'EXISTEN MEDIOS PARA DOMINAR AL HOMBRE'
Europa y EE UU han abierto un debate sobre el Holocausto que ya se refleja en miles de publicaciones. Jud¨ªo, escritor y superviviente de los campos de exterminio, Imre Kertesz, hizo de ello arte literaria lejana del sentimentalismo.
Es muy dif¨ªcil encontrar a alguien con semejante sonrisa y gesto amable que sea menos ingenuo que este hombre. Es cada vez m¨¢s improbable conocer a alguien que haya interiorizado con tanta fortuna -para ¨¦l y para los dem¨¢s- el horror que ha presenciado, alguien que haya convertido el miedo al ser humano en calor agradecido hacia la vida y los humanos en su entorno. Jud¨ªos h¨²ngaros v¨ªctimas supervivientes del nazismo y del comunismo ha habido muchos. Pero ninguno ha sabido plasmar como Imre Kertesz en su obra las tinieblas de aquel pasado que siempre retorna y la fuerza del recuerdo en el di¨¢logo de una v¨ªctima consigo misma -del Yo y el otro que da t¨ªtulo a uno de sus libros m¨¢s bellos- y que no concluye sino con la muerte.
Quien ha escrito obras como la ya citada, Sin destino, Kadish por el hijo no nacido o Fiasko tiene que ser un gran escritor, pero Kertesz es a todas luces -su mera presencia lo evidencia- m¨¢s que eso. Es una persona que ha sabido hacer arte literaria y cultura en donde otros s¨®lo pueden encontrar desolaci¨®n y neurosis. Su sonrisa es un continuo alarde de voluntad de conciliaci¨®n con un mundo que a ¨¦l en ning¨²n momento podr¨ªa enga?arle. Y su amabilidad parece una bondadosa venganza en contra de las crueldades y miserias que tan bien conoce. Tiene la misma mirada limpia que pocos a?os antes de su muerte mostraba otro gran hombre, Marek Edelmann, otro jud¨ªo, otro superviviente de la mayor tragedia habida nunca para la civilizaci¨®n, el holocausto, la brillante planificaci¨®n nazi para el exterminio total de los jud¨ªos en Europa.
Edelmann fue un h¨¦roe de la resistencia en el gueto de Varsovia, y no s¨®lo all¨ª. Kertesz, casi un ni?o entonces, es un h¨¦roe de la memoria y el relato reflexivo de historias sobre quienes mataban y mor¨ªan. Edelmann era un soldado que ayud¨® a organizar una tropa de autodefensa contra el crimen donde apenas hab¨ªa mimbres para ello. Kertesz es la versi¨®n m¨¢s genuina del individualista de rebeld¨ªa serena que uno pueda imaginar. Nunca fue soldado. Su labor ha sido, tal como la define ¨¦l, 'escribir en el humo y cavar con la pluma su fosa en las nubes', recordando los versos de Paul Celan, v¨ªctima a su vez y a su manera del holocausto, en los que cantaba a los jud¨ªos de Auschwitz 'subir¨¦is como humo en el aire, luego tendr¨¦is una fosa en las nubes, donde no existen estrecheces'. Paul Celan se quit¨® la vida. Edelmann muri¨® en la ciudad polaca de Lodz, octogenario, con toda la dignidad que hab¨ªa caracterizado su vida. Kertesz vive -contra todo pron¨®stico inicial y despu¨¦s de saber a qu¨¦ huele la carne humana quemada y el humo que se llevaba hacia el cielo por las chimeneas a hombres, mujeres y ni?os-. Escribe y recuerda en Budapest. Sus ¨¦xitos literarios en Europa son enormes desde que fue descubierto por editores alemanes y desde que la censura comunista y la ignorancia occidental sobre el Este ya no constituyen un muro virtual para la literatura centroeuropea no exiliada en Occidente.
Su novela Sin destino, ya publicada en castellano por el C¨ªrculo de Lectores, es un libro imprescindible por su fuerza y emoci¨®n carentes de sentimentalismo. Con cierto contenido autobiogr¨¢fico, es para muchos la mejor novela jam¨¢s escrita sobre el holocausto y una de las m¨¢s grandes obras europeas de la segunda mitad del siglo XX. Con un lenguaje que, como dice el autor, es producto de dictaduras del siglo europeo, el joven jud¨ªo de Budapest K?ves va descubriendo el mundo del terror en los campos de exterminio y recreando continuamente la realidad en los mismos, al tiempo que se transforma ¨¦l, con su mirada l¨²cida, tan lejana del cinismo como del sentimentalismo .
