦n tiene una bifurcaci¨®n judicial. La Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n ha abierto diligencias al hallar indicios de irregularidades en la venta y gesti¨®n de la empresa, tras una denuncia presentada por el comit¨¦ de empresa que recoge, entre otras presuntas tropel¨ªas, el desv¨ªo de dinero por parte de los administradores a para¨ªsos fiscales como las Islas V¨ªrgenes.
?Qui¨¦n querr¨ªa hacerse cargo de una empresa en esta situaci¨®n? La respuesta es Carlos Gila, un ejecutivo de 34 a?os, presidente hasta hace unos meses de la empresa p¨²blica Alicesa y consejero de Ebro Agr¨ªcolas, y buenas relaciones en el entorno del PP. Apareci¨® de repente en julio pasado y asumi¨® ser nombrado administrador ¨²nico. Hace unos d¨ªas dio el segundo paso al comprar la empresa por dos euros (332 pesetas) a MasTec International, la sociedad tenedora de acciones con sede en Miami, cuyos accionistas ¨²ltimos siguen siendo una inc¨®gnita.
Gila, que se mantiene en el anonimato, ha dise?ado un plan de viabilidad que pasa por un acuerdo a tres bandas. En primer lugar, con la Administraci¨®n (ministerios de Trabajo y de Ciencia y Tecnolog¨ªa), para que apruebe el expediente de regulaci¨®n y le conceda cr¨¦ditos blandos a trav¨¦s del Instituto de Cr¨¦dito Oficial (ICO). En segundo lugar, con Telef¨®nica, para que le garantice pedidos por 30.000 millones de pesetas en los pr¨®ximos tres a?os, en los que espera unos ingresos de 46.000 millones. Y en ¨²ltimo lugar, requiere un acuerdo con los sindicatos, para que abandonen la acampada, vuelvan al trabajo y acepten no s¨®lo los despidos, sino recortes en sus derechos laborales para mejorar la productividad desde siete hasta 15 millones de pesetas de ventas por empleado y a?o.
El plan prev¨¦ unas necesidades de financiaci¨®n hasta 2004, excluyendo las que se deriven del futuro convenio de acreedores, de 14.319 millones de pesetas, de los que 2.355 corresponder¨ªan a este a?o.
La situaci¨®n de partida no es nada halag¨¹e?a. Seg¨²n el balance presentado a los interventores judiciales, las p¨¦rdidas estimadas para el cierre del a?o pasado se elevan a 9.388 millones, con una cartera de pedidos reducida a 2.600 millones, frente a los 28.000 de hace un a?o.
Pero el punto del plan que se antoja de m¨¢s dif¨ªcil asunci¨®n es el que se refiere a la plantilla. De los 1.201 trabajadores que recoge el ERE, s¨®lo 700 podr¨ªan acogerse a alg¨²n tipo de salida negociada (bajas incentivadas, recolocaci¨®n, etc¨¦tera).
Y todo esto, ?para qu¨¦? Carlos Gila lo deja claro en su plan de viabilidad. La soluci¨®n ¨²ltima es la b¨²squeda de un socio estable que, una vez saneada la empresa, entre en el capital de la misma, previo pago.
Todos -Gobierno, direcci¨®n, sindicatos y Telef¨®nica- dicen que est¨¢n dispuestos a arrimar el hombro, pero por ahora no han pasado de las buenas intenciones. Los pr¨®ximos d¨ªas ser¨¢n decisivos. La Direcci¨®n General de Trabajo debe decidir sobre el ERE; la intervenci¨®n judicial dictaminar¨¢ sobre el convenio de acreedores, y la junta de accionistas de MasTec tiene que aprobar la venta de Sintel a Gila.
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