La pluralidad del campo andaluz
Tres profesores de la Universidad de Ja¨¦n investigan el problema agrario en la II Rep¨²blica
La reforma agraria fue uno de los factores m¨¢s importantes en la vida y muerte de la II Rep¨²blica. Y cuando en los a?os treinta se hablaba de reforma agraria todos los ojos miraban a Andaluc¨ªa. La Universidad de Ja¨¦n ha lanzado una edici¨®n en facs¨ªmil con las actas del II congreso de la Federaci¨®n Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT), celebrado en Madrid en 1932. Este congreso constituye un punto de obligada referencia en la historia del socialismo agrario en Espa?a y, muy especialmente, en Andaluc¨ªa, que en aquella ¨¦poca acaparaba un tercio de todos los afiliados del sindicato.
Los profesores Salvador Cruz Artacho, Francisco Cobo Romero y Manuel Gonz¨¢lez de Molina han dirigido una investigaci¨®n que trata de explicar el problema agrario durante el marco reformista del primer bienio republicano y su repercusi¨®n en a?os posteriores.
La aguda crisis agraria abierta tras el verano de 1930, especialmente visible en Andaluc¨ªa con cerca de 100.000 trabajadores agr¨ªcolas en paro (12% de la poblaci¨®n obrera), reactivaba la cuesti¨®n agraria y el problema del hambre en un discurso socialista, ya articulado a trav¨¦s de la reci¨¦n constituida FNTT, en el que terminaba identific¨¢ndose aqu¨¦l con el tema del latifundio y con la necesidad de la transformaci¨®n del r¨¦gimen jur¨ªdico de la propiedad de la tierra.
El profesor Cruz Artacho lamenta, no obstante, la imagen un tanto estereotipada que se daba de la Andaluc¨ªa de aquella ¨¦poca. 'A¨²n siendo cierto que hab¨ªa latifundios y se?oritos, Andaluc¨ªa era mucho m¨¢s plural desde el punto de vista de la estructura de la propiedad y de los sistemas de explotaci¨®n, tambi¨¦n hab¨ªa peque?os propietarios y arrendatarios', asevera.
La persistencia en el discurso socialista de la equiparaci¨®n del problema agrario con el supuesto atraso de la agricultura espa?ola propici¨® en el seno del socialismo andaluz, seg¨²n apuntan los autores de esta investigaci¨®n, 'un marcado sesgo projornalero en sus estrategias y reivindicaciones agrarias'.
La reforma agraria acab¨® siendo entendida, ya en la II Rep¨²blica, como puro instrumento legislativo cuya finalidad de alteraci¨®n de la estructura de la propiedad de la tierra se consegu¨ªa a trav¨¦s de la disoluci¨®n de las grandes propiedades latifundistas y de la lucha contra el supuesto absentismo patronal y el car¨¢cter semifeudal de la agricultura en extensas zonas del sur de Espa?a. Esos principios se aplicaban en detrimento de otros temas como la reconstrucci¨®n del patrimonio comunal, el r¨¦gimen jur¨ªdico de los arrendamientos o la peque?a propiedad.
Para Cruz Artacho, la reforma agraria 'fue entendida como arma pol¨ªtica con la que conseguir adhesiones y colaboraci¨®n con la Rep¨²blica en colectivos sociales -los jornaleros, fundamentalmente- tradicionalmente caracterizados por sus actitudes exaltadas y prorrevolucionarias'. Todo ello se not¨® en el incremento de la afiliaci¨®n ugetista en Andaluc¨ªa, que en 1932 aportaba un tercio de toda la afiliaci¨®n de la FNTT. Las provincias de Ja¨¦n (32.633 afiliados), M¨¢laga (21.120) y C¨®rdoba (21.003) -probablemente las zonas de mayor predominio latifundista- acaparaban el 59,51% del total de la masa sindical agraria en Andaluc¨ªa.
En este contexto cabe situar algunas propuestas sobre orientaci¨®n sindical como la presentada en el congreso de la FNTT por la secci¨®n de Obreros Agricultores de Castellar (Ja¨¦n) instando a una estrecha colaboraci¨®n con el PSOE en actuaciones pol¨ªticas 'al objeto de llevar al congreso y ayuntamientos el mayor n¨²mero de representantes'. No obstante, la mayor parte de las proposiciones presentadas en el congreso ugetista de 1932 versaban sobre la petici¨®n de obras p¨²blicas como medida de choque contra la crisis de trabajo.
Destacables resultan tambi¨¦n las propuestas realizadas al congreso desde las agrupaciones andaluzas, como la de los representantes de Baza (Granada) pidiendo la nacionalizaci¨®n de las minas y las f¨¢bricas, la prohibici¨®n de la maquinaria agr¨ªcola mientras hubiera trabajadores en paro (Puente Genil, C¨®rdoba), la creaci¨®n del subsidio de paro forzoso para los obreros agr¨ªcolas (Porcuna, Ja¨¦n), el establecimiento de la jornada laboral agraria en seis horas (Torredelcampo, Ja¨¦n), los arrendamientos colectivos (Villacarrillo, Ja¨¦n), la creaci¨®n de los bancos agr¨ªcolas (Villamanrique, C¨¢diz) o la promulgaci¨®n de leyes contra el caciquismo (Santiago de la Espada, Ja¨¦n).
Para el secretario general de la Federaci¨®n de Trabajadores de la Tierra, Juan Aguilar, 70 a?os despu¨¦s, muchos de esos planteamientos siguen teniendo una vigencia acorde con los tiempos actuales. 'Son el mejor reflejo de una estrategia sindical con visi¨®n de futuro que, como testaferros, nos obliga y nos compromete a continuar en su defensa', asegura Aguilar.
Ocurri¨® durante el Trienio Bolchevique
El sindicalismo agrario de signo socialista pas¨®, al menos, por tres etapas claramente diferenciadas: una primera, entre finales del siglo XIX y 1918, calificada por los investigadores de la Universidad de Ja¨¦n como 'larga traves¨ªa del desierto'; una segunda, hasta 1930, caracterizada por el crecimiento del fen¨®meno asociativo en el campo y su paulatina hegemon¨ªa dentro del sindicalismo ugetista; y una tercera, tras 1930, donde se consolid¨® la hegemon¨ªa del movimiento agrario. Fue durante el llamado Trienio Bolchevique (1918-1920) cuando la cuesti¨®n agraria adquiri¨® carta de naturaleza. El PSOE aprob¨® entonces su Secretariado Agrario Nacional y, en octubre de 1920, se cre¨® en Ja¨¦n la Federaci¨®n Interrregional Agraria como antesala a una federaci¨®n agr¨ªcola en el seno de la UGT. Francisco Largo Caballero, que desde el Ministerio de Trabajo impuls¨® las reformas m¨¢s demandadas por la clase trabajadora, clausur¨® la Asamblea de Ja¨¦n de 1920 proclamando que 'para la historia del proletariado espa?ol se hace constar que en esta Asamblea se echan las ra¨ªces y se toma el acuerdo solemne de crear una Federaci¨®n nacional de los obreros del campo' (El Socialista, 1-11-120). Sin embargo, la puesta en marcha de la Federaci¨®n se demorar¨ªa a¨²n una d¨¦cada.
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