Kertesz detesta el sentimentalismo que tanto prolifera en obras sobre el genocidio nazi y destaca especialmente al director norteamericano Steven Spielberg, cuya Lista de Schindler considera el mejor ejemplo de c¨®mo no hay que tratar esta cuesti¨®n. 'Spielberg no tiene ni idea de lo que fue aquello y s¨®lo confunde. Con l¨¢grimas en los ojos se ve muy mal', dice en la Residencia de Estudiantes, mientras observa satisfecho la portada del ¨²ltimo libro suyo traducido al castellano, Kadish por el hijo no nacido, que acaba de publicar la editorial Acantilado en Barcelona.
'S¨ª, tiene usted raz¨®n cuando dice que el Kadish es una oraci¨®n. Es una oraci¨®n de un jud¨ªo no creyente'. Es una bell¨ªsima oraci¨®n de un superviviente que sabe de su finiquitud, no se siente capaz de amar, pero mantiene una denodada lucha interna con la idea de la trascendencia simbolizada en 'una ni?a de ojos negros y pequitas p¨¢lidas esparcidas por la nariz y un ni?o travieso de ojos de color azul gris¨¢ceo, alegres y duros como guijarros'. Es un libro breve y sencillamente memorable, de virtuosismo literario y reflexi¨®n lucid¨ªsima.
Hace unos d¨ªas, Imre Kertesz estuvo en Madrid para presentar su obra, por desgracia, a¨²n tan desconocida en este pa¨ªs, tanto tiempo en la inopia respecto a lo sucedido en Centroeuropa desde los a?os en los que la prensa espa?ola jaleaba los ¨¦xitos de la Wehrmacht y las SS en tierras conquistadas y calcinadas. Kertesz vino a la Residencia de Estudiantes de Madrid con la mujer a la que encontr¨® ya muy avanzada la vida, una h¨²ngara que huy¨® a Estados Unidos con sus padres durante otro de los terribles cap¨ªtulos de la historia de su pueblo, el levantamiento de 1956 y el aplastamiento del mismo. Ella volvi¨® cuando la pesadilla de la ocupaci¨®n sovi¨¦tica -conviene llamar a todo por su nombre- hab¨ªa acabado. Se vieron y hoy Kertesz est¨¢, a sus 72 a?os, m¨¢s reconciliado con la vida que nunca, en gran parte por su obra, en grand¨ªsima parte por la compa?¨ªa de la que goza como una especie de gloriosa compensaci¨®n por todo lo sufrido y pensado.
Vino Imre Kertesz a Madrid a hablar de Europa central, de la de ayer y la de hoy, pero sus palabras y su literatura son mucho m¨¢s que an¨¢lisis pol¨ªtico o resultado de situaciones actuales. Rezuman memoria viva. Viene a hablar de Europa central. ?Me puede decir usted, que tanto ha vivido esta realidad, qu¨¦ es realmente la cultura de la llamada Mitteleuropa?
'Es una pregunta compleja. En realidad, en Centroeuropa convivimos pa¨ªses muy diferentes. Nos une ante todo lo que nos ha separado durante tanto tiempo de Europa occidental. El Occidente es para nosotros el s¨ªmbolo de la Ilustraci¨®n y de los derechos humanos, de los derechos individuales. Mientras, nosotros permanec¨ªamos durante tanto tiempo en dictaduras de diverso signo'.
Preguntado Kertesz si no comparte la opini¨®n de otros intelectuales centroeuropeos, muchos de ellos h¨²ngaros, que sostienen que, frente a la americanizaci¨®n de Europa occidental, es precisamente la Mitteleuropa la que mantiene m¨¢s vivas las esencias de la cultura europea, el escritor h¨²ngaro se rebela. 'Eso lo puede decir probablemente Konrad , pero yo, en todo caso, no lo dir¨ªa. ?Qu¨¦ es eso de la sustancia europea? Yo creo que es precisamente la referida Ilustraci¨®n y la democracia que proceden de pa¨ªses como Inglaterra, Holanda y todo el norte de Europa occidental; es una evoluci¨®n muy diferente. Es el avance de la burgues¨ªa, de la civilidad. Este proceso no se produjo nunca en pa¨ªses como Hungr¨ªa, si exceptuamos quiz¨¢s los momentos inmediatos despu¨¦s de 1867 (a?o del llamado Ausgleich, en el que Austria y Hungr¨ªa se reconcilian oficialmente y forman el imperio bic¨¦falo). Hungr¨ªa siempre ha sido dominada por fuerzas extranjeras y por una peque?a aristocracia. Es una evoluci¨®n muy diferente a la habida en Occidente, donde existi¨® una gran reconciliaci¨®n social despu¨¦s de las revoluciones'.
