Ca¨ªdos por Espa?a
Las palabras y el tiempo. Al final, ¨¦sas son las dos cuestiones que lo explican todo y por eso nunca est¨¢ de m¨¢s preguntarse qu¨¦ significa exactamente cada cosa en cada momento, cu¨¢ndo empez¨® y cu¨¢ndo ha terminado. Las palabras, a pesar de lo que muchos creen, no significan siempre lo mismo. Durante la guerra civil espa?ola, muchas palabras pac¨ªficas tomaron de pronto significados siniestros: paseo, caf¨¦, tapia, cuneta. 'Caf¨¦, dale mucho caf¨¦', se sabe que dec¨ªan los oficiales franquistas cuando quer¨ªan indicarle a un subordinado que fusilara a un detenido, y eso fue lo que dijo el general Queipo de Llano, al otro lado del tel¨¦fono, cuando lo llamaron a Sevilla para preguntarle qu¨¦ hac¨ªan con Federico Garc¨ªa Lorca, detenido en el Gobierno Civil de Granada.
Y con el tiempo pasa lo mismo. Las ¨¦pocas y las circunstancias cambian y los que sobreviven se reparten en dos grupos, el de los que prefieren la memoria y el de los que prefieren el olvido, el de los que apuestan por recordar los errores para que no se repitan y el de los que defienden el borr¨®n y cuenta nueva. El Gobierno del PP, dependiendo de las ocasiones, se alista en un bando o en el otro, lo cual puede ser una demostraci¨®n tanto de astucia como de falta de verg¨¹enza, seg¨²n c¨®mo se mire.
Para combatir al PSOE, por ejemplo, el Gobierno del PP basa el 90% de su estrategia en la memoria: todo lo malo empez¨® en Felipe Gonz¨¢lez, es su discurso preferido. Y hay que decir que, en cierta forma, les ha dado un gran resultado, porque lo han dicho tantas veces que la mayor¨ªa de los ciudadanos ya no sabemos muy bien cu¨¢ndo tienen raz¨®n y cu¨¢ndo est¨¢n mintiendo. Maldito Felipe, pensar¨¢n algunos, maldito represor de inmigrantes y envenenador de vacas. Eso s¨ª, cuando dentro de cien a?os alguien quiera definir al presidente Aznar en 15 palabras, lo har¨¢ de este modo: 'Era un se?or que se quitaba las gafas, levantaba un dedo y dec¨ªa: '?Usted m¨¢s!'
En el caso de la guerra civil, la posguerra incivil y los a?os b¨¢rbaros de la dictadura, el Gobierno del PP mide las cosas con otro rasero y vota por el olvido. No se avanza manteniendo las heridas abiertas -sostienen sus portavoces-; eso es agua pasada, un cap¨ªtulo antiguo y negro de nuestra Historia. Mejor no tocarlo. Con esos argumentos, el Gobierno del PP y sus autoridades auton¨®micas y municipales suelen tumbar, una detr¨¢s de otra, las propuestas de la oposici¨®n al respecto. Lo hicieron hace poco, y por segunda vez, en el Parlamento, usando su mayor¨ªa absoluta para evitar que la C¨¢mara condenase formalmente el golpe de Estado del Funeral¨ªsimo y basando su acto bochornoso en algunas trampas legales. Lo hicieron, tambi¨¦n hace muy poco tiempo, al condecorar al torturador franquista Melit¨®n Manzanas, ampar¨¢ndose una vez m¨¢s en no s¨¦ qu¨¦ ley. Y acaban de hacerlo, por fin, hace un par de d¨ªas, al rechazar la propuesta socialista de rehabilitaci¨®n de los guerrilleros maquis. Se les pidi¨® que se reconociera su car¨¢cter de combatientes contra el sanguinario Caudillo, que se limpiasen los nombres de los aproximadamente cinco mil maquis que se enfrentaron al dictador durante veinte a?os -de los que sobreviven cuarenta- y se borrara de sus expedientes la palabra bandolero, que figura como descripci¨®n de su actividad. Pero el Gobierno del PP no quiso. ?Qu¨¦ significan todas esas palabras que acabo de decir, entonces, para el Gobierno del PP? ?Qu¨¦ significan para ellos otras palabras como democracia y fascismo? ?Han cambiado esas palabras de significado, como en 1936 lo hicieron paseo, caf¨¦, tapia o cuneta?
Pero siempre hay un rayo de esperanza, y en este caso consiste en saber que algunos Parlamentos auton¨®micos, entre ellos el de Madrid, s¨ª han decidido rehabilitar, con los votos favorables del PP, la memoria de los maquis, esos h¨¦roes solitarios a los que Julio Llamazares escribi¨® su hermosa novela Luna de lobos, que acababa con dos frases terribles: 'S¨®lo oigo ya el rumor negro y fr¨ªo del tren que me arrastra. S¨®lo hay ya nieve dentro y fuera de mis ojos'. Yo propongo, modestamente, que la Asamblea de Madrid agrande a¨²n m¨¢s ese rayo de esperanza quitando todos los signos franquistas que quedan en la ciudad y, antes que ninguno, la estatua del dictador que hay en Nuevos Ministerios. Y que, ya que no van a dinamitar la espantosa Cruz de los Ca¨ªdos, pongan en ella una placa en honor de todas las v¨ªctimas, tambi¨¦n de los republicanos, a quienes los pistoleros les robaron su pa¨ªs.
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