Apostillas a un esc¨¢ndalo
- 1. Seg¨²n rese?an las cr¨®nicas del suceso, uno de los detalles que, el jueves de la pasada semana, m¨¢s inflamaron los ¨¢nimos del pu?ado de fan¨¢ticos que hab¨ªa acudido al Ateneo Barcelon¨¦s para jalear a Barrera en la frustrada presentaci¨®n de su libro fue que, entre el piquete protestatario, hubiese un negro tocado con barretina. 'Quins pebrots!', exclam¨® alguien ante la supuesta provocaci¨®n. Pero no hab¨ªa tal, como no la hubiera habido de ser el de la barretina un trabucaire del Solson¨¨s, porque el negro en cuesti¨®n no era ni un intruso, ni un pobre subsahariano manipulado, ni un sin papeles especialmente audaz; oriundo de la entonces Guinea Espa?ola, arraigado en Catalu?a desde hace d¨¦cadas, mi amigo Florencio Mic¨® Mangue es por lo menos tan catal¨¢n como yo, sin duda con m¨¢s m¨¦rito que yo. Le conoc¨ª en la Aut¨®noma de fines de la d¨¦cada de 1970, en las aulas de la Facultad de Periodismo, y desde entonces le he visto colaborando con ONG y sindicatos en los problemas de los trabajadores inmigrados, manifest¨¢ndose por sus derechos, combatiendo sin fatiga contra la discriminaci¨®n, enriqueciendo en el mejor sentido de la palabra la sociedad dentro de la cual se ha querido integrar. Su presencia ese d¨ªa en el zagu¨¢n del Ateneo estaba, pues, m¨¢s que legitimada, y si cometo la indiscreci¨®n de citarle es para subrayar lo obvio: que los problemas en torno a la inmigraci¨®n no surgen principalmente por el color de la piel, sino por la disparidad de niveles econ¨®micos y educativos, por el choque cultural, por la competencia en el uso de recursos y servicios p¨²blicos siempre limitados (vivienda social, sanidad, educaci¨®n...), por la existencia de bolsas de delincuencia asociadas a ciertos grupos nacionales... Y bien, ?no ser¨ªa mejor debatir y atacar con rigor estas cuestiones, en lugar de seguir arroj¨¢ndose a la cabeza los ep¨ªtetos de xen¨®fobo y racista?
- 2. Discrepo profundamente de las concepciones nacionalistas de Heribert Barrera porque me parecen escler¨®ticas y suicidas, pero a pesar de ello creo que la reacci¨®n medi¨¢tica y pol¨ªtica a sus palabras ha estado dominada por la desmesura y el linchamiento. Desmesura cuantitativa, en primer lugar, derroche de titulares, de p¨¢ginas, de art¨ªculos y de editoriales, si consideramos que el protagonista del esc¨¢ndalo ces¨® en la presidencia del Parlamento catal¨¢n hace 17 a?os, que no ocupa cargo alguno de elecci¨®n popular desde principios de 1994 y que, alejado tambi¨¦n de la direcci¨®n de Esquerra Republicana durante la ¨²ltima d¨¦cada, representa hoy poco m¨¢s que a s¨ª mismo. Mucho m¨¢s representativo y responsable es, sin duda alguna, don Jos¨¦ Oria Galloso, ese alcalde de Lepe (Huelva) y senador con 106.000 votos que acaba de expulsar a los inmigrantes encerrados en su Ayuntamiento tras calificarlos de 'guarros', 'borrachos' y 'golfos'. Pero, claro, el citado mun¨ªcipe no es un hosco nacionalista catal¨¢n, sino un risue?o -supongo, siendo de Lepe...- socialista andaluz, y no ha invocado razones ideol¨®gicas, sino motivos de 'higiene', y por tanto el PSOE ha acudido en tromba a su defensa hasta calificarlo de 'orgullo para el partido', mientras la prensa miraba distra¨ªdamente hacia otro lado.
Barrera, en cambio, ha sido objeto de un juicio sumar¨ªsmo sin apelaci¨®n posible. No s¨®lo se han reprobado sus ideas reprobables, sino que se ha demonizado al personaje hasta lo grotesco. Se ha escrutado su biograf¨ªa desde la adolescencia, con particular af¨¢n en los a?os de la ocupaci¨®n nazi de Francia, tratando de hallar connivencias anunciadoras de su racismo final (?qu¨¦ hubiese sucedido -me pregunto- si llegan a encontrar algo parecido a la famosa foto de Mitterrand condecorado por el mariscal P¨¦tain?). Se le ha conminado a retractarse en t¨¦rminos propios del fiscal Vichinski -el de los procesos de Mosc¨²-, y hasta un presunto portavoz antirracista le prescribi¨® una 'reeducaci¨®n' de resonancias polpotianas. En s¨ªntesis: Ferrusola y Barrera deber¨ªan cuidar m¨¢s su lenguaje, s¨ª, pero no son los ¨²nicos. Por cierto que, en toda esta tempestad, ?no habr¨¢ quien a¨²n quiera hacer pagar a Barrera el pecado nefando de haber dado la presidencia a Pujol en 1980?
- 3. No existe entre nosotros ninguna fuerza pol¨ªtica o sindical solvente que propugne la inmigraci¨®n libre y sin tasa. 'Ser¨ªa irresponsable dar papeles a todos', afirma el socialista Jos¨¦ Montilla; 'hay que hacer un esfuerzo de integraci¨®n, pero aqu¨ª no pueden venir todos los que quieran', responde como un eco el republicano Joan Puigcerc¨®s; el conservador Fern¨¢ndez D¨ªaz va m¨¢s lejos, y reclama que se preserve la ense?anza de la religi¨®n cat¨®lica frente a la amenazadora competencia de otros credos. Para justificarlo, unos arguyen la salvaguarda del nivel salarial, otros la estabilidad del mercado de trabajo, o los l¨ªmites de nuestro fr¨¢gil Estado de bienestar... o la importancia cultural del cristianismo, y a todo el mundo le parece m¨¢s o menos plausible. Barrera sostiene, con m¨¢s rudeza y ninguna correcci¨®n pol¨ªtica, tesis parecidas pero, ?ah!, las fundamenta en la necesidad de defender una lengua y una identidad, y es eso lo que le convierte en una bestia xen¨®foba y fascista. Como tal le trat¨® en un debate radiof¨®nico el eurodiputado socialista franc¨¦s Sami Na?r, y acto seguido se dispuso a viajar a M¨¦xico para sumarse a la marcha zapatista, que tiene por objetivo principal exigir respeto y reconocimiento para las lenguas ind¨ªgenas y los pueblos que las hablan. ?Es bien curioso que a ciertos intelectuales europeos las identidades colectivas no estatales s¨®lo les parezcan dignas de consideraci¨®n si tienen la piel atezada y visten chilaba!
- 4. Por si no fuese suficiente, el lunes irrumpi¨® Mario Vargas Llosa con el tonante art¨ªculo Salvemos a Catalu?a, una nueva audici¨®n de su disco rayado sobre la intr¨ªnseca maldad del nacionalismo. El mismo d¨ªa, en Londres, el l¨ªder conservador abr¨ªa la precampa?a electoral agarrado a la bandera de la britishness, prometiendo restringir la inmigraci¨®n y acusando a Blair de 'estar convirtiendo el Reino Unido en un pa¨ªs extranjero'. No, don Mario, por favor, no nos salve. En 1990 trat¨® usted de salvar a Per¨² y 11 a?os despu¨¦s todav¨ªa recogen los cascotes.
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