No es usted uno de esos nost¨¢lgicos de la Mitteleuropa.
'No, desde luego que no soy un nost¨¢lgico de Mitteleuropa. Creo que fue una evoluci¨®n inmensamente malsana, una construcci¨®n enfermiza que hasta hoy tiene efectos en unas sociedades muy poco equilibradas. Por supuesto, juegan un gran papel los 40 a?os de ocupaci¨®n sovi¨¦tica. Pero el retraso era enorme respecto a Occidente. No debe olvidar usted que reformas b¨¢sicas como la de la tierra no se hicieron en Hungr¨ªa hasta despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial'.
Vayamos a lo que es la persona de Imre Kertesz, y con ¨¦l, a su obra. Sus libros, que considero inolvidables, tienen todos algo en com¨²n. Usted parte de una experiencia fundamental para toda su obra, que es la cautividad, y que no se circunscribe a la certeza de su propia existencia en Auschwitz, Buchenwald y el campo de Zeitz, sino que va m¨¢s all¨¢ y reflexiona sobre la existencia de ese fen¨®meno que fue la inmensa maquinaria industrial de muerte de Auschwitz y los campos de exterminio en general. En este sentido, hoy se est¨¢ produciendo, sobre todo en Europa y Estados Unidos, un gran debate sobre el holocausto que se refleja en centenares, si no miles, de libros y publicaciones, demandas de compensaciones para las v¨ªctimas, etc¨¦tera. Ha escrito usted hace poco que cuanto m¨¢s se habla de Auschwitz, menos se entiende y m¨¢s se ritualiza e instrumentaliza. ?C¨®mo percibe usted esta pol¨¦mica?
'Es dif¨ªcil de contestar. Existe ahora un libro muy pol¨¦mico de Finkelstein llamado La industria del holocausto. No lo he le¨ªdo, pero ahora estoy leyendo uno de Peter Novick titulado Tras el holocausto. Es ¨¦ste un libro muy serio de un historiador muy serio, profesor en Chicago, y en ¨¦l describe c¨®mo en los a?os cuarenta, inmediatamente despu¨¦s del holocausto, no exist¨ªan pr¨¢cticamente ni debate ni informaci¨®n sobre el genocidio, por diferentes razones pol¨ªticas. Tambi¨¦n los jud¨ªos supervivientes que llegaban callaron, y lo hicieron tambi¨¦n las grandes organizaciones jud¨ªas. Despu¨¦s, ¨¦stas utilizaron el genocidio para otros fines, sobre todo para la creaci¨®n del Estado de Israel'.
'El holocausto como tema de debate resurge despu¨¦s en los a?os setenta, treinta a?os despu¨¦s de los hechos, y se convierte en un trauma, aunque el autor duda de si es un trauma verdadero. Todo ello es muy t¨ªpico en este debate, en el que sin duda hay muchos intereses, muchas falsedades y muchas manipulaciones y distorsi¨®n de la realidad, como es, por ejemplo, La lista de Schindler, de Spielberg, con ese sentimentalismo que no ayuda en nada al debate esencial, que es lo que le sucedi¨® a la cultura europea en Auschwitz, con Auschwitz y por Auschwitz'.
?Qu¨¦ fue en su opini¨®n?
'Yo creo que Auschwitz, pero tambi¨¦n las dictaduras que ha sufrido Europa en el siglo XX, ha producido un profundo cambio en la cultura europea y tambi¨¦n en las formas de vida'.
Dice en alguno de sus textos que Auschwitz acab¨® tan s¨®lo porque cambi¨® la suerte de la guerra, pero que nunca ha habido nada que pueda considerarse una negaci¨®n fundamental de lo que fue y supuso Auschwitz.
