Perd¨®n por tanto silencio
En los ¨²ltimos tiempos, especialmente en tiempos preelectorales, se ha venido exigiendo a ciertos partidos que condenen ¨¦ste o aquel suceso hist¨®rico, y a la Iglesia Cat¨®lica en todo tiempo que pida perd¨®n por esto o por aquello. No he o¨ªdo ni le¨ªdo, lo que no quiere decir mucho, que se haya pedido algo parecido a otros partidos y sindicatos, y, ni aqu¨ª ni fuera de aqu¨ª, a otras iglesias o confesiones, por ejemplo a la Reformada Calvinista por su actuaci¨®n en Sur¨¢frica, a la Presbiteriana por sus atropellos en Irlanda, a la Anglicana por sus desatinos en muchas de las colonias brit¨¢nicas, al Juda¨ªsmo por su connivencia en la represi¨®n atroz de los palestinos, a la Masoner¨ªa, que no ha sido siempre s¨®lo v¨ªctima... Y el inmenso Islam, ?no tendr¨¢ que pedir perd¨®n a nadie?
En Espa?a no s¨®lo se ha querido olvidar o dejar sin efecto la Reconciliaci¨®n, preparada, estudiada, consensuada durante a?os y despu¨¦s sellada con la Constituci¨®n de 1978, sino que, puestos a volver al v¨®mito, algunos juzgadores de la historia (de los otros) se han olvidado de exigir a ciertas inmaculadas fuerzas hist¨®ricas o a quienes ahora se precian de su herencia el perd¨®n por aquella infausta Constituci¨®n de 1931, origen de tantas desdichas; por la injusta expulsi¨®n de obispos (Segura y M¨²gica); quema de conventos; supresi¨®n continua de peri¨®dicos; cr¨ªmenes impunes; levantamientos izquierdistas desde el mismo 1931; levantamiento en Asturias y en otros puntos de Espa?a contra el Gobierno leg¨ªtimo de la Rep¨²blica, y rebeli¨®n de la Generalitat de Catalu?a contra el r¨¦gimen constitucional en el mismo octubre de 1934... Para no hablar de la primavera de 1936 y de la parte que les toca en la com¨²n guerra civil.
?Qu¨¦ absurdo todo ese empecinado empe?o de algunos, con la torpe colaboraci¨®n de muchos, por intentar renovar nuestro pasado m¨¢s doloroso despu¨¦s de todo lo que dijimos e hicimos desde 1975 a 1980! ?Qu¨¦ f¨¢cil ver vigas en ojos ajenos y sobre todo qu¨¦ c¨®modo querer ajustar las cuentas con la historia (de los otros), sin pensar siquiera en las cuentas que todav¨ªa nos est¨¢ demandando el presente! ?Qu¨¦ irresponsable actitud la del PNV, que parece no haber aceptado nunca la Reconciliaci¨®n entre todos los espa?oles, olvidando una y otra vez todo lo ocurrido en Guip¨²zcoa y Vizcaya durante la guerra civil e incluso su propia actuaci¨®n en Navarra y ?lava en julio de 1936, que no suelen recoger sus historias oficiales!
Y mientras unos vuelven a mediados del siglo pasado -?y por qu¨¦ no hasta los o?acinos-gambo¨ªnos y hasta los v¨¢rdulos-caristios?-, esos mismos y otros muchos pasan por alto lo que sucede hoy mismo. Bastante m¨¢s grave es, por ejemplo, el silencio, entre cobarde y c¨®mplice -y no 'hist¨®rico', sino actual¨ªsimo-, de buena parte de la Iglesia 'progresista' ante la serie ilimitada de cr¨ªmenes, secuestros, extorsiones, destierros, amenazas, difamaciones, insultos... de ETA y sus muchos c¨®mplices, s¨®lo comparable dentro del mundo civilizado a la que ten¨ªa lugar hasta hace poco en el Ulster, y fen¨®meno socio-pol¨ªtico sin igual en la Espa?a de nuestro tiempo.
