Mayor regresa a Euskadi para saldar una vieja deuda
El candidato del PP lleva a?os pidiendo a sus compa?eros que resistan el acoso de ETA y combatan el dominio nacionalista. Ahora ha llegado su turno
Su historia est¨¢ marcada por una fotograf¨ªa en blanco y negro. Fue tomada el a?o 1977 en Zum¨¢rraga (Guip¨²zcoa) y en ella aparece Jaime Mayor junto a su t¨ªo Marcelino Oreja y cuatro hombres j¨®venes, fundadores de la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) en el Pa¨ªs Vasco.
-Dos a?os despu¨¦s, s¨®lo qued¨¢bamos vivos mi t¨ªo y yo. ETA fue matando a todos los dem¨¢s, uno a uno; a tres de ellos -Jos¨¦ Ustar¨¢n, Jaime Arrese y Juan de Dios Doval- en el plazo de un mes.
Desde entonces, Jaime Mayor Oreja, nacido en San Sebasti¨¢n en 1951, ingeniero agr¨®nomo de carrera y pol¨ªtico de profesi¨®n, casado y padre de cuatro hijos, trabaja para una obsesi¨®n: terminar con ETA. A ello le ayuda la presencia constante en su despacho de aquella fotograf¨ªa, del recuerdo de aquellos hombres y tambi¨¦n del tiempo gris en que murieron...
Sus adversarios le echan en cara que intente convertirse en el primer 'lehendakari' que no aprende euskera
-Hay que reconocer -admite I?aki Anasagasti, portavoz del PNV en el Congreso- que la transici¨®n en Euskadi fue muy dif¨ªcil para aquellos partidos, como la UCD, a los que nosotros identific¨¢bamos con el franquismo. Se lo hicimos pasar muy mal. Quiz¨¢s por eso hay en ¨¦l una especie de resentimiento hist¨®rico hacia el PNV.
No es dif¨ªcil adivinar, por tanto, que los mandamientos pol¨ªticos de Mayor Oreja -de profundas convicciones religiosas- se cierran en dos: acabar con ETA y aislar de paso el nacionalismo vasco. A una y otra cosa se dedic¨® casi en exclusiva durante sus ¨²ltimos cinco a?os al frente del Ministerio del Interior. Y tambi¨¦n son ¨¦sos y por ese orden sus objetivos desde que el pasado martes fuese nombrado oficialmente candidato del Partido Popular (PP) a la presidencia del Gobierno vasco.
No es la primera vez que Mayor Oreja lo intenta -ya lo hizo en 1990 y 1994-, pero s¨ª la ¨²nica con posibilidades reales de conseguirlo: a sus buenas expectativas electorales se une el previsible apoyo de los socialistas vascos, tan comprometidos como ¨¦l en asistir a la proclamaci¨®n del primer lehendakari no nacionalista de la historia.
Si es verdad que Mayor Oreja se juega mucho en las pr¨®ximas elecciones vascas, tambi¨¦n lo es que no ten¨ªa otra opci¨®n que aceptar la apuesta. Si es cierto que deja en Madrid un rinc¨®n tranquilo y un futuro prometedor -segu¨ªa siendo el ministro mejor valorado y el preferido por los votantes del PP para sustituir al actual presidente-, tambi¨¦n lo es que tiene un compromiso ineludible que cumplir. Y no s¨®lo con sus viejos amigos de la UCD asesinados por ETA; tambi¨¦n con los concejales y cargos p¨²blicos del PP a los que ¨¦l -personalmente y tras cada atentado terrorista- ha venido pidiendo, exigiendo casi, que resistieran en sus puestos el acoso terrorista. Algunos de ellos le hicieron caso y no lo contaron. Otros prefirieron marcharse. La inmensa mayor¨ªa sigue aguantando, aunque, como en el caso de Carlos Iturgaiz, hayan tenido que cambiarse hasta seis veces de domicilio para intentar despistar al peligro. Ahora, queda claro, Don Tranquilo no pod¨ªa echarse atr¨¢s.
-S¨ª, s¨ª, siempre le llamamos Don Tranquilo, pero eso no es rigurosamente cierto.
El senador del PP Gonzalo Quiroga fue compa?ero de pupitre de Mayor Oreja en el colegio de los Marianistas de San Sebasti¨¢n. Juntos recibieron las clases de franc¨¦s de don Rafael Robredo, preceptor del ahora candidato:
-Lo recuerdo como un chaval muy religioso, pero sin beater¨ªa.
Y tranquilo, muy tranquilo, aunque s¨®lo por fuera. Mayor Oreja esconde tras su aparente flema -'ese aspecto de abad mitrado que tan bien da el pego', en palabras de I?aki Anasagasti- un interior en continua ebullici¨®n. Se le nota en su pierna izquierda, que mueve constantemente cuando est¨¢ nervioso y su rostro no lo refleja; en sus broncas espor¨¢dicas a sus colaboradores, a los que siempre ri?e utilizando el plural -'no podemos volver a equivocarnos as¨ª'-, y en su genio en la cancha.
