Dos maestras

El ciclo de grandes solistas, patrocinado por Scherzo y Canal +, honr¨® su nombre al presentar a dos int¨¦rpretes absolutamente excepcionales. Quiz¨¢ el concepto de interpretaci¨®n quede corto cuando se trata de aut¨¦nticas hacedoras de m¨²sica, tan rigurosa en su planteamiento como en la perfecci¨®n virtuosista. Que esto significan las personalidades magistrales de la violonchelista Natalia Gutman y la pianista Eliso Virsaladze, nacidas el mismo a?o de 1942 en Mosc¨² y Tiflis, respectivamente.

Ha de contarse, ante todo, con los dones para la efusi¨®n art¨ªstica y humana de estas admirables comunicadoras de belleza. Nos la dio Virsaladze, a solo, en la Polonesa-Fantas¨ªa en La bemol de Chop¨ªn, tocada en una estrecha fusi¨®n de exteriorizaci¨®n a intimidad, desde un 'ideal sonoro' casi m¨¢gico en su potencia afectiva. Junto a Gutman gozamos luego de ese Chopin a la vez natural y problem¨¢tico y en todo momento puro y profundo que aletea en la Sonata en sol menor, otro Chopin sin dejar de ser el mismo de la transcendente invenci¨®n pian¨ªstica. La audiencia, que abarrot¨® la sala grande del Auditorio Nacional, se entreg¨® desde el primer instante, pues los verdaderamente egregios anuncian su condici¨®n desde un ataque, un dise?o, una frase, capaces de anunciar una continuidad hermosa en la suavidad o la energ¨ªa de las tensiones: belleza presentida primero, sentida luego y plenamente triunfante en cada obra.

Otro dato: en el intermedio no se comentaba otra cosa que el mismo arte que como fruici¨®n est¨¦tica nos llegaba desde la escena al m¨¢s rinconero hond¨®n. Deb¨ªa tomar nueva forma para el mensaje de la Sonata de Cesar Frank, clave en su 'modulaci¨®n como continuidad', 'claridad filtrada a trav¨¦s del espacio' cual comentara Jacques Riviere, y 'l¨ªrica sin la menor expresi¨®n de amargura', al decir de Gabriel Faur¨¦. La Sonata, nacida para el viol¨ªn y el piano, conoce transcripciones para viola, chelo e incluso flauta, si bien parece m¨¢s propio de la sustancia el mundo del arco.

La versi¨®n del singular d¨²o de maestras tuvo sustancialidad y largas perspectivas y el ¨¦xito desbord¨® las medidas habituales, as¨ª que result¨® imprescindible el a?adido en forma de variaciones cl¨¢sicas, la ¨²ltima de las cuales la a?adi¨®, nuevamente, el p¨²blico con sus ovaciones. Tarde de m¨²sica entera y verdadera, sin vanidad ni trampa, con perfecci¨®n y grandeza. ?Bravas!