El querido y admirado Antonio Beristain, cient¨ªfico y jesuita vasco, recoge en su libro de reflexiones y tambi¨¦n de testimonios, De los delitos y de las penas: desde el Pa¨ªs Vasco, algunas quejas amargas sobre su Iglesia m¨¢s cercana. Pero hay poqu¨ªsimos como ¨¦l. En diciembre de 1997 se queja en un diario de Donostia, y teniendo delante varios datos de sociolog¨ªa aplicada, de la actitud y actuaci¨®n de monse?or Seti¨¦n en relaci¨®n con las v¨ªctimas del terrorismo, y se pregunta cosas tan elementales como ¨¦stas: '?Por qu¨¦ la Iglesia vasca nunca ha condenado el terrorismo de ETA prescindiendo de la pol¨ªtica gubernamental estatal? ?Por qu¨¦ nunca ha hecho algo p¨²blicamente a favor de esas v¨ªctimas?'.
He sido yo tambi¨¦n muy cr¨ªtico con Seti¨¦n, a quien m¨¢s le hubiera valido terminar sus d¨ªas activos como profesor de la Universidad de Salamanca, aun sin el benepl¨¢cito del vasco espa?ol¨ªsimo Miguel de Unamuno. Pues, con todo, ha hablado mucho m¨¢s y por eso mejor que todos los muchos mudos que en la Iglesia del Pa¨ªs Vasco y de Navarra no hablaron nunca, o, si hablaron, s¨®lo lo hicieron para sostener, de un modo u otro, la causa de ETA o la de sus c¨®mplices nacionalistas-independentistas, como ese 'brazo eclesi¨¢stico' del MLNV, que no ha dejado de moverse, que yo sepa, desde 1975, y otros similares brazos con que bracean al moh¨ªno muchos seglares cat¨®licos.
Mejor que Seti¨¦n hablaron y hablan obispos como M¨¦ndez, Cirarda, Sebasti¨¢n, Larrauri, Bl¨¢zquez, Uriarte o Asurmendi, a pesar de haberse dejado llevar demasiado tiempo, en horas menguadas, por las directrices de la c¨²pula nacionalista donostiarra, y hasta por sus modos, estilos y lenguaje, y a pesar tambi¨¦n de su obstinaci¨®n en constituir la llamada por casi todos 'archidi¨®cesis vasca', cuando no 'Iglesia vasca', frente a la voluntad de la mayor¨ªa de los cat¨®licos navarros.
Pero, en fin, hablaron y hablan, como habl¨® y habla el Papa, y tambi¨¦n la Conferencia Episcopal Espa?ola, aunque demasiado pendiente siempre de 'los obispos vascos', con un lenguaje m¨¢s moralista te¨®rico que denunciador -?diciendo a¨²n a cada paso que los cr¨ªmenes 'no tienen justificaci¨®n'!- y sin el vigor prof¨¦tico de los grandes hombres de Iglesia, que parece haberse perdido para mucho tiempo. Si ha hecho bien en no firmar el pacto antiterrorista de los pol¨ªticos, ha hecho mal en no llevar a cabo aut¨®nomamente, dej¨¢ndose de ch¨¢ncharras m¨¢ncharras, un gesto claro, rotundo, p¨²blico y colectivo, como acaban de hacer en Lejona los rectores de las universidades espa?olas, que tampoco firmaron el pacto, y como antes lo hicieron en San Sebasti¨¢n y Andoain los directores de diarios nacionales. Es muy de resaltar, asimismo, el valeroso acto del obispo de Bilbao -'un tal Bl¨¢zquez', para Arzalluz-, junto con un grupo numeroso de sacerdotes vizca¨ªnos, reconociendo el olvido y la insensibilidad ante las v¨ªctimas de los terroristas y pidiendo perd¨®n por ello. Dios y enhorabuena.
