Marcos deja por primera vez la selva y marcha hacia M¨¦xico en medio de una gran pol¨¦mica
El l¨ªder zapatista y sus 23 'comandantes' recorren desarmados doce Estados del pa¨ªs
Marcos esper¨® a la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobern¨® M¨¦xico desde 1929 al 2000, para desafiar a la presidencia del conservador Vicente Fox saliendo por primera vez de Chiapas desde el comienzo de una insurrecci¨®n que coincidi¨® con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canad¨¢ y M¨¦xico. El pretendido salto hacia la modernidad de este pa¨ªs de 100 millones de habitantes y la asociaci¨®n con los grandes consorcios econ¨®micos norteamericanos quedaron oscurecidas por el aldabonazo sure?o de un ej¨¦rcito de 1.500 desarrapados con escopetas de madera y proclamas contra el capitalismo y la miseria.
El intelectual blanco encapuchado y 23 comandantes de una guerrilla que apenas cuenta con varios cientos de hombres en armas, y que no dispara un tiro desde el 12 de enero de 1994, abandonan hoy, en multitudinaria y desarmada caravana, San Crist¨®bal de las Casas, una de las cuatro cabeceras municipales tomadas en 1994 por el zapatismo. Marcos hab¨ªa elegido para alzarse un Estado de nueve grupos ¨¦tnicos con los m¨¢s ricos yacimientos petrol¨ªferos, la generaci¨®n del 40% de la energ¨ªa hidroel¨¦ctrica y los m¨¢s lacerantes ¨ªndices de analfabetismo, desnutrici¨®n o caciquismo.
De un total de m¨¢s de un mill¨®n de ni?os entre 5 y 14 a?os, un 33% nunca asiste a la escuela, y s¨®lo uno de cada cien alumnos llega a la Universidad. El analfabetismo ind¨ªgena supera el 50% y la mortalidad es un 40% m¨¢s alta que en la capital federal. La expedici¨®n del EZLN recorrer¨¢ 12 Estados pobres adoctrinando a su paso, consolid¨¢ndose entre sus incondicionales y tratando de sumar adeptos entre una izquierda adscrita a su causa, pero reacia a su consecuci¨®n con pasamonta?as y cananas en bandolera.
'El EZLN expresa al movimiento ind¨ªgena que se viene fraguando en Chiapas desde hace 25 a?os, pero es tambi¨¦n un proyecto ajeno a los ind¨ªgenas desde siempre', precisa en San Crist¨®bal la investigadora Carmen Legorreta. 'Es un proyecto de car¨¢cter ideol¨®gico e intelectual, de una izquierda que se plantea o todo o nada, y un cambio global, de la pol¨ªtica econ¨®mica, primero a nivel nacional y tambi¨¦n a nivel internacional'. La bandera ind¨ªgena del subcomandante, agrega Legorreta, no es sino un trampol¨ªn. Otros responden que la equidad pasa por las reformas generales y de fondo propuestas por Marcos.
Pero el universo ind¨ªgena es complejo, y sus necesidades inmediatas, m¨¢s dom¨¦sticas. X¨®chitl G¨¢lvez, responsable de la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Ind¨ªgenas de la Presidencia, declar¨® que otras comunidades denuncian favoritismo en la distribuci¨®n de los fondos oficiales, algunos escamoteados a la pobreza extrema por la corrupci¨®n. 'Ellos se sienten un poco olvidados. En tres reuniones me han dicho '?ya h¨¢ganos caso!, ?ya no le hagan s¨®lo caso a Chiapas!'. Los ind¨ªgenas se informan. Ya ven la tele o escuchan la radio'.
Apoyo al EZLN
Todo M¨¦xico pudo seguir al atarceder del s¨¢bado las charangas de bienvenida dispensadas en San Crist¨®bal a las cuatro columnas del EZLN procedentes de la selva Lacandona. La envergadura de los rebeldes trasciende su implantaci¨®n geogr¨¢fica y f¨ªsica gracias a la maestr¨ªa medi¨¢tica de su l¨ªder, a calamidades reales, y al generalizado debate sobre quienes las padecen suscitado por una sublevaci¨®n que ha acabado constituy¨¦ndose en grupo de presi¨®n pol¨ªtico. Aproximadamente 200.000 ind¨ªgenas viven, y secundan parcialmente al EZLN, en los municipios bajo su influencia de la Lacandona, Altos y Las Ca?adas, domicilio de una tercera parte de los cerca de cuatro millones de habitantes de Chiapas, el 26,6% ind¨ªgena y el 23, 48% analfabeto. La supervivencia de la ¨²ltima guerrilla del siglo XX es posible porque ninguno de los tres ¨²ltimos Gobiernos mexicanos quiso afrontar el coste de su ahogamiento a tiros. Ni Carlos Salinas de Gortari (1988-94) ni Ernesto Zedillo (1994-2000) aventuraron esa soluci¨®n contra un levantamiento que exhibi¨® humillaciones de siglos. Menos la pretende Vicente Fox, cuyo principal arsenal es la legitimidad derivada de su triunfo electoral sobre el PRI, culpable, en buena medida, de la denunciada postraci¨®n.
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