El ejemplo de Valero
Frente a un curr¨ªculo incomparable, alrededor de Valero Rivera se vienen contando muchas historias, alguna no muy grata, sobre todo respecto a su car¨¢cter autoritario. Desde que conquist¨® el primer t¨ªtulo, y lleva 61, siempre ha habido un run-run sobre ciertos casus belli provocados por el entrenador del Barcelona. Un a?o ha sido Garralda, al otro Masip, m¨¢s tarde Urdangar¨ªn. El inventario de supuestos agraviados aumenta en la misma proporci¨®n que el n¨²mero de t¨¦cnicos que le reprochan su impunidad, en tanto que entrenador de un club como el Bar?a, para contratar cada temporada al jugador m¨¢s desequilibrante del campeonato. Vienen a decir m¨¢s o menos que el fin no justifica los medios por no admitir, en determinados casos, que le desean lo peor o que, en igualdad de condiciones, fracasar¨ªa como el que m¨¢s. Pamplinas.
La ch¨¢chara va y viene de acuerdo a la competici¨®n. Hinchada al principio del torneo, revienta a la hora de la entrega de trofeos. Valero Rivera acostumbra a salir ganador y desde la victoria le resulta f¨¢cil administrar la abundancia. El entrenador del Barcelona remodela la plantilla a su gusto porque todos los jugadores desean jugar en el Palau. No hay mejor club en el mundo que el Bar?a, y el m¨¦rito corresponde a Rivera m¨¢s que a la entidad, que siempre tuvo grandes plantillas y pocos entrenadores en sus distintas secciones. Hombre de club por excelencia, sus decisiones encuentran comprensi¨®n entre la hinchada porque ha hecho entender que cuanto hace, lo hace por el Bar?a, un detalle trascendente para quienes comparan su metodolog¨ªa con la de Van Gaal.
Directo y noble, esquivo con los intermediarios y algo rencoroso con los que considera deudores, a Valero Rivera le gusta m¨¢s tomar decisiones que templar gaitas y, sobre todo, intenta implicar al plantel en cada asunto, por su gran sentido de equipo y concepto de la vida: trata a los dem¨¢s como te gustar¨ªa que a t¨ª te trataran. Quiz¨¢ en su transparencia est¨¢ el secreto de que sobre el equipo todo se sabe, aunque nadie se atreva a juzgar si est¨¢ bien o mal hasta conocer la cuenta de explotaci¨®n. Igual de intervencionista en la pista que en el despacho, es capaz igualmente de reconvertir a un central en lateral que de rebajar la ficha de un jugador o de cambiar de capit¨¢n.
De la mano de Rivera, el balonmano ha evolucionado como deporte y el Bar?a se ha engrandecido como equipo. Los jugadores trabajan a gusto, cobran puntualmente y ganan cuantos trofeos hay en disputa, motivos de sobra para jugar todos a una. Reconocido el plantel sobradamente, es momento para distinguir a Valero Rivera y situarlo en condiciones de optar a un puesto de director deportivo del club. Puede discutirse si es la persona m¨¢s adecuada y capacitada o no, (para eso est¨¢ la junta) pero no hay duda de que se merece poder serlo.
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