Las c¨¢rceles del horror
En democracias o en dictaduras, en pa¨ªses ricos o pobres, millones de presos sobreviven a duras penas
Con la manos en la cabeza y la frente contra el duro suelo, cientos de presos en calzoncillos se tumbaban alineados en filas el pasado lunes en el patio del penal brasile?o de Carandir¨². En Iberoam¨¦rica son muchas las prisiones tristemente c¨¦lebres por sus motines, reprimidos la mayor¨ªa de las veces a sangre y fuego. Seg¨²n la organizaci¨®n de defensa de los derechos humanos Amnist¨ªa Internacional (AI), las condiciones en las que los presos son recluidos en las c¨¢rceles brasile?as, 'menores de edad incluidos', son crueles, inhumanas y degradantes. Las cifras lo explican todo. En un total de 500 presidios se hacinan 170.000 presos. All¨ª son habituales, indica AI, las muertes de los presos bien por malos tratos ejercidos por sus guardianes o por la negligencia de ¨¦stos a la hora de evitar la violencia entre presos. Las palizas y la intimidaci¨®n son algo habitual para controlar a los d¨ªscolos, la atenci¨®n m¨¦dica es pr¨¢cticamente inexistente y los presos preventivos tienen que compartir el escaso espacio con los condenados a largas penas.
Conseguir plaza para dormir en una litera cuesta no menos de 15.000 pesetas. Los pelda?os de escalera resultan bastante m¨¢s baratos. Muy pocos tienen cama. Duermen en el suelo hacinados 15 presos en celdas de unos 16 metros cuadrados. AI pone como ejemplo del desastre penitenciario brasile?o la prisi¨®n de Roger, en el Estado de Para¨ªba, donde 'los presos se encuentran hacinados en celdas sin ventilaci¨®n donde se filtra el agua de la lluvia'. Y a?ade: 'Las ca?er¨ªas rotas vierten aguas residuales en el patio de la prisi¨®n'.
La masificaci¨®n llega a tal punto que, seg¨²n denuncia la organizaci¨®n Human Rights Watch (HRW), en el Estado de S?o Paulo se producen motines ¨²nicamente para exigir el traslado a penales menos superpoblados. La situaci¨®n llega a tal extremo que los reclusos escapan en cuanto pueden, independientemente del periodo de condena que les quede por cumplir. 'La mayor¨ªa de los presos de Am¨¦rica Latina son preventivos', explica a este peri¨®dico Joanne Mariner, de HRW. 'Hay pa¨ªses en los que el 80% y hasta el 90% son preventivos y eso es porque el sistema de justicia no funciona'. Seg¨²n Mariner, 'falla lo b¨¢sico, la Administraci¨®n no paga a los vigilantes y esto genera corrupci¨®n. Al final, las c¨¢rceles quedan en manos de los presos y los m¨¢s fuertes hacen que los m¨¢s d¨¦biles paguen hasta por poder estar en una celda'.
Estados Unidos, el pa¨ªs que posee la m¨¢s poderosa econom¨ªa del planeta, no regala escalofr¨ªos al mundo con im¨¢genes de sangrientos motines. Su brutalidad es otra. Las im¨¢genes de prisioneros arrastr¨¢ndose por el suelo, golpeados con garrotes el¨¦ctricos, mordidos por perros o insultados por guardas de seguridad son las que provocan la conmoci¨®n y la repulsa de medio mundo de cuando en cuando. En un art¨ªculo de la revista The Economist se asegura: 'A EE UU no le basta con quitar la libertad a los criminales, sino que parece enpe?ado en hacer su vida m¨¢s miserable todav¨ªa'. Phillip Cordova relat¨® a Amnist¨ªa que, durante su primer d¨ªa en la prisi¨®n estatal de Wallens Ridge, le mantuvieron inmovilizado mientras unos guardias de la prisi¨®n le golpeaban y le aplicaban descargas con un arma paralizante de electrochoque. Perry Conner asegura que le aplicaron 12 descargas y le golpearon en la ingle, haci¨¦ndole perder el control de su intestino. Ambos describieron c¨®mo los guardias de esta prisi¨®n de superm¨¢xima seguridad en el Estado de Virginia manten¨ªan un ambiente de terror e intimidaci¨®n mediante, por ejemplo, la utilizaci¨®n, arbitraria o como castigo, de dispositivos de electrochoque, la privaci¨®n del sue?o, la inmovilizaci¨®n con mecanismos que los sujetaban por los tobillos y las mu?ecas en celdas de castigo y la negaci¨®n de asistencia m¨¦dica.
Hoy en d¨ªa, la poblaci¨®n carcelaria de EE UU es de dos millones de personas, de los que casi la mitad son hombres negros, seg¨²n informa el Departamento de Justicia norteamericano. La poblaci¨®n carcelaria de EE UU supone un cuarto de toda la mundial, que se calcula en ocho millones. Un estudio de Sentencing Project, un grupo de abogac¨ªa de Washington, se?ala que uno de cada tres hombres negros en torno a los 20 a?os est¨¢ bajo alguna forma de supervisi¨®n por alg¨²n delito. Tambi¨¦n se?ala que un var¨®n negro nacido en 1991 tiene un 29% de posibilidades de ser encarcelado en alg¨²n momento de su vida, mientras que las de un hispano de sus mismas caracter¨ªsticas es de un 16% y para un blanco un 4%. Entre 1990 y 1995 se construyeron en Estados Unidos m¨¢s de 200 nuevas prisiones, aumentando la capacidad en un 41% y superando el ritmo de crecimiento de, por ejemplo, las universidades. Los datos difundidos por Sentencing Project se?alan que 690 estadounidenses de cada 100.000 est¨¢n en la c¨¢rcel, una cifra que supera a Rusia, seg¨²n datos de 1995.
En las penitenciar¨ªas y en los centros de prisi¨®n preventiva en Rusia, que albergan a m¨¢s de un mill¨®n de reclusos, se inflige un trato cruel, inhumano y degradante, seg¨²n AI. Cientos de miles de personas pendientes de juicio viven recluidas en condiciones de grave hacinamiento. Miles de reclusos tienen que dormir por turnos, a menudo sin ropa de cama. Muchas celdas est¨¢n llenas de suciedad, ratas e insectos y carecen de luz y ventilaci¨®n suficiente.
Hay pa¨ªses donde la situaci¨®n carcelaria es menos conocida porque no permiten el acceso a las organizaciones internacionales y la informaci¨®n es m¨ªnima. Es el caso de China, donde la tortura y los malos tratos a los presos son pr¨¢cticas generalizadas. Los presos que cumplen condena en c¨¢rceles o en campos de trabajo son frecuentemente torturados por los guardias o por otros presos a instancias de los gurardias. Adem¨¢s, se emplea a los presos como mano de obra esclava en la producci¨®n de productos que luego se exportan.
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