El sue?o de un taurino
Manuel Morilla es un taurino de trayectoria muy respetable. Es un trabajador incansable y un luchador contra la adversidad de un grave accidente de tr¨¢fico que, hace a?os, le dej¨® mermado de facultades. Apoderado de toreros, fue el descubridor de Jesul¨ªn de Ubrique, quien le debe una gran parte de su exitosa trayectoria.
Morilla naci¨® en la localidad sevillana de Mor¨®n de la Frontera, y siendo a¨²n un ni?o, dice ¨¦l, ya ten¨ªa el sue?o de construir una plaza de toros en su pueblo. Han pasado algunos a?os, ha ganado dinero y asegura haber invertido alrededor de 250 millones de pesetas en una flamante plaza de toros con capacidad para cinco mil personas que ayer qued¨® inaugurada con un acto religioso por la ma?ana y una caricatura de corrida por la tarde. ?Hay que tener valor para costear una plaza de toros con los tiempos que corren! Pero Morilla es un taurino rom¨¢ntico que ayer vivi¨® un d¨ªa inolvidable y sus paisanos le reconocieron el gesto con una ovaci¨®n de gala.
Pero el due?o de la plaza es tambi¨¦n un empresario moderno y confeccion¨® un cartel moderno donde los haya: una de las ganader¨ªas m¨¢s comerciales del momento, un torero antiguo con ganas de broma, y dos j¨®venes figuras del escalaf¨®n actual. Lo mejor, sin duda, los toros. Los tres primeros, chicos, y mejor presentados lo dem¨¢s. Todos flojos, pero cumplieron en el caballo, y todos, a excepci¨®n del quinto, embistieron mil veces con nobleza y dulzura. Pero no hubo espect¨¢culo porque los toreros no estuvieron a la altura de las circunstancias.
Si alguien ten¨ªa alguna duda sobre el mal momento que vive el toreo, llega El Cordob¨¦s y lo inunda todo de vulgaridad. Es verdad que est¨¢ a punto de cumplir 65 a?os, pero no ha perdido ni un ¨¢pice de sus defectos capitales. Su primero se cay¨® en la puerta de toriles (mal presagio), lo pas¨® a la ver¨®nica con la figura forzadamente erguida y perdi¨® el capote al tiempo que el animal se tambaleaba. Hizo un quite por algo parecido a la chicuelina y comenz¨® una faena en la que predominaron los enganches, el toreo hacia fuera y el movimiento de piernas. El cuarto sali¨® con mucha codicia y lo puso en serios apuros en el primer tercio. La verdad es que estuvo a merced de sus dos oponentes, dio muchos pases, pero no emocion¨® nunca, ni siquiera cuando intent¨® el salto de la rana que se ha quedado ya en renacuajo. Su carrera merece un respeto, pero el primero que debe respetarla es ¨¦l mismo.
Enrique Ponce consigui¨® dos buenos naturales, largos y con mando, y el p¨²blico reaccion¨® como una sola persona. ?Porque la gente no es tonta! La gente se cae de buena cuando se aburre con el toreo ventajista, fuera de sitio, r¨¢pido y vulgar y calla en silencio por un respeto mal entendido. Ponce no dijo nada en su noble primero y no arriesg¨® un alamar en el complicado quinto.
Y El Juli puso banderillas con las facultades propias de su edad, dio pases para dar y regalar y la emoci¨®n no se hizo presente. Su toreo no pas¨® de anodino, y los de Mor¨®n se aburr¨ªan. Juli¨¢n, que es listo, se puso de rodillas y una manoletina y otra y otra, y cort¨® la oreja a su primero. El sexto era encastado y embest¨ªa con codicia. El Juli lo tore¨® a velocidad de v¨¦rtigo y pas¨® fatigas hasta que se decidi¨® a matarlo con una falta de punter¨ªa que ya hab¨ªa demostrado en su primero.
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