Indignos ciudadanos
Andaluc¨ªa es tan grande que no existe, casi tan grande como Portugal, se dice siempre. Si sales de Nerja, al este de M¨¢laga y al oeste de Granada, y quieres llegar a C¨¢diz en transportes p¨²blicos, puedes tardar perfectamente seis horas. M¨¢s de cuatro horas tardar¨¢s en llegar a Almer¨ªa, a la misma Almer¨ªa, no digo a Playa de los Muertos, la Mesa de Rold¨¢n o Agua Amarga, top¨®nimos que parecen surgir de un romance sobre las Cruzadas y sus paladines. ?Cu¨¢nto se tarda a Nerja desde Encinasola, en la otra punta, en los montes de Huelva, frontera con Portugal, que es un pa¨ªs casi del tama?o de Andaluc¨ªa?
Los viajes por Andaluc¨ªa son como viajes continentales, intercontinentales, al B¨¢ltico o a Nueva Jersey. Un andaluz de Nerja siente una extra?eza absoluta ante esas realidades lejanas que acabo de nombrar. He o¨ªdo que en el inevitable proceso de mundializaci¨®n de la econom¨ªa y la cultura los ciudadanos necesitan identificarse con el suelo que pisan y sus valores colectivos: sentirse en un espacio a la medida de la persona. Pero es dif¨ªcil identificarse con territorios que quedan al final de seis horas de viaje, seis horas inc¨®modas, literalmente vomitivas. Existe adem¨¢s el lugar com¨²n de las tradiciones del pa¨ªs, cimentadas en t¨¦cnicas y costumbres compartidas, pero la verdad es que aqu¨ª se vive y se come de muchas maneras diferentes.
Tenemos Canal Sur, gracias a Dios. La mitad de los programas de Canal Sur llevan a Andaluc¨ªa o al Sur en el t¨ªtulo, a los toros y el cante. Yo me acuerdo de aquella familia que s¨®lo vest¨ªa ropa inglesa, le¨ªa prensa inglesa, beb¨ªa agua inglesa y se calentaba con le?a inglesa, la familia Smith, familia inglesa de Londres. Aqu¨ª, en Andaluc¨ªa, las noticias son de Andaluc¨ªa y la banda que distrae a los ni?os es del Sur. Esta banda programa variedades infantiles: Transformers, La leyenda de Colmillo Blanco, G. I. Joe, La mochila, Cardcaptor, El rey Arturo, Don Quijote, Rocky y Bullbinkle, Hello Sandybell o Reporter Blues. En este mundo andaluz, mientras bebemos agua andaluza y respiramos aire andaluz, tan coherentes y vertebrados como la familia Smith de Londres, ya es s¨¢bado por la tarde, y el locutor deportivo del canal andaluz repite incesantemente que el Sevilla y el Huelva son equipos andaluces.
Nos recuerdan sin fin que somos andaluces porque a los gobernantes andaluces los ciudadanos andaluces no les merecen confianza: muchos andaluces no se sienten aut¨¦nticamente andaluces. Leo un informe sobre la articulaci¨®n de Andaluc¨ªa, publicado en estas p¨¢ginas por Lourdes Lucio y Diego Narv¨¢ez: la capitalidad de Sevilla no fue recogida en el Estatuto de Autonom¨ªa para evitar someterla al voto ciudadano. Y leo con admiraci¨®n que nadie tiene datos de c¨®mo se distribuyen entre las distintas provincias andaluzas los fondos p¨²blicos: se sabe que todo el dinero entra en Sevilla, pero nadie sabe hacia d¨®nde sale exactamente. Un alto cargo reconoce que los datos podr¨ªan desagradar a los ciudadanos. As¨ª que se los callan. Para los gobernantes de Andaluc¨ªa los ciudadanos andaluces no son dignos de confianza, y adem¨¢s, seg¨²n estudios oficiales, el 19% son pobres.
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