-Alguien que lo viera jugando al f¨²tbol o al paddle, no saldr¨ªa de su asombro. Es muy buen deportista y no le gusta perder. Se faja mucho y se enfada con los compa?eros -cuenta el periodista Cayetano Gonz¨¢lez, quien, junto a la secretaria Miren Aguirre, forman el equipo de Mayor Oreja. Con ¨¦l estuvieron en Interior y con ¨¦l estar¨¢n ahora en Vitoria, donde ya han alquilado pisos y oficinas para cubrir la campa?a electoral.
Cayetano Gonz¨¢lez repasa 47 nombres -los de las v¨ªctimas de ETA durante el mandato de Mayor Oreja al frente de Interior- para detenerse finalmente en uno: Miguel ?ngel Blanco.
-Fue el momento m¨¢s duro, cuando yo lo vi peor. Durante el secuestro y tambi¨¦n despu¨¦s, en la UVI del hospital Nuestra Se?ora de Ar¨¢nzazu, mientras Miguel ?ngel agonizaba.
-?Llor¨® entonces? ?Se sinti¨® de alguna manera responsable de aquel desenlace?
-No, no llor¨®. Y tampoco se sinti¨® moralmente responsable de aquella muerte. Ten¨ªa claro que el Gobierno no pod¨ªa ceder al chantaje de ETA.
Mayor Oreja tiene desde siempre una fe ciega en la l¨ªnea recta, lo que constituye una prueba de coherencia para sus amigos y de intransigencia para sus adversarios. Su t¨ªo Marcelino Oreja, actual presidente de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), fue quien lo meti¨® en pol¨ªtica:
-Jaime siempre ha tenido un gran respeto por la lengua y la cultura vasca, pero siempre haci¨¦ndolo compatible con una idea clara de Espa?a.
Y es eso precisamente lo que no est¨¢ tan claro en Euskadi. Sus adversarios pol¨ªticos ya le echan en cara que intente convertirse en el primer lehendakari que ni intenta siquiera aprender euskera. Y tambi¨¦n que su bagaje pol¨ªtico m¨¢s inmediato sea el de jefe de polic¨ªas y guardias civiles en una tierra donde ni los cr¨ªmenes horribles de ETA consiguen hacer olvidar un pasado muy oscuro de abusos policiales. Tampoco se entendi¨® demasiado su postura durante la tregua.
-Nos doli¨® -dice un antiguo compa?ero de estudios-. Nos doli¨® y as¨ª se lo dijimos. Deber¨ªa haber apostado. Aqu¨ª fuimos felices durante unos meses sin tiros. Y aunque ETA finalmente le diera la raz¨®n y se volviera m¨¢s loca que nunca, seguimos sin entender que Jaime no lo intentara.
No s¨®lo recibi¨® las cr¨ªticas fraternales de sus amigos. Los ¨²nicos problemas de Mayor Oreja en el seno del Gobierno de Aznar se produjeron durante la tregua de ETA. Mientras el entonces ministro de Interior la calificaba una y otra vez de 'trampa', su secretario de Estado, Ricardo Mart¨ª Flux¨¢, dialogaba con los terroristas por orden de Aznar y ejecutaba el plan de acercamiento de presos. 'S¨®lo su gran amistad personal', admite un estrecho colaborador de ambos, 'evit¨® entonces que uno y otro airearan sus discrepancias'.
El d¨ªa que finalmente el actual lehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, fij¨® la fecha de las elecciones, Jaime Mayor admiti¨® ante una compa?era de partido que aquel anuncio le reportaba una cierta dosis de alivio.
-Es que es muy duro tener que meter cada d¨ªa en la maleta la corbata negra de los entierros.
Pero tambi¨¦n el anuncio de Ibarretxe encerraba una preocupaci¨®n. Si la fijaci¨®n de ETA contra PP y PSOE ya hac¨ªa presagiar una campa?a electoral muy peligrosa, la presencia del ex ministro de Interior la complica a¨²n m¨¢s. Un amplio dispositivo de seguridad y un dise?o nuevo de campa?a -m¨¢s entrevistas y menos actos de calle- intentar¨¢n contrarrestar el peligro.
-?Y si pierde? ?Se quedar¨¢ Mayor Oreja a hacer oposici¨®n en Euskadi o volver¨¢ a la pol¨ªtica de Madrid?
-No perder¨¢ -dice Cayetano Gonz¨¢lez-. Pero si pierde, que se quede o no depender¨¢ de c¨®mo pierda.
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