Una noche de vigilia por amor al agua
Miles de manifestantes llegaron a Madrid tras una madrugada en autobuses fletados desde Arag¨®n y Catalu?a
Tortosa. S¨¢bado 12.30. El gent¨ªo sube disciplinado a los autobuses, m¨¢s de setenta del millar fletado desde Arag¨®n y Catalu?a, que recorrer¨¢n 600 kil¨®metros de ida hasta Madrid. Suben disciplinados y resacosos. Ha sido una semana pol¨ªticamente dura. A poco de pasada la euforia de la concentraci¨®n de m¨¢s de 200.000 personas en Barcelona el 25 de febrero, el pasado jueves el Parlament de Catalu?a votaba (CiU incluido) en contra del Plan Hidrol¨®gico del Gobierno. Euforia.
Pero un d¨ªa despu¨¦s, el conseller en cap de la Generalitat, Artur Mas, se reun¨ªa en Tortosa con las plataformas en defensa del Ebro y confirmaba que su Gobierno continuar¨ªa negociando con el PP la reducci¨®n del trasvase del r¨ªo, algo percibido en la zona como una traici¨®n m¨¢s. Decepci¨®n y rabia. Los tortosinos entraban disciplinados a los autobuses: les quedaba una noche por delante, una manifestaci¨®n por recorrer, una vuelta a casa, a la faena el lunes y la conciencia de que la lucha ser¨¢ larga. Los veh¨ªculos salen a la una de la noche de la estaci¨®n de Tortosa.
Se juega a cartas en el fondo del autob¨²s, se cuentan chistes para colaborar a que el conductor no se duerma, se ofrecen galletas, se ponen pegatinas. La media del autob¨²s ronda los cuarenta a?os. Para algunos, de Roquetes, de Camarles, es su primer viaje a Madrid. 'Nosotros vivimos de la tierra, del arroz', explican dos chicas j¨®venes que no pudieron acudir a Barcelona y que no han querido dejar pasar la oportunidad de ir a Madrid. Para otros, como Francesc, de nueve a?os, es una aventura y, excitado, explica que no puede dormirse y dibuja. Un jubilado de 66 a?os puntualiza que viene solo a la manifestaci¨®n, que ha tenido que dejar a su mujer en casa 'porque ya no son edades' y recuerda que desde Tortosa, cuando era joven tardaba d¨ªa y medio en llegar en un borreguero de la Renfe con los asientos de madera, as¨ª que nadie se pod¨ªa quejar de las poco m¨¢s de siete horas de trayecto.
El padre de Francesc recuerda que a Madrid, 'a disgusto', ha acudido dos veces, para la mili y ahora. Madrid, Barcelona o Tarragona son percibidas desde las Tierras del Ebro como amenazas. Hist¨®ricamente s¨®lo les ha servido para la colecta de diezmos, para llamar a filas o para reprimir.
El autob¨²s para a las tres y media de la noche, unos metros m¨¢s all¨¢ de un peaje de la autopista, en un sitio de nadie. Los prietos de vejiga aprovechan detr¨¢s de un cami¨®n, de forma improvisada. El padre de Francesc se queja: 'Ay Aznar, ?qu¨¦ noches nos haces pasar!. ?Esto no te lo voy a perdonar nunca!'. Alguien le pregunta si es votante del PP, lo que ¨¦l niega de forma contundente con la cabeza.
Se procura dormir, conscientes de la jornada que espera. Un roncador omnipresente hace que algunos se quejen del precio 'de pobre' que han pagado por el billete, 4.000 pesetas, cuando a otros, que salieron la noche anterior y que han podido descansar en alg¨²n hotel de Madrid -y hacer turismo de paso-, el viaje les ha salido por 12.000. Los aragoneses han sido m¨¢s afortunados. La mayor¨ªa de los ayuntamientos, entre ellos los de las tres capitales de provincia, tuvieron que subvencionar con un 50% el billete, merced a mociones aprobadas en los plenos.Entre ellos, varios gobernados por el PP, como Teruel o Zaragoza.
Finalmente, todo el autob¨²s puede dormir. Claro que, cinco minutos despu¨¦s del qu¨®rum, ?rea 175, en la autov¨ªa, Madrid ya se huele, nueva parada. Y entonces surge la mala leche: 'Las pistolas, no las baj¨¦is', 'Cada vez que nos manifestamos, nos inundan' (en referencia a la avenida del Ebro de la pasada semana por el desembalse de los pantanos de Mequinenza y Ribarroja). A las seis y media de la ma?ana, cuando apenas nadie ha dormido m¨¢s de dos horas (excepto Francesc, por aquello del sue?o profundo de los ni?os, y el roncador) poco importa. Conversaciones en voz baja, cabezadas contra el sill¨®n, el responsable del autob¨²s que distrae al conductor con precios de tractores. Amanece. Se entra en Madrid por la avenida del Mediterr¨¢neo. Francesc, tras la manifestaci¨®n no sabe cu¨¢l le ha gustado m¨¢s, si la de Barcelona o la de Madrid. Tras la de ayer, seguro que estaba muy cansado.
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