El AVE, el aeropuerto y el ministro
El autor critica el argumento de Piqu¨¦ para desestimar la estaci¨®n de alta velocidad en el aerodr¨®mo de Barcelona y aboga por ella para una mejor articulaci¨®n del territorio.
Una de las cosas m¨¢s ins¨®litas que le he o¨ªdo al ministro Josep Piqu¨¦ es su intervenci¨®n en la dura pol¨¦mica levantada en Catalu?a por la no menos ins¨®lita decisi¨®n del Ministerio de Fomento sobre el trazado del AVE en Barcelona. Como es sabido, haciendo caso omiso de la opini¨®n inmensamente mayoritaria de la sociedad catalana, Fomento anunci¨® que, digan lo que digan los catalanes, el AVE no pasar¨¢ por el aeropuerto de El Prat, y ante el alud de protestas, al ministro Piqu¨¦ no se le ocurri¨® otra explicaci¨®n que decir sin m¨¢s que esta decisi¨®n se hab¨ªa tomado para no agraviar a Madrid y Valencia. De modo que, seg¨²n el ministro, las grandes obras p¨²blicas no se deben emprender ni, desde luego, terminar si no se han realizado antes en la capital y, en todo caso, no pueden ir m¨¢s lejos que las obras capitalinas ya existentes. Nada de visi¨®n global, pues. Y nada de descentralizaci¨®n. Y en cuanto al posible agravio de Valencia, no s¨¦ muy bien en qu¨¦ consiste. Lo ¨²nico que se me ocurre es que ambas ciudades est¨¢n gobernadas por el PP, y Barcelona, no.
Por esto hay que preguntarle a qu¨¦ se refiere de verdad. ?C¨®mo es posible, por ejemplo, que una obra de tantas dimensiones y de tanta importancia para el futuro de las comunicaciones entre Catalu?a y su entorno espa?ol y europeo se supedite a un problema abstracto de agravio que ni se sabe si existe ni si tiene sentido? ?C¨®mo puede un ministro reducir a un mero rifirrafe sobre agravios comparativos un asunto de enorme trascendencia para el futuro de nuestras expectativas colectivas, no s¨®lo en el territorio espa?ol, sino tambi¨¦n en el territorio de lo que muy pronto ser¨¢ la aut¨¦ntica Uni¨®n Europea, con una moneda ¨²nica, una ciudadan¨ªa global y unas fronteras eliminadas para siempre? ?C¨®mo puede un ministro convertir en simple charla de caf¨¦ lo que deber¨ªa ser una seria acci¨®n general en el conjunto del pa¨ªs, independientemente de que tal zona est¨¦ gobernada por el PP, tal otra por el PSOE y tal otra por partidos nacionalistas?
Lo que est¨¢ en juego aqu¨ª es nuestro sistema de comunicaciones internas y externas. En la cuesti¨®n del tren de alta velocidad vamos retrasados y no se ha avanzado nada desde la primera y ¨²nica l¨ªnea del AVE entre Madrid y Sevilla, hace diez a?os, cuando entre grandes protestas del PP y otros grupos pol¨ªticos el Gobierno socialista decidi¨® iniciar la red de alta velocidad desde el centro hacia el sur a sabiendas de que si no empezaba con aquel trayecto corr¨ªamos el peligro de dividir el pa¨ªs en norte y sur, porque en el futuro inmediato el centro de gravedad se situar¨ªa en el eje septentrional, acercado a Europa, y el sur quedar¨ªa aislado. M¨¢s o menos lo que ocurr¨ªa en Italia y que aqu¨ª se intentaba impedir
No s¨¦ si el ministro Piqu¨¦ cree que esto no tiene nada que ver con la cuesti¨®n de si el AVE debe tener o no una estaci¨®n en el aeropuerto de Barcelona. Pues bien: si lo cree es que a¨²n no se ha enterado de d¨®nde vienen y hacia d¨®nde van a ir las cosas, y si no lo cree, peor todav¨ªa, porque se ha metido en un barrizal del que nadie le sacar¨¢. En todo caso, ha hablado como ministro y, por tanto, como miembro del Gobierno, y ninguno de los suyos le ha desmentido. Pero como ministro de Asuntos Exteriores deber¨ªa saber que lo que se discute no es si Barcelona quiere una estaci¨®n porque Madrid no la tiene, sino cu¨¢l va a ser el papel de Barcelona como gran centro urbano en un ¨¢rea que, con la moneda ¨²nica y la integraci¨®n europea, va a superar fronteras y crear nuevas entidades conectadas entre s¨ª en los diversos planos econ¨®micos, culturales y pol¨ªticos. Esto no le ocurrir¨¢ s¨®lo a Catalu?a y su entorno espa?ol y franc¨¦s, sino tambi¨¦n a las ciudades y comunidades aut¨®nomas fronterizas con Francia y con Portugal, y, en general, a todas entre s¨ª, en la medida que sepan conectar bien con sus vecinos y sumar esfuerzos en vez de buscar enfrentamientos.