'Exactamente, yo creo que Auschwitz y las dictaduras europeas han tenido un profund¨ªsimo efecto sobre las conductas tambi¨¦n en aquellos pa¨ªses que no las sufrieron, como Estados Unidos o Escandinavia. En Alemania se comenz¨® con una toma del poder por parte del nazismo, una din¨¢mica que aspiraba a arrastrar a toda la sociedad y que de hecho lo consigui¨®. Esta din¨¢mica cre¨® una maquinaria que ten¨ªa como un objetivo capital la aniquilaci¨®n de los jud¨ªos. Y en la din¨¢mica generada por los nazis, la gente s¨®lo pod¨ªa sobrevivir integrada en esa maquinaria. Es un ejemplo de lo que esta din¨¢mica de poder e industria pueden lograr. Yo creo que tambi¨¦n hoy vivimos en una din¨¢mica que, por supuesto, no es la de Hitler y Auschwitz, pero s¨ª una din¨¢mica que obliga a las gentes y a los pa¨ªses a integrarse en una forma de vida que nos es presentada por los medios y que se han convertido en lugares comunes. Todav¨ªa no est¨¢ bien estudiado el grado de sumisi¨®n y adaptaci¨®n que exigen, por ejemplo, los grandes consorcios multinacionales a sus empleados. Hay muchos ejemplos de c¨®mo la libertad que exist¨ªa en el siglo pasado para vivir con privacidad e intimidad est¨¢ en peligro'.
?Cree realmente que el hombre del siglo XIX era m¨¢s libre que el actual?
'No, pero no hab¨ªa posibilidades de dominar totalmente al hombre, y hoy, sin embargo, los medios para hacerlo est¨¢n disponibles. Y son las dictaduras y Auschwitz las que generaron en el siglo pasado las din¨¢micas para que esta total dominaci¨®n del hombre, de sus conceptos, informaciones, conductas y formas de pensar se haya hecho posible'.
En su obra Yo, el otro (que pronto ser¨¢ publicado en castellano), usted reflexiona con el protagonista que, despu¨¦s de sus sufrimientos como v¨ªctima precisamente de una din¨¢mica como la referida, es incapaz o se niega a cualquier integraci¨®n y adaptaci¨®n, precisamente por su repulsi¨®n a poner la m¨¢s m¨ªnima duda a su individualidad. ?Coincide con su protagonista?
'S¨ª, yo me niego a adaptarme e integrarme. Siempre, desde un principio, ha sido una de mis m¨¢ximas aspiraciones mantenerme al margen de la sociedad h¨²ngara o, digamos, de la sociedad que me rodeaba en Hungr¨ªa. Yo ten¨ªa que desarrollar una forma independiente de pensamiento para escribir las novelas que quer¨ªa escribir. A finales de los cincuenta y principios de los sesenta, con la dictadura tambi¨¦n de valores, fueron muchos los intelectuales que se adaptaron y se gener¨® una inmensa mentira en los c¨ªrculos intelectuales, una autocensura en el escribir. Y yo no pod¨ªa participar en aquello, porque primero ten¨ªa que ver muy claro para poder escribir sobre mi destino. Por eso siempre estuve lejos de todo el mundo literario de publicar peque?as piezas, ingresar en la asociaci¨®n de escritores'.
?Cu¨¢ndo se decidi¨® a escribir?
'Comenc¨¦ con diecinueve, como periodista en la prensa h¨²ngara en la que a¨²n no se hab¨ªa impuesto la censura absoluta comunista, lo que acab¨® ocurriendo en 1948. Despu¨¦s escrib¨ª un poco de todo lo que pod¨ªa, como guiones de radio y vodeviles. En casa se acumularon muchos otros escritos que quedaron sin publicar. Despu¨¦s comenc¨¦ a escribir sobre mis experiencias en los campos. Es Sin destino, que llegar¨ªa a publicarse en 1975, pero que no tuvo ninguna repercusi¨®n, porque su existencia fue callada por la censura'.
?Y el Kadish?
'El Kadish lo escrib¨ª durante unos a?os de terrible desesperanza bajo Kadar y Breznev. Aquella sociedad me era absolutamente ajena. Y yo hab¨ªa trabajado siempre por cultivar en m¨ª una forma de pensar totalmente propia. Lo escrib¨ª en aquellos a?os, pero fue publicada ya despu¨¦s de Kadar, en 1988. Y despu¨¦s de 1989 fue la editorial Rowohlt la que descubri¨® mi obra. Desde entonces, todo ha cambiado mucho para m¨ª, para bien, desde luego. Pero tengo que decirle que he sobrevivido ahora diez a?os del proceso de la sociedad h¨²ngara y me siento igual de extra?o. Yo no puedo sino serlo en una sociedad nacionalista'.
