Shanghai
?Es Shanghai la ciudad del siglo XXI tal como asegura Javier Echeverr¨ªa en el cat¨¢logo de la exposici¨®n fotogr¨¢fica Shanghai. El futuro de Alberto Schommer? ?Lo es como lo fueron Londres para el siglo XIX o Par¨ªs y Nueva York para el XX? ?O se refiere a un modelo de ciudad y no tanto a su ubicaci¨®n geogr¨¢fica? ?En qu¨¦ sentido lo dice?
No cabe la menor duda de que Echeverr¨ªa, autor de Tel¨¦polis, sabe de lo que habla cuando habla de ello. Echeverr¨ªa -respondiendo a lo anterior- lo dice en ambos sentidos: Shanghai es puerta del drag¨®n chino, dice, llamado a ser el gran mercado del pr¨®ximo siglo, y es, tambi¨¦n, c¨®mo no, la ciudad informacional del futuro (atribuyan la palabra al fil¨®sofo). La sugerencia es interesante y nos ayuda a reflexionar sobre nosotros y nuestro mundo.
Antes de entrar en ello, una breve nota sobre su evoluci¨®n. Shanghai pas¨® de ser una ciudad interesante a ser una ciudad clave con la llegada de los occidentales el pasado siglo. Cosmopolita e intrincada (?recuerdan El embrujo de Shanghai de Von Sternberg?), fue una urbe de encuentro y mestizaje entre Oriente y Occidente. Luego, con el r¨¦gimen de Mao y el cierre de fronteras, Shanghai volvi¨® a ser una ciudad imponente y populosa, pero dej¨® de contar en la red mundial de ciudades. Ahora emerge de nuevo. Lo hace gracias a la nueva pol¨ªtica del r¨¦gimen chino en relaci¨®n con ella. Y crece, no por casualidad, huyendo de la vieja ciudad europea, el Bund situado en la margen izquierda. Crece a lo largo de la margen derecha del r¨ªo formando un bosque f¨¦rtil de torres. La suerte de las ciudades, se colige, no es ajena a la voluntad de sus grupos dirigentes que las perfilan y animan (a partir de lo que hay, claro est¨¢). Entre nosotros -despu¨¦s de todo, de eso se trata-, las autoridades deben contar con lo que hay (Bilbao), sin duda. Pero perfilarlo con una nueva dimensi¨®n como Ciudad Vasca (o como rayos se la quiera llamar), como suma de ciudades conurbadas. Y, probablemente, hacer que crezca m¨¢s all¨¢ de la vieja ciudad, darle otro aire (que no es b¨¢sicamente lo que hoy se est¨¢ haciendo).
Volviendo a una reflexi¨®n m¨¢s general, no parece que el eje del pr¨®ximo siglo tenga que desplazarse necesariamente hacia el lejano Oriente, como sugiere Echeverr¨ªa, ni que la ciudad del futuro se est¨¦ proyectando precisamente en China. Sobre la primera cuesti¨®n, cada vez son m¨¢s los economistas que, a pesar de reconocer el empuje de la econom¨ªa oriental liderada por Jap¨®n y basada en la producci¨®n flexible con empresas verticalmente integradas, creen que el nuevo reto econ¨®mico, m¨¢s cient¨ªfico e inform¨¢tico, est¨¢ siendo liderado por EE UU. Lo que, por lo dem¨¢s, tampoco significa gran cosa, dada la desubicaci¨®n consustancial al nuevo producto. No pocas islas son hoy sede de grandes negocios de comunicaci¨®n en red.
En cuanto a sus rasgos de ciudad del futuro, sin duda los tiene. Pero tambi¨¦n ¨¦stas parecen estar desarroll¨¢ndose en los EE UU. Los habitantes de las zonas suburbanas estadounidenses superaban en 1990 al de las rurales y las urbanas juntas. El pa¨ªs comienza a ser una extensa red de ¨¢reas suburbanas. Ciudades como San Luis (tambi¨¦n nudo fluvial en otro tiempo) se han convertido en un ¨¢rea informe de hasta noventa municipalidades con una extrema fragmentaci¨®n urbana, sin un centro reconocible, ¨¢reas de torres con calles desiertas y en las que se pueden recorrer hasta cincuenta o setenta kil¨®metros antes de poder abandonar las barriadas, garajes, zonas residenciales, restos de antiguas ciudades semihabitadas y centros comerciales. Lugares con una poblaci¨®n multirracial, sin autoridad p¨²blica, controladas por empresas o grupos informales. Si viaja usted por Europa, encontrar¨¢, a peque?a escala y atenuado, otro tanto. Pronto, en cuanto llegue la ola de inmigrantes, tambi¨¦n el paisito ser¨¢ eso. Si ya desde la antig¨¹edad la ciudad es, ante todo, un lugar de convivencia, habr¨¢ que recrearla a partir de esa circunstancia. Bueno ser¨ªa imaginarlo ya.
Sea como fuere, en la exposici¨®n abierta en el Palacio Montehermoso de Vitoria puede ver al Schommer reportero y poeta en Shanghai. Ambos le emocionar¨¢n. Ver¨¢ texturas de gris y negro de una pureza salvaje y una sutileza luminosa; im¨¢genes veladas, tardes lluviosas y habitadas, y un paisaje urbano de calles y bosques de torres, y gente, gente de carne y hueso.
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