Almonte contra Napole¨®n
Una historiadora relata c¨®mo el Roc¨ªo Chico tiene su origen en un episodio de la Guerra de la Independencia
Almonte. 17 de agosto de 1810. Guerra de la Independencia. Los vecinos de esta localidad onubense se encomendaron a la Virgen del Roc¨ªo, su patrona, para frenar la matanza ordenada por los mandos franceses contra el pueblo, despu¨¦s de que los almonte?os atacaran por sorpresa a las tropas de Napole¨®n y mataran a tiros al capit¨¢n D'Ossaux, responsable del destacamento acampado en la zona.
La matanza se evit¨® y, desde entonces, los vecinos de esta comarca onubense prometieron peregrinar una vez al a?o, en pleno verano, a la aldea de El Roc¨ªo, para dar gracias a la Se?ora. Un acto religioso y social, que aglutina a miles de devotos, conocido como el Roc¨ªo Chico. Seg¨²n los historiadores, los soldados galos no cumplieron su fatal venganza de saqueo y sangre, ya que, en el ¨²ltimo momento, cuando avanzaban hacia Almonte, recibieron una orden de regreso a Sevilla para reforzar la defensa de esa ciudad.
Este cap¨ªtulo se relata con todo lujo de detalles en el libro El tiempo de los franceses, escrito por Mar¨ªa Antonia Pe?a, profesora del ¨¢rea de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Huelva, por encargo del Ayuntamiento de Almonte. La autora realiza un estudio exhaustivo en el que se analiza la importancia estrat¨¦gica que tuvo la provincia onubense y, sobre todo, Almonte en el conflicto b¨¦lico que enfrent¨® a espa?oles y franceses entre 1808 y 1814 tras la ocupaci¨®n que realizaron las tropas de Napole¨®n.
Pe?a realiza este trabajo casi un siglo despu¨¦s de que saliera de los talleres de Edmon Dubois, en la Rue des Grans Agustins, de Par¨ªs, la obra titulada Un village andalou (Un pueblo andaluz), escrita por Jean D'Orleans, que narra los hechos acontecidos en Almonte. La profesora onubense acompa?a su estudio particular de una edici¨®n cr¨ªtica, que ofrece una aproximaci¨®n a la trayectoria vital del escritor franc¨¦s y las caracter¨ªsticas de su estilo.
La brutal presi¨®n de los invasores desbord¨® la paciencia de los almonte?os cuando se les oblig¨®, cumpliendo ¨®rdenes, la formaci¨®n de milicias fieles al r¨¦gimen afrancesado. 'Los individuos que compongan estas compa?¨ªas deber¨¢n tener al menos 17 a?os de edad y nunca m¨¢s de 50. Estar¨¢n acreditados por su buena conducta y no deber¨¢n tener defecto notable en su persona, ni menos estatura que la de cinco pies', seg¨²n dec¨ªa el propio Jose I, al que su hermano Napole¨®n entreg¨® la corona de Espa?a.
Mar¨ªa Antonia Pe?a asegura que 'seg¨²n el relato de D'Orleans, es muy probable que fueran precisamente estas ¨®rdenes las que actuaron como detonante del levantamiento de una partida de almonte?os'. Y as¨ª ocurri¨®. 'Un grupo de guerrilleros atac¨® de forma sorpresiva a los dos destacamentos acuartelados en la villa, acabando con la vida del capit¨¢n D'Ossaux y con varios oficiales heridos de gravedad'.
Cuando los mandos de Sevilla se enteraron de lo ocurrido, 'enviaron un escuadr¨®n a Almonte, que detuvo a las autoridades civiles y eclesi¨¢sticas, adem¨¢s de a sus ciudadanos m¨¢s insignes, que retuvieron en la casa de la familia Cepeda -la m¨¢s conocida de la localidad- donde se hab¨ªa dado muerte al capit¨¢n franc¨¦s'. Entretanto, un batall¨®n se dirig¨ªa al pueblo 'para pasar a deg¨¹ello a los almonte?os'.
La presencia de tropas espa?olas en las cercan¨ªas del Aljarafe sevillano y la necesidad de reforzamiento de la capital hispalense, hizo abortar la masacre. 'Los almonte?os retenidos, que se hab¨ªan encomendado a la Virgen del Roc¨ªo, no dudaron de que su salvaci¨®n se debi¨® a la intervenci¨®n de su patrona', dice Pe?a. Todav¨ªa hoy se guardan algunos vestigios de aquella escena b¨¦lica, como la puerta de la vivienda en la que resid¨ªa el capit¨¢n franc¨¦s asesinado, atravesada por los disparos efectuados por los almonte?os.
![Procesi¨®n durante la festividad del Roc¨ªo Chico.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MXJM5ITLTERCNHY7KMZFM43ZCM.jpg?auth=12cc4334bc7d439ff3af13378c313771a59a655b2c11ec41fae2dd4d444e3269&width=414)
El deseo de invadir Portugal
Almonte, al igual que otros pueblos de la provincia onubense, como Niebla y casi toda la comarca del Condado, 'supuso un territorio estrat¨¦gico para los destacamentos franceses, que los utilizaban como centros de aprovisionamiento de v¨ªveres a la ciudad sitiada de C¨¢diz', explica Mar¨ªa Antonia Pe?a. 'El objetivo de Napole¨®n era conquistar Portugal, por lo que Huelva, al igual que el sur de Badajoz y Sevilla, eran puntos de asentamiento de mandos y soldados', agrega la profesora. Portugal, tradicional aliado de Inglaterra, era un inc¨®modo basti¨®n que irritaba a Napole¨®n. Precisamente, las tropas francesas entraron en Espa?a en 1808 como una etapa del camino que Napole¨®n preve¨ªa culminar con la invasi¨®n de Portugal. El emperador de los franceses necesitaba adue?arse de Portugal para que el bloqueo contra Inglaterra fuera efectivo. Si consegu¨ªa maniatar a su gran enemigo, Inglaterra -el imperio que basaba su fuerza en su poder¨ªo mar¨ªtimo-, Napole¨®n controlar¨ªa Europa. El bloqueo continental (1806-1808) supuso un fuerte golpe para Inglaterra. Adem¨¢s, la invasi¨®n de Portugal era fundamental para que el corso cumpliera otro de sus objetivos: ser el due?o del Mediterr¨¢neo occidental y de las riquezas del imperio americano. Tras las pat¨¦ticas y vergonzosas renuncias al trono del rey Carlos IV y su hijo Fernando, Napole¨®n entreg¨® la corona de Espa?a a su hermano Jos¨¦ Bonaparte. Sin embargo, el pueblo madrile?o reaccion¨® violentamente contra la invasi¨®n y se amotin¨® el 2 de mayo de 1808. El ejemplo prendi¨® como la p¨®lvora en el resto de Espa?a. Y los almonte?os dejaron tambi¨¦n su sangre en el combate. La historiadora subraya que en la provincia onubense 'no se produjeron batallas significativas ni decisivas, pero los franceses se dedicaron a saquear todos los pueblos'. 'As¨ª, se instalaban en las casas, quemaban las iglesias y se abastec¨ªan con todos los enseres y propiedades de los vecinos, que soportaban el conflicto presos de p¨¢nico. Una situaci¨®n que en otras zonas, como la Sierra y el And¨¦valo, fue mucho m¨¢s espor¨¢dica', indica la profesora. En el caso de Almonte, a?ade Mar¨ªa Antonia Pe?a, 'la presi¨®n que ejercen los mandos franceses es absoluta'. 'Los vecinos, adem¨¢s de sus impuestos, pagaban a los franceses, lo que produc¨ªa un malestar generalizado', dice la profesora. Mar¨ªa Antonia Pe?a explica en su libro: 'Se trataba a toda costa de extraer fondos de donde fuera, pues, tras un a?o y medio de continua sangr¨ªa econ¨®mica, los recursos del municipio y de la propia poblaci¨®n almonte?a se encontraban totalmente esquilmados'. La presi¨®n francesa tuvo como colof¨®n la reacci¨®n de los vecinos de la localidad onubense.
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