Con la m¨²sica a otra parte
El posible cierre de Napster dejar¨¢ a m¨¢s de 60 millones de usuarios hambrientos de canciones gratis sin claras alternativas
El caso Napster acaba de empezar. El servidor que ha revolucionado la difusi¨®n de la m¨²sica por Internet tiene los d¨ªas contados desde que el pasado lunes un tribunal norteamericano confirmara las acusaciones de pirater¨ªa lanzadas hace m¨¢s de un a?o por las grandes discogr¨¢ficas norteamericanas. Pero ah¨ª no acaba la historia. El futuro cierre de Napster dejar¨¢ a m¨¢s de 60 millones de usuarios hambrientos de m¨²sica gratis sin claras alternativas ?D¨®nde ir¨¢n? ?Estar¨¢n dispuestos a pagar por escuchar? La victoria de la industria en los tribunales no se trasladar¨¢ forzosamente al mercado de los usuarios. Si quiere llevarse el bot¨ªn, no tendr¨¢ m¨¢s remedio que encontrar una f¨®rmula rentable que adapte las leyes sobre derechos de autor a la libertad del ciberespacio.
La empresa tiene de plazo hasta el verano para hacer lo m¨¢s d¨ªficil: que su tecnolog¨ªa sea rentable
El enfant terrible del ciberespacio es el invento de Shawn Fanning, un estudiante de 21 a?os que s¨®lo ten¨ªa 19 cuando, a mediados del a?o 1999, lanz¨® por Internet un servidor capaz de conectar dos ordenadores en la Red para intercambiar archivos musicales como si dos vecinos se pasaran discos. Unos meses despu¨¦s, en diciembre, la industria discogr¨¢fica norteamericana arremeti¨® contra aquella p¨¢gina apenas conocida (aunque ya ten¨ªa un mill¨®n de seguidores), acus¨¢ndola de piratear sus contenidos.
El pasado d¨ªa 12, un tribunal de San Francisco confirm¨® que Napster violaba las leyes sobre derechos de autor de los cuatro grandes: Vivendi Universal, Sony Music, Emi, Warner (Bertelsmann se retir¨® del caso en octubre, tras llegar a un acuerdo con el servidor). Las viejas normativas sobre el copyright acababan de ganar su primera batalla en Internet. 'Pero esto no es el final de la historia. Las discogr¨¢ficas tendr¨¢n que encontrar alg¨²n tipo de acuerdo para convivir con esta nueva tecnolog¨ªa', dice Stacy Herron, de Jupiter Media, una consultora que se dedica a analizar la Red.
Napster no piensa desaparecer sin lucha. David Boies, su abogado (el mismo que arremeti¨® contra Microsoft en el caso antimonopolio del Gobierno norteamericano y que defendi¨® a Al Gore en el asunto de las papeletas electorales), ha asegurado que recurrir¨¢ el veredicto. Esto podr¨ªa dar unos meses m¨¢s de vida al servidor, hasta el verano, cuando Bertelsmann convierta Napster en una p¨¢gina de pago.
Por ahora no tiene dinero ni genera beneficios. Se calcula que en total dispone de unos 17 millones de diversos inversores de Silicon Valley y otros 50 millones que Bertelsmann invirti¨® para transformar el sistema en un invento rentable.
El futuro del servidor depende de los cibernautas musicales. Los chats ya se han hecho eco de sus inquietudes. El fin de semana anterior a la sentencia, los fans se precipitaron para descargar algo m¨¢s de 100 millones de canciones antes de un hipot¨¦tico cierre. Si Napster desaparece, ?qu¨¦ van a hacer?
Bertelsmann asegura que, seg¨²n sus estudios, el 70% de los usuarios estar¨ªa dispuesto a pagar hasta 15 d¨®lares mensuales para acceder al servicio. Pero no especifica qu¨¦ ofrecer¨¢ por esa suma. El grupo alem¨¢n no ha conseguido, pese a sus intentos, alcanzar un acuerdo con el resto de las discogr¨¢ficas, Vivendi Universal, Sony, Warner y Emi (el 75% del mercado).
Uno de los grandes atractivos de Napster es esa sensaci¨®n de conseguir gratis lo que la industria musical se empe?a en cobrar a precios abusivos. Napster es cool, Bertelsmann ya no lo es tanto. Esa cultura de intercambiar m¨²sica 'entre colegas', aunque est¨¦n al otro extremo del planeta, ha sido uno de los principales ingredientes y alicientes de este fen¨®meno cibern¨¦tico.
Muchas otras p¨¢ginas est¨¢n dispuestas a tomar el relevo. Los precedentes no son muy alentadores. MP3.com o Scour, servidores muy parecidos a Napster, cayeron antes los ataques de la industria, tuvieron que abonar compensaciones millonarias, cerrar y luego renacer de sus cenizas en un formato de pago. Pero con poco ¨¦xito. MP3 se niega a desvelar su actual n¨²mero de usuarios y Scour, que deber¨ªa volver a salir el mes que viene, no tiene muy claro su futuro.
Aun as¨ª, las discogr¨¢ficas no se pueden pasar el tiempo en los tribunales, sobre todo para luchar contra algo que podr¨ªa resultarles muy lucrativo. Todas las partes est¨¢n dispuestas a negociar. 'Hemos dicho desde el principio que queremos encontrar una soluci¨®n con el respaldo de la industria para compensar a los artistas', aseguraba Hank Berry, presidente en funciones del servidor, despu¨¦s de la sentencia.
Ahora que los tribunales han sentenciado a favor de la industria, s¨®lo queda lo m¨¢s dif¨ªcil: hacer de la tecnolog¨ªa Napster un invento rentable. Es decir, que las discogr¨¢ficas se pongan de acuerdo, que los usuarios quieran pagar, que estos servidores puedan rastrear a los usuarios que violen los copyright y que las p¨¢ginas piratas desaparezcan. Casi nada. Y apenas han empezado. Napster tiene previsto sacar una nueva versi¨®n que cumpla todos estos requisitos. Si no lo consigue antes del verano se puede quedar fuera de un negocio que se mueve a la velocidad de un clic. Pero entonces, ?qui¨¦n le sustituir¨¢?
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