Si exceptuamos, pues, los obispos, d¨ªgame alguien un testimonio de denuncia; un gesto rebelde, arriesgado, individual o colectivo, evang¨¦licamente testimonial ('martirial'), hecho a la luz y audiencia p¨²blicas, por alguna categor¨ªa clerical o laical, orden, congregaci¨®n, asociaci¨®n o movimiento dentro de la Iglesia.
Y si quienes ten¨ªan m¨¢s obligaci¨®n de hacerlo no lo han hecho, ?por qu¨¦ hab¨ªan de hacerlo los dem¨¢s? Bien triste es, ya digo, que la inmensa mayor¨ªa de las llamadas comunidades o grupos de base, sedicentes 'progresistas', sus foros, c¨ªrculos, jornadas, seminarios, congresos, publicaciones... no se sabe que hayan abierto la boca, ni que hayan hecho una sola acci¨®n de protesta, un solo 'signo prof¨¦tico', como aquellos que hac¨ªamos con tanta facilidad como entusiasmo en el tardo-franquismo, que a muchos les cost¨® algo y a otros, mucho m¨¢s. ?O habr¨¢ acaso que decir que todo fue para muchos mera coincidencia?
Eso s¨ª, sobre El Salvador, Nicaragua, Chiapas, Brasil, Chechenia, Timor, Ruanda... todo lo que se quiera. Causas just¨ªsimas a las que otros tambi¨¦n hemos dedicado miles de horas en nuestras vidas. Pero sobre el terror etarra y su fondo y trasfondo nacionalista-independentista, sectario e inhumano, eso no. El tab¨² y la omert¨¤, cuando no, como ya he dicho, la complacencia o la cooperaci¨®n.
Qu¨¦ soledad, Dios m¨ªo, qu¨¦ decepci¨®n, qu¨¦ traici¨®n, la de estos veintitantos a?os en la Iglesia de Dios que peregrina en Espa?a, sobre todo en Euskadi, Catalu?a y Navarra. Una parte de la Iglesia ha alejado de nuevo a muchos por su complicidad, o por su cobard¨ªa, su miedo, sus medias tintas, sus lenguajes de madera, sus componendas... con el terrorismo y sus secuaces, con sus valedores 'progresistas' y nacionalistas.
Tampoco hacen nada por mejorar las cosas los anticlericales de siempre, que hablan de los obispos, de los curas y de los cat¨®licos a barrisco, todos barajados, confundiendo como es su necia costumbre a unos y otros con la Iglesia, volviendo a tergiversar su historia seg¨²n f¨®rmulas acu?adas e intangibles, y no sabiendo atribuirle, porque no creen en otros valores distintos, m¨¢s que fines pol¨ªticos, maquiav¨¦licamente pol¨ªticos.
Lo cierto es que gracias a un pu?ado de pol¨ªticos, periodistas e intelectuales, algunos de ellos cristianos y cat¨®licos, se ha mantenido todav¨ªa en pie el pabell¨®n de la moral, de la distinci¨®n elemental -da verg¨¹enza decirlo- entre el bien y el mal, entre la vida y la matanza, entre la idolatrizaci¨®n de la patria y los derechos fundamentales de la persona.
Digo un pu?ado. Porque tambi¨¦n puede decirse algo similar a lo que acabo de decir sobre tantos pol¨ªticos, periodistas, intelectuales, escritores, artistas, educadores, profesionales de todas clases -no s¨®lo cocineros-, deportistas..., que durante a?os ni chitaron ni mistaron. Y si no pocos de ellos han levantado su voz o su mano ha sido demasiado tarde, y casi siempre cuando ETA ha golpeado a alguno de los suyos.
Perd¨®n, s¨ª. Por tanto y tan prolongado silencio ante tanto error y horror, ayer, hoy, ahora mismo.
V¨ªctor Manuel Arbeloa es escritor, ex presidente del Parlamento navarro y ex senador socialista.
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