Magris propone utop¨ªa y desencanto como ¨²nica f¨®rmula para avanzar
El ensayista italiano re¨²ne art¨ªculos de los ¨²ltimos 25 a?os en un libro
D¨ªas de gran actividad de Claudio Magris. Primero, el fin de semana, visita a la ruta del Quijote junto a su amiga Mercedes Monmany ('mi ¨¢ngel de la guarda'). Recita de memoria a los poetas del Siglo de Oro; visita incansable a lugares cervantinos, se pone con orgullo en la solapa un pin del Yelmo de Mambrino (una de sus met¨¢foras favoritas para explicar el mundo), entra en un grasa-bar y exclama: '?Ojal¨¢ pudiera vivir en Espa?a!'.
Luego, las obligaciones. El lunes, larga rueda de prensa en la Residencia de Estudiantes y una conferencia titulada ?Pero usted a qui¨¦n representa? (Glosas para un futuro (im)pensable), que present¨® Carlos Garc¨ªa Gual. Ayer, en el Istituto Italiano di Cultura, presentaci¨®n del libro con Antonio Mu?oz Molina.
Todo marcado por su pasi¨®n quijotesca, por la misma actitud que recorre su libro Utop¨ªa y desencanto: un discurso fragmentario, entrecortado quiz¨¢ por su actitud liberal, siempre atenta a las razones del otro, a la escucha del no, a la falta de certezas, y expresado sin arrogancia, elegantemente, desde lo antidogm¨¢tico y la autocr¨ªtica, como pidiendo perd¨®n: 'Hablar siempre es mucho m¨¢s dif¨ªcil que escribir', dice Magris. 'Hablar de un modo abstracto de problemas morales suena a serm¨®n. Hablando parezco un profesor de moral y caigo en lo fatalmente ret¨®rico'.
Para, poco a poco, ir dejando perlas, descubriendo caminos. '?tica y est¨¦tica son la misma cosa', a?ade. 'La poes¨ªa dice lo que quiere y as¨ª nos ense?a la vida. Los cuentos sirven para comprender lo que significa la moral. La literatura est¨¢ libre de preocupaciones morales, y por eso mismo muestra el sentido de la existencia'.
Estos son los secretos: el arte, la literatura pueden decirnos que la vida no tiene sentido y a la vez hacernos sentir todo su significado; debemos mantener la fe en la utop¨ªa como el sentimiento de que el mundo no s¨®lo debe ser administrado, sino mejorado, salvado; y a la vez soportar la desilusi¨®n: no hay recetas milagrosas ni definitivas; tendremos errores, nos caeremos, pero el pecado original ya ha sido cometido: 'Nuestro destino es el de Mois¨¦s, que nunca lleg¨® a la tierra prometida pero no dej¨® de andar'. Reconquistar la infancia, tener relaciones peligrosas, fijarse metas err¨®neas son m¨¦todos maduros de esperanza, concluye: 'Mejor la melancol¨ªa de la sabidur¨ªa, el creer a pesar de que los entusiasmos ingenuos y el cinismo derrotista'.
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