Un pr¨¦stamo para afrontar el d¨ªa a d¨ªa y llegar a fin de mes
Rafael Pascual Chavida, de 58 a?os, su mujer y una de sus hijas, que entonces ten¨ªa nueve a?os, fueron v¨ªctimas del envenenamiento por aceite de colza. Casi desesperado por la tardanza en cobrar la indemnizaci¨®n, acaba de pedir un pr¨¦stamo con el fin de afrontar el d¨ªa a d¨ªa, despu¨¦s de haber firmado letras para cambiar el coche con el que trabaja como taxista en Sanchonu?o, un peque?o pueblo de Segovia, de 753 habitantes, donde result¨® afectada casi el 10% de la poblaci¨®n.
La casualidad envolvi¨® la compra de una garrafa de cinco litros del aceite adulterado. 'Por aqu¨ª ven¨ªa un se?or con una camioneta', comenta Pascual. 'Un d¨ªa que ¨ªbamos a realizar unas compras a Valladolid, no ten¨ªamos aceite y, justo en la plaza de la iglesia, ella vio el cami¨®n que, seg¨²n hab¨ªa o¨ªdo decir, tra¨ªa desde Ja¨¦n un aceite muy bueno de oliva a granel'. Desde el centro hospitalario ¨¦l mismo llam¨® a su madre, que viv¨ªa con el matrimonio, para decir que no gastaran m¨¢s aceite de la garrafa. Demasiado tarde: la familia ya hab¨ªa consumido medio bid¨®n.
Ayuda de sus hijas
Exteriormente no se le aprecian las secuelas, ya que su problema es pulmonar, pero Pascual dice que le da hasta verg¨¹enza tener que sentarse cuando apenas lleva andando medio kil¨®metro, porque se cansa y se ahoga. Sale adelante gracias a la ayuda de sus hijas, 'y, ahora, el Estado se burla de nosotros, porque ha habido juicios y condenas firmes, pero muchos dicen que vamos a morir sin ver el dinero, porque cobrar¨¢n antes los de las vacas locas', asegura.
En 1981, este afectado regentaba un peque?o estanco y una nave de cr¨ªa de pollos. Su familia fue de las primeras en intoxicarse: 'Empec¨¦ a notar a mi mujer con irritaciones en la cara. Hacia febrero o marzo, le detectaron una alergia, que pensamos que pod¨ªa ser del corral, o por las cortinas que puso en un ba?o'. Al poco tiempo ingres¨® la mujer, que ahora padece graves secuelas, 'hasta el punto de que si deja de moverse se queda r¨ªgida como una tabla', explica su esposo. 'Tambi¨¦n enferm¨® mi hija, y yo estaba afectado pero no lo notaba, hasta que no aguant¨¦ m¨¢s y me tuvieron que llevar al hospital', explica.
En Sanchonu?o han cobrado siete de los 30 afectados, lo que provoca tensi¨®n entre los vecinos, que lo ven como una inexplicable discriminaci¨®n. Pascual desconf¨ªa. Como le dijo a otro afectado al que se le acaba de morir su esposa: 'Despu¨¦s de lo que hemos pasado no vamos a disfrutar, nos vamos a morir y no se va a haber hecho realidad lo que llevamos luchando durante 20 a?os. Al menos que haya una peque?a recompensa, ya que no nos van a devolver los dolores o los malos ratos'.
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