Los traspi¨¦s de Powell
El secretario de Estado desafina y revela la falta de coordinaci¨®n de la pol¨ªtica exterior de EE UU
Una serie de lapsus en declaraciones p¨²blicas y de discrepancias con George W. Bush est¨¢n empa?ando el brillo de Colin Powell, la estrella del nuevo Gobierno republicano