Los obispos no pasan
Los obispos no han querido, como hubiera deseado el vicepresidente Rajoy, pasar por alto las acusaciones lanzadas por el Gobierno, y a las que se sum¨® luego la oposici¨®n, por la negativa de la Conferencia Episcopal a adherirse al pacto antiterrorista PP-PSOE. 'El esc¨¢ndalo injustificado tiene su precio', puede leerse en el documento difundido por los obispos en respuesta a las diatribas de los pol¨ªticos.
La pol¨¦mica es bastante absurda. Es l¨®gico que los obispos no se sumen a un compromiso suscrito entre dos partidos y cuyo objetivo esencial es dejar claro que, con independencia de qui¨¦n est¨¦ en el Gobierno, se comprometen a no buscar rentas pol¨ªticas de la violencia. Los firmantes renunciaron expresamente, con buen criterio, a rebajar o expresar de manera m¨¢s ambigua ese principio. No se trataba de buscar un m¨ªnimo com¨²n que permitiera la adhesi¨®n de los nacionalistas, sino de dejar claro el compromiso de los dos ¨²nicos partidos con posibilidades realistas de gobernar. Si a los principios del pacto se adher¨ªan otros partidos, santo y bueno; pero no era ¨¦se el objetivo prioritario.
No se entiende qu¨¦ puede a?adir a un compromiso tan espec¨ªficamente pol¨ªtico la firma de la Iglesia, excepto confusi¨®n. Es l¨®gico que los obispos rehusaran sumarse. Incluso es preferible que no sienten un precedente que pudiera un d¨ªa invocarse para justificar injerencias indeseables. Pero los obispos rehusaron hacer algo que nadie les hab¨ªa pedido. Alguien se dirigi¨® a la Conferencia Episcopal para hablar del pacto, no para pedirles que se adhirieran. Lo que ocurri¨® fue que antes de que se produjera la respuesta apareci¨® el obispo jubilado de San Sebasti¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa Seti¨¦n criticando el pacto y advirtiendo de que si la Conferencia lo firmaba estar¨ªa 'excluyendo a los obispos vascos'.
Ello dio verosimilitud a la sospecha de que el rechazo de algo no solicitado estaba motivado por el deseo de no disgustar a lo que representa Seti¨¦n. Concretamente, un discurso en el que cada palabra contra ETA requiere otra contra el Gobierno de turno, y cualquier referencia a las v¨ªctimas, otra equivalente sobre los presos; y que sostiene que en la ra¨ªz de la violencia terrorista hay un conflicto de naturaleza pol¨ªtica, que la paz no se alcanza con la mera desaparici¨®n de ETA (sin contrapartidas) y que hay que esclarecer 'las razones enfrentadas' de las partes. Nadie duda de que los obispos no respaldan el asesinato; pero se echa en falta un planteamiento n¨ªtido en relaci¨®n con ideas como las rese?adas, cuya influencia en la situaci¨®n actual del Pa¨ªs Vasco es considerable.
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