El coleccionista de recuerdos
En 1964, cuando ten¨ªa 16 a?os, a Paco Baena se lo llevaron de su Granada natal y lo dejaron caer en Barcelona (donde a¨²n sigue, confortablemente instalado en un ¨¢tico del Guinard¨®). ?Motivos? Bueno, su hermano mayor se agobiaba ligeramente en provincias y decidi¨® que, sin recorrer grandes distancias, Barcelona pod¨ªa ser su Par¨ªs o su Nueva York. El padre de familia, un constructor semijubilado, decidi¨® no dejar s¨®lo a su v¨¢stago, aunque para ello tuviera que mudarse toda la familia.
Paco se busc¨® la vida y las cosas le fueron bastante bien. Se meti¨® en publicidad, fund¨® dos agencias que funcionaron muy bien, las vendi¨® en su momento por una suma muy razonable y actualmente ocupa un alto cargo en una multinacional del sector. En esta biograf¨ªa intachable s¨®lo hay un punto m¨ªnimamente negro y profundamente melanc¨®lico: su infancia se qued¨® en Granada, junto al Albaic¨ªn, una infancia de ni?o de la d¨¦cada de 1950 cuyas principales alegr¨ªas eran los tebeos y el cine. Para poner coto a la melancol¨ªa o, por lo menos, convertirla en un sentimiento agridulce, a nuestro hombre no le qued¨® m¨¢s remedio que convertirse en coleccionista de tebeos y de carteles cinematogr¨¢ficos.
Paco Baena, publicista de ¨¦xito, se ha pasado los ¨²ltimos a?os tratando de coleccionar los tebeos de su infancia. Ahora ya los tiene todos
Fue en condici¨®n de esto ¨²ltimo como me lo cruc¨¦ hace unas semanas en una subasta. Le hab¨ªa conocido hac¨ªa un mont¨®n de a?os, en las a menudo delirantes reuniones que el Club de Amigos de la Historieta celebraba en el altillo del bar Vel¨®dromo. Coincidimos un tiempo despu¨¦s, cuando un grupo de insensatos del que yo formaba parte intentaba relanzar el m¨ªtico TBO y Paco se encargaba de la campa?a publicitaria (ninguno de nosotros consigui¨® retrasar el hundimiento del imperio Bruguera). El d¨ªa de la subasta dijo que me enviar¨ªa sus tres libros dedicados al cartelismo cinematogr¨¢fico y cumpli¨® su palabra. Tras un par de tardes gloriosas mirando santos, decid¨ª que ten¨ªa ganas de ver los carteles al natural, as¨ª que me fui a su casa y le di conversaci¨®n.
Como persona reservada, al hombre le daba algo de apuro aparecer como un coleccionista met¨®dico y chiflado (que son los que m¨¢s abundan), pero le tranquilic¨¦: Paco Baena s¨®lo es un hombre que ha conseguido recuperar su infancia gracias al coleccionismo.
'S¨ª, claro que hay nostalgia en todo esto', me dijo, 'pero tambi¨¦n hay un intento de estudiar y reconstruir unas determinadas ¨¦pocas. O, aunque suene algo pedante, reconstruir una cierta memoria hist¨®rica. Los tebeos, lo reconozco, tienen un punto nost¨¢lgico notable. Pero has de pensar que la Espa?a de la d¨¦cada de 1950 es una Espa?a anterior a la televisi¨®n, un sitio gris en el que las ¨²nicas aventuras a las que pod¨ªa acceder un cr¨ªo eran las que le proporcionaban los tebeos. Pero, nostalgias aparte, hay productos de la ¨¦poca que tienen una gran dignidad. Yo, por ejemplo, y no te escandalices, encuentro que las aventuras de Roberto Alc¨¢zar y Pedr¨ªn est¨¢n muy bien... S¨ª, vale, est¨¢ la cosa facha y tal, pero hay unos esfuerzos por fabricar un universo de aventuras que est¨¢ muy bien... Ah, y lo de que Roberto se parec¨ªa a Jos¨¦ Antonio es falso. Roberto Alc¨¢zar era clavado a Va?¨®, el dibujante de la serie, cuando era joven'.
Paco prepara ahora un libro sobre los tebeos de la editorial valenciana Maga (1951-1968), creada por el dibujante de El guerrero del antifaz, Manuel Gago, pero su faceta de coleccionista de tebeos est¨¢ bastante cerrada: 'Yo s¨®lo quer¨ªa tener los cuadernos de mi infancia, y esos ya los tengo todos'. Tal vez por eso, son ahora los carteles cinematogr¨¢ficos los que le mantienen en la senda del coleccionismo, un circuito pr¨¢cticamente secreto ('hay un librero en Sants y un marchante en Sitges', comenta Paco) que s¨®lo conocen los miembros de la secta.
En ese campo, en casa de Paco hay aut¨¦nticas maravillas: colgadas en las paredes, metidas en amplios cajones, dobladas cuidadosamente y encerradas en bolsas de pl¨¢stico. Los l¨ªmites para la compra son temporales: 'A partir de la d¨¦cada de 1960, la calidad del dibujo, del dise?o y de la impresi¨®n cae en picado'.
-Intenta no presentarme como un chiflado- me dijo, medio en serio, medio en broma, cuando me iba de su casa.
-Paco, t¨² no est¨¢s chiflado- le tranquilic¨¦ -Tu colecci¨®n es estupenda, tus libros est¨¢n muy bien: s¨®lo te ruego que me incluyas en tu testamento.
A Paco Baena le dejaron sin infancia a los 16 a?os. Recuperarla no ha sido ni f¨¢cil ni barato, pero ahora la tiene toda a su alrededor. A bastantes kil¨®metros del Albaic¨ªn, pero limpia, seca y muy bien ordenada.
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