Clinton se queda solo
Los testimonios en el Capitolio sobre el perd¨®n otorgado por Bill Clinton, en el ¨²ltimo minuto de su mandato, al fugitivo y defraudador de impuestos Marc Rich han puesto de relieve lo que ya se aventuraba: sus asesores m¨¢s inmediatos se pronunciaron en contra de una medida impresentable, tanto por el historial del personaje como por el m¨¦todo utilizado. La actitud de Clinton, m¨¢s all¨¢ de su arrogancia, apunta a un concepto oportunista del poder pol¨ªtico. Los mismos estadounidenses que en general juzgaron con indulgencia su debilidad en el caso Lewinsky rechazan de plano su conducta.
Clinton, sus abogados y sus menguantes amigos pol¨ªticos sugieren que el presidente cometi¨® un mero error de juicio al perdonar al megafinanciero Rich y algunos otros de una lista de 176. Pero las investigaciones parlamentarias en curso sugieren que el dinero ha tenido algo que ver en aquella magnanimidad. Denise, la ex esposa del financiero escondido en Suiza, contribuy¨® con un mill¨®n de d¨®lares a la campa?a de los dem¨®cratas del a?o pasado y con casi medio a la biblioteca que honrar¨¢ a Clinton en Arkansas. Otros 70.000 fueron al triunfante envite senatorial de Hillary Clinton por Nueva York, e incluso esta dedicada ex c¨®nyuge ha facilitado la adquisici¨®n del nuevo hogar de los Clinton.
El caso Rich podr¨ªa quedar incluso en un monumental traspi¨¦ si no fuera porque comienzan a conocerse tambi¨¦n las actividades de turbios parientes pr¨®ximos a la ex pareja presidencial para conseguir a cambio de dinero perdones o acceso f¨¢cil a la Casa Blanca. La aparici¨®n en escena de Tony y Hugh Rodham, hermanos de Hillary -obligado el ¨²ltimo a devolver los 400.000 d¨®lares embolsados por conseguir clemencia para dos delincuentes-, o la de Roger Clinton, hermanastro del presidente e indultado ¨¦l mismo, sugieren casi una industria familiar de la influencia.
Al margen del bald¨®n para Clinton que supone la investigaci¨®n abierta por el Congreso, el Partido Dem¨®crata resulta especialmente perjudicado por la saga final de la pareja. Una actitud encomiable por parte del ex presidente ser¨ªa abandonar de inmediato el protagonismo pol¨ªtico entre los suyos, aunque ni su trayectoria ni la ausencia de un sucesor claro abonan esta eventualidad. En todo caso, la triste despedida de la Casa Blanca no ayudar¨¢ a la designaci¨®n de Hillary Clinton como candidata de los dem¨®cratas a la presidencia en 2004. Sus probabilidades de serlo han quedado dr¨¢sticamente menguadas.
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