La decisi¨®n del Ministerio de Fomento y el exabrupto del ministro Piqu¨¦ est¨¢n a miles de kil¨®metros de todo esto. Siguen entendiendo el pa¨ªs que ahora gobiernan como lo entend¨ªan los centralistas de todo nuestro siglo XX, o sea, como una especie de amplio feudo que s¨®lo puede ser dirigido desde el centro. Por esto creen que hay que potenciar a ¨¦ste y someter al resto a la vara del poder central, convirtiendo las comunidades aut¨®nomas en algo as¨ª como provincias ampliadas, y a sus capitales urbanas, como ap¨¦ndices de la capital del Estado. O sea, exactamente lo contrario de lo que se aprestan a construir los miembros principales de la Uni¨®n Europea.
La Rep¨²blica Federal Alemana est¨¢ construyendo, ciertamente, una gran capital, Berl¨ªn, en el coraz¨®n mismo de la futura Uni¨®n Europea ampliada, pero no por ello le quitar¨¢ a Francfort su important¨ªsimo papel financiero y su aeropuerto internacional. Francia, el pa¨ªs jacobino por excelencia, anuncia la ampliaci¨®n a tres de los aeropuertos de Par¨ªs pero, a la vez, anuncia tambi¨¦n la potenciaci¨®n de otros aeropuertos para convertirlos en aut¨¦nticas plataformas internacionales, entre ellos, algunos tan cercanos a nuestras fronteras como Niza y Toulousse. Italia ampliar¨¢ la capacidad del aeropuerto de Roma, pero no disminuir¨¢ la potencia de los aeropuertos de Mil¨¢n. Y aqu¨ª, cuando se habla de ampliar el aeropuerto de Barcelona y de conectarlo con el AVE, la respuesta del ministro es que ni hablar, porque Barajas se ofender¨ªa, justo en el momento en que ya se habla de construir otro aeropuerto en el sureste de la capital, ¨¦ste s¨ª conectado con el metro y con el AVE, como es debido.
?ste no es, pues, un problema de ciudad contra ciudad ni de regi¨®n contra regi¨®n ni de nacionalidad contra nacionalidad. Exigir hoy que el AVE pase por el aeropuerto de Barcelona no es agraviar a otras ciudades del centro o de la periferia, sino preparar el terreno para que se creen otros aeropuertos internacionales y no nos limitemos a uno solo. Estamos hablando de los problemas que plantear¨¢ la proyecci¨®n de futuro del Estado, de las autonom¨ªas y de las ciudades en un espacio que ser¨¢ much¨ªsimo m¨¢s amplio, m¨¢s complejo, m¨¢s abierto y m¨¢s competitivo y, frente a ello, lo que nos dicen el ministro Piqu¨¦ y su entorno pol¨ªtico es que nadie se mueva y que lo nuestro -es decir, lo suyo- no se nos vaya de las manos. O sea, que estamos ante una Europa en construcci¨®n que exigir¨¢ una gran visi¨®n pol¨ªtica y cultural y lo que nos est¨¢n diciendo nuestros gobernantes es que no vayamos m¨¢s all¨¢ de los viejos esquemas centralistas y provinciales que tanto les gustan y que con tanto denuedo intentan potenciar.
Jordi Sol¨¦ Tura es senador del Partit dels Socialistes de Catalunya.
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