Cuenta que el narrador de Kadish est¨¢ inspirado en un hombre que se hundi¨® bajo el peso de su pasado en los campos de exterminio y su presente en la dictadura comunista, y que fracasa en el ¨²ltimo esfuerzo de redimirse en un matrimonio para demostrarse de alguna forma a s¨ª mismo que a¨²n es capaz de querer. Usted no se ha hundido, pero ha pasado toda su vida en la reflexi¨®n y el recuerdo del sufrimiento. Esto no hace f¨¢cil la vida.
'?Qui¨¦n dice que yo jam¨¢s quisiera hacerme f¨¢cil la vida? Mi obra es un compromiso conmigo mismo, con la memoria y con la humanidad. Mi juda¨ªsmo es muy problem¨¢tico. Ya le he dicho que yo no soy un jud¨ªo creyente. Pero como jud¨ªo me llevaron a Auschwitz y como jud¨ªo estuve en los campos de exterminio, y como jud¨ªo vivo ahora en una sociedad a la que no le gustan los jud¨ªos, con un gran antisemitismo. Yo siempre he tenido la sensaci¨®n de que me obligaban a ser jud¨ªo. Lo soy, y lo asumo, pero en gran parte es cierto que se debe a una imposici¨®n'.
Kertesz est¨¢ escribiendo una nueva novela, que ser¨¢ una continuaci¨®n de Kadish. Ser¨¢, sin duda, una nueva obra que haga realidad estas palabras del escritor h¨²ngaro: 'En la profundidad de grandes revelaciones, incluidas las que surgen de tragedias insuperables, siempre hay un momento de libertad, un momento que confiere un algo m¨¢s, un enriquecimiento de nuestras vidas y que nos hace conscientes de la aut¨¦ntica realidad de nuestra existencia y nuestra responsabilidad para con ella. Por eso, cuando reflexiono sobre los efectos traum¨¢ticos de Auschwitz, reflexiono parad¨®jicamente m¨¢s sobre el futuro que sobre el pasado'.
M¨¢s que un superviviente
Imre Kertesz suele recordar con frecuencia la sentencia de Nietsche de que lo que no mata al hombre refuerza su vitalidad. Es una excepcional prueba de ello. Algunos de los grandes hombres que compartieron horrores con ¨¦l, Paul Celan, Jean Amery, Primo Levi y otros muchos, se suicidaron como agotados pr¨®fugos de la muerte. Dice Kertesz que fue Stalin quien a ¨¦l le disaudi¨® de suicidarse. 'A m¨ª me salv¨® del suicidio el estalinismo. Despu¨¦s de Auschwitz me demostr¨® que de libertad, liberaci¨®n, gran catarsis no hab¨ªa nada de nada. Esa sociedad (estalinista) me garantiz¨® seguir una vida en servidumbre, por lo que algunos peligros no eran siquiera posibles. Por eso no me ahogu¨¦ en la marea de decepciones como otros con mis experiencias en sociedades m¨¢s libres'.
Que Kertesz haya llegado a sus 72 a?os con buen aspecto y salud no es algo que ¨¦l hubiera podido prever f¨¢cilmente cuando llegaba, a los 15 a?os, en 1944, al campo de exterminio de Auschwitz. Hab¨ªa nacido en Budapest en el seno de una familia de jud¨ªos . Su periplo por campos de concentraci¨®n termin¨® con la liberaci¨®n de Buchenwald en las postrimer¨ªas de la guerra. Volvi¨® a Budapest y se inici¨® en el periodismo. De forma ef¨ªmera. Muy pronto vio que, bajo el comunismo, escribir era tanta postraci¨®n como bajo el fascismo. Comienza a ganarse la vida con obras de teatro ligero, radiof¨®nicas y musicales. No mucho despu¨¦s comienza a trabajar en lo que habr¨ªa de ser la gran novela sobre sus vivencias, Sin destino, una obra comparada con La monta?a m¨¢gica, de Thomas Mann, o El viejo y el mar, de Ernest Hemingway.
Ha recibido un sinf¨ªn de premios, especialmente en el mundo literario alem¨¢n. Hay pocos escritores m¨¢s celosos de su individualidad incluso a la hora de expresarse sobre cuestiones f¨¢cilmente manipulables, como son el propio holocausto, las reclamaciones derivadas del mismo, la comparaci¨®n entre fascismo y comunismo o la cr¨ªtica a la globalizaci¨®n o a la sumisi¨®n a h¨¢bitos de conducta impuestos por la correcci¨®n pol¨ªtica o los poderes medi¨¢ticos. Est¨¢ trabajando en una continuaci¨®n del Kadish que se espera con gran expectaci¨®n.
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