Paso a Ariel Sharon
ConcluidoS los complicados ritos de la formaci¨®n de Gobierno en Israel, y con los caracter¨ªsticos tiras y aflojas de ¨²ltimo minuto, el Estado sionista tiene como primer ministro al ex general y jefe del Likud Ariel Sharon, el gobernante que se ha mostrado m¨¢s antipalestino, de palabra y de obra, en la historia del pa¨ªs. A su alrededor hierve la protesta en los territorios ocupados; d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, uno, dos, tres, cuatro muertos, casi todos palestinos, ponen punto y seguido a la tragedia.
Este Gobierno de Sharon, como todos sus antecesores, es una compleja coalici¨®n, en este caso de siete partidos. El propio Likud, los laboristas y los ultrarreligiosos sefard¨ªes del Shas constituyen el tr¨ªptico funcional del mismo, conseguido tras un mes de negociaciones. A ellos se suman varias formaciones menores, un total de 73 diputados sobre 120, de un Parlamento que ayer aprob¨® suprimir la elecci¨®n directa del primer ministro y volver, a partir de las pr¨®ximas legislativas, al sistema tradicional, seg¨²n el cual es jefe del Gobierno el l¨ªder del partido que obtenga m¨¢s esca?os. Al margen de las dificultades de funcionamiento inherentes a una alianza semejante, el equipo de Sharon s¨ª tendr¨¢ una s¨®lida base parlamentaria. Pero, ?a qu¨¦ prop¨®sito sirve este nuevo Ejecutivo?
La iron¨ªa es que el votante ha elegido a Sharon para que haga la paz, aunque, lamentablemente, en t¨¦rminos imposibles de aceptar por la opini¨®n palestina: ninguna concesi¨®n conocida sobre Jerusal¨¦n, Estado en parches territoriales, permanencia de gran n¨²mero de colonos en los mismos, no reconocimiento del derecho de los refugiados al regreso. Lo mismo, s¨®lo que algo peor, de lo que ofrec¨ªa su antecesor, el laborista Ehud Barak.
Sobre esas bases nada parece que vaya a detener la Intifada, ni siquiera una represi¨®n a¨²n m¨¢s dura, si es que ello es posible, y el enterramiento ya formal del proceso de paz. Sharon, que en su discurso anoche al Parlamento tendi¨® su mano a los palestinos, ha dicho mil veces que no negociar¨¢ mientras dure la violencia. Pero no parece probable que cese. Incluso si hubiera un acuerdo para ponerle fin, el jefe del Likud no aceptar¨ªa m¨¢s que alguna retirada complementaria a los pocos m¨¢s de 1.000 kil¨®metros cuadrados, sobre los 6.000 de todos los territorios, que ya ha evacuado el Ej¨¦rcito de Israel.
?sos no son, evidentemente, los mimbres para la paz a los que se ha asociado en un Gobierno de unidad nacional -d¨ªcese inconsecuentemente que para moderar a Sharon- el Partido Laborista, que hoy preside provisionalmente Sim¨®n Peres, tambi¨¦n ministro en el nuevo Gabinete. Nos hallamos, por tanto, en un probable tiempo de espera, en el que, pese a todo, habr¨¢ que conceder al ex general, y asegura ¨¦l mismo que ex ultra, un breve beneficio de la duda.
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