Tocando palmas
Seguramente le gustar¨ªa a Francisco Ram¨ªrez, due?o de la bodega-bar San Juan de la Palma -'el mejor caf¨¦ del barrio'- que la plaza debiera el nombre a su establecimiento. Pero no: se llama as¨ª por hallarse en ella una de las iglesias y cofrad¨ªas m¨¢s emblem¨¢ticas de Sevilla.
Al lugar se llega f¨¢cilmente paseando por la calle Sierpes hasta La Campana. Torciendo a la derecha se deja a un lado la facultad de Bellas Artes y ya en la Encarnaci¨®n hay que cruzar la calzada para encontrar, tras rebasar la plaza de Abastos, la calle Regina. Haga suya esa suave pendiente marcada por diversidad de comercios y llegar¨¢, al fin, a dar vista a la iglesia y plaza que busca.
Ya es casi primavera. No resulta extra?o, a esa hora temprana, que apetezca un poco de caf¨¦ del bueno y, de paso, hablar con alguno de los parroquianos o el ¨²nico amo y dependiente de la tasca que lo fue hace 30 a?os para luego transformarse en zapater¨ªa, tienda de 20 duros y, desde hace ocho a?os, otra vez bodega.
La plaza invita a sentarse en cualquiera de los bancos y tomar una cerveza con algo de marisco o pastelillos salados
Los clientes est¨¢n hablando de los precios de las sillas en la Carrera Oficial y no hacen mucho caso hasta que aparece Fernando Garc¨ªa, due?o de la cervecer¨ªa familiar que hay en la misma plaza, para recordar lo que ocurri¨® el a?o pasado cuando quisieron poner en pie la antigua Vel¨¢ de San Juan: 'Se mont¨® un escenario ah¨ª en medio. Pusieron sillas y todo para que se sentara la gente. Las cosas iban bien hasta que despu¨¦s de actuar los aficionados del barrio en plan cante, baile y otras moner¨ªas, subi¨® al tablao el grupo contratado. Eran m¨¢s hippies que un burro de lunares y se pusieron a darle fuerte al rock duro. El personal quer¨ªa que parasen pero ellos, nada, adem¨¢s hab¨ªan tra¨ªdo a su plebe y ven¨ªan bien puestos de todo. Total, que se li¨® el pollo y ah¨ª acab¨® el intento de resurrecci¨®n de la vel¨¢'.
La verdad es que cuesta un poco en este lugar, junto a la iglesia que ahora, despejado por el caf¨¦, va a visitar, imaginarse un grupo que por la descripci¨®n m¨¢s bien era heavy que hippy. Cada cual con su gusto. Si el suyo pasa por el Barroco, o su sublimaci¨®n: el Rococ¨®, entre en la iglesia de car¨¢cter mud¨¦jar da?ado por las sucesivas e inmisericordes restauraciones que no pudieron cebarse del todo ni en el arranque de la torre ni en la Capilla Sacramental.
Tiene tres naves: al final de la central hay un retablo rococ¨® del siglo XVIII. All¨ª, en la hornacina, est¨¢ la talla de la Virgen de la Amargura con San Juan, obra de Benito Hijo y en uno de los lados San Juan Bautista Ni?o y Jes¨²s Ni?o, atribuidos a Francisco de Rivas. Todo ello un poco eclipsado por el Cristo del Silencio de Rold¨¢n.
En la nave izquierda, la Capilla Sacramental de b¨®veda mud¨¦jar, una Sagrada Cena pintada por Jer¨®nimo Penitente, un lienzo del Pueblo de Israel de 1700, obra de Lucas Vald¨¦s y la Exaltaci¨®n de la Eucarist¨ªa inspirada en la de Herrera el Mozo que se admira en la Catedral.
A la derecha, junto al presbiterio, la Capilla de San Jos¨¦ con una imagen del XVII, bajo una b¨®veda con frescos de mediados del mismo siglo. La orfebrer¨ªa que contiene el templo en s¨ª no es muy abundante pero s¨ª de inter¨¦s: crismeras del XVI (muy restauradas), un ostensorio neocl¨¢sico cuyo astil est¨¢ formado por una figura arrodillada, debido a Palomino y Zuloaga. Cop¨®n rococ¨®, demanda met¨¢lica y cop¨®n de plata liso. El conjunto fechado a finales del XIX.
Despu¨¦s de ver todo esto salga a pasear brevemente por la plaza de forma triangular empedrada en gris ahora -antes fue de albero donde jugaban al f¨²tbol los chicos de la calle- de la que se dice que la de San Juan Bautista (vulgo La Palma) y del Esp¨ªritu Santo formaron una nueva v¨ªa que se ha llamado del Bautista. Consultada la conveniencia de la brevedad en el nombre de las calles, el 30 de enero de 1875 se acord¨® sustituir este r¨®tulo por el de San Juan de la Palma. Una que creci¨® en la plaza sustituy¨® al verdadero calificativo del precursor del Mes¨ªas.
Es mediana y despejada e invita a sentarse en cualquiera de los bancos de hierro, menos de una docena, o en el pretil del gigantesco macetero que contiene dos palmeras y el toc¨®n de una tercera ya difunta y tomar una cerveza con algo de marisco, pastelillos salados o un montadito en la bulliciosa cervecer¨ªa regentada por el se?or Garc¨ªa que antes conoci¨® en el otro establecimiento. Ahora est¨¢ hablando con unos clientes de La Mud¨¢, que no es otra cosa sino una especie de ensayo para la Semana Santa. En La Mud¨¢, que tendr¨¢ lugar el d¨ªa 18, domingo, se iguala toda la calle con albero, se sacan los pasos sin im¨¢genes, simulando que la Amargura hace su salida procesional.
Apure el refresco y no deje de pasar por la Casa de los Artistas, antigua residencia del Mayorazgo de Arias de Saavedra, Conde de Castellar. Luego, con las desamortizaciones, se fue transformando en patio de vecinos el primero, y en talleres de pintura, escultura o casa de antig¨¹edades y coleccionistas de arte el otro.
Hubo pintores humildes, casi desconocidos, mezclados con otros de renombre, quedando convertida en un enorme bazar donde lo mismo se pod¨ªan encontrar estampas japonesas, cuadros antiguos o marcos sin cuadro, que un cobre de la escuela de Rubens o una tertulia amabil¨ªsima hasta las tantas de la madrugada, todos sentados en muebles de calidad que, en cierta ocasi¨®n, ardieron en el transcurso de una juerga, haciendo llorar, sin duda, a los arcos de medio punto que circundan este patio.
Ahora ya no hay bohemios, el conjunto se cae a pedazos.
Aqu¨ª tuvo taller el gran imaginero Francisco Bu¨ªza autor del Cristo de la Sangre y muchas otras tallas famosas.
Actualmente a la casa se le busca otra utilidad aunque est¨¦ en ruinas. Se ha cedido al Club de Los Leones, que proyectan hacer una residencia de ancianos cuando tengan medios.
Salga ya la visita de esos tristes patios, antes refugio de bohemios e ultra¨ªstas, cierre los ojos y aspire el azahar de los pocos naranjos de la plaza y a lo mejor lo encuentra mezclado con trementina, ¨®leo, incienso procesional y otros perfumes perdidos en el tiempo.
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