Irureta, contra el pensamiento ¨²nico
La amplitud de su plantilla le permiti¨® ayer a Javier Irureta, de 52 a?os, poner en pr¨¢ctica su curiosa teor¨ªa sobre el pensamiento ¨²nico. En el f¨²tbol equivaldr¨ªa, seg¨²n el t¨¦cnico, a dividir a los jugadores en titulares y suplentes.
'No me gusta que llamen titulares a un determinado grupo de jugadores. Hay entrenadores que s¨®lo se centran en los titulares y a m¨ª me gusta abrir el abanico', explica el preparador vasco, que ayer recurri¨® a siete de los poco habituales: los centrales Helder y C¨¦sar, el lateral izquierdo Capdevila, los centrocampistas Valer¨®n y Scaloni y los delanteros Trist¨¢n y Pandiani, el h¨¦roe del 4-3 al Par¨ªs Saint Germain. El uruguayo volvi¨® a marcar ayer con facilidad: est¨¢ embalado.
Se trataba de repartir esfuerzos ante la crucial cita del martes en San Siro ante el Milan en la Liga de Campeones. De todos ellos Valer¨®n fue el m¨¢s din¨¢mico, con una asociaci¨®n permanente con el bal¨®n. El canario anduvo magistral en los pases interiores al coraz¨®n del ¨¢rea numantina. Valer¨®n busc¨® constantemente a Trist¨¢n, pues estaban en la misma sinton¨ªa: en la del f¨²tbol fantasioso de los hombres del Sur. A ambos se uni¨® posteriormente Scaloni, tejiendo una bell¨ªsima jugada: pase de Valer¨®n, taconazo de Trist¨¢n y remate al palo de Scaloni.
Pandiani, por su parte, sigui¨® alimentando su apodo, El Rifle, con un disparo que descerraj¨® la defensa numantina. Trist¨¢n pon¨ªa el arte; Pandiani, el trallazo, la contundencia. El jugador ideal para poner San Siro el martes patas arriba. Tambi¨¦n Capdevila, a las ¨®rdenes de Fran, conquist¨® su banda con profundidad. La pr¨¢ctica le daba la raz¨®n a la teor¨ªa de Irureta: su peculiar lucha contra el pensamiento ¨²nico.
Mientras tanto, en el Numancia, el Gigante Ojeda se convirti¨® en media hora en el personaje m¨¢s odiado de Riazor, el enemigo n¨²mero uno. La afici¨®n gallega no perdon¨® al desgarbado delantero argentino sus atropelladas carreras, sus empujones, sus golpes y sus tropiezos. Pero, sobre todo, no le perdon¨® aquella cama que le hizo al central C¨¦sar, que cay¨® golpe¨¢ndose la espalda en el c¨¦sped despu¨¦s del empujoncito en la cadera de Ojeda. ?ste, sin embargo, se creci¨® ante la enemistad. Y, cuanto m¨¢s le abucheaba la grada, m¨¢s luchaba el argentino, m¨¢s trataba de hacer valer su envergadura, consciente de que era su ¨²nico recurso. La gente quer¨ªa a toda costa que lo amonestara el ¨¢rbitro, Iturralde Gonz¨¢lez, pero el colegiado s¨®lo accedi¨® en la segunda parte a la petici¨®n popular.
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