La reina de La Rambla
Es inconfundible. Hace 18 a?os que pasa la noche apoyada en alg¨²n portal de La Rambla, siempre cerca del Liceo. Va vestida de princesa y sus cabellos de oro puro oxigenado terminan en una corona de brillantes, iguales a los que cuelgan de sus orejas. De lejos, sus ojos parecen ocultos tras unas gafas oscuras, pero se trata de un maquillaje que empieza en negro para pasar al verde y terminar en un azul luminoso que se estira hasta los mentones. Es exuberante en todo, aunque pudorosa cuando se trata de contar su vida. Se llama M¨®nica, pero la conocen por la reina del Liceo porque all¨ª es donde trabaja. Desde que el teatro se quem¨® decidi¨® llamarse la reina de La Rambla, y as¨ª se ha quedado, aunque tambi¨¦n responde por Chicholina, como la apodan algunos por su aspecto. Sea cual sea su nombre de guerra, lo cierto es que M¨®nica vive feliz haciendo la calle y proclama su libertad y su amor por Barcelona, adonde lleg¨® para vivir a su aire sin dar explicaciones.
Va vestida de princesa y con los cabellos de oro puro oxigenado. Es exuberante en todo, pero pudorosa a la hora de contar su vida
Antes de ser reina, M¨®nica vivia en Valencia con su familia. Un d¨ªa -ten¨ªa entonces 18 a?os- un vecino le hizo proposiciones deshonestas a cambio de pagarle 5.000 pesetas. Aquello le pareci¨® un chollo: 'Me lo paso bi¨¦n y encima me pagan'. Y as¨ª dej¨® de estudiar inform¨¢tica y se lanz¨® a la calle, donde todo parec¨ªa m¨¢s f¨¢cil y entretenido. Se fue a vivir a Madrid, pas¨® por Palma y Alicante, para terminar en su querida Barcelona. Le gusta el dinero y comer bien, y afirma rotundamente que por nada del mundo cambiar¨ªa de oficio.
Nuestra reina empieza a trabajar a las tres de la madrugada. Tiene un promedio de cuatro clientes por noche, aunque en verano y en Navidad, con la paga extra y el ambiente enternecedor de amor y paz, la cosa aumenta considerablemente. Por 3.000 pelas te hace un franc¨¦s y por 7.000 un completo: 5.000 se las queda ella y el resto es para pagar la cama en un hotel del vecindario. Nunca lleva a sus clientes a casa porque considera que su intimidad es sagrada.
Cuando termina la faena -m¨¢s o menos a las ocho de la ma?ana- se va a desayunar como Dios manda al Cosmos. Todos la conocen y la tratan como lo que es: una reina. Terminado el fest¨ªn, se va a la peluquer¨ªa de al lado para que la peinen y le retoquen el maquillaje porque, ya se sabe, con el traj¨ªn de la noche... All¨ª le colocan sus enormes pesta?as postizas y cuando se siente guapa se va a su casa a arreglar sus cosas. Su visita a la peluquer¨ªa es diaria y el gasto mensual -asegura ella- sube a 100.000 pesetas, pero no le importa porque adora su f¨ªsico y le gusta sentirse bien aunque sea para estar en casa sola. A la una se va a comer -la ver¨¦is a menudo en el Rico Pollo, exultante frente a una pechuga con patatas- y luego se echa a dormir hasta las doce de la noche, que es cuando empieza su jornada. Entonces vuelve a maquillarse, se viste, se va a cenar al Arnau y se echa a la calle.
M¨®nica se considera una persona muy sana: ni fuma ni bebe; nunca ha vivido acompa?ada y tampoco lo echa en falta porque para ella lo m¨¢s sagrado es la independencia. Le gusta el dinero y afirma que puede vivir como una reina. 'De vez en cuando me doy el gustazo de sentarme en los mejores restaurantes de la ciudad. No me importa que me miren, yo soy feliz comiendo exquisiteces'.
Confiesa que con el sida no han disminuido sus clientes, pero ella se ha vuelto m¨¢s precavida. Antes lo hac¨ªa sin preservativo con la mitad de sus clientes; ahora utilizarlo es la condici¨®n necesaria para hacer el trato. Los lleva siempre en el bolsillo, por si alguien se despista y en el ¨²ltimo momento le chamusca el negocio. Proclama la limpieza y afirma rotundamente que ella se lava antes y despu¨¦s de cada funci¨®n. Otra norma que tiene muy clara es la seguridad en el trabajo. 'Somos especialistas y llevamos nuestras herramientas'. Sus clientes abarcan todas las clases sociales. Los hay casados que s¨®lo desean que se les escuche. Los hay que est¨¢n tan solos que enseguida le piden que se case con ellos, otros s¨®lo quieren que sea una se?orita de compa?¨ªa. Alg¨²n extranjero sin papeles tambi¨¦n le ha pedido que se case a cambio de dinero, pero M¨®nica tiene muy centrada la cabeza y siempre dice que no.
Cuando le pregunto por su disfraz me contesta que para ella es la ropa de trabajo, aunque se siente tan bien con ¨¦l y lo tiene tan incorporado a su vida que va vestida de reina a los restaurantes, al cine y hasta al Camp Nou, donde, dice, tiene amigos futbolistas. 'El Camp Nou es como mi segunda casa. Me conoce todo el mundo'. El peculiar atuendo lo descubri¨® en un carnaval y decidi¨® no quit¨¢rselo nunca de encima. La reina de La Rambla se considera un personaje p¨²blico, en todos los sentidos. La han fotografiado, la han pintado, ha salido por televisi¨®n y en un cortometraje de la BBC. El futuro no le importa mucho, s¨®lo tiene claro el presente. Su lema: 'Que me quede como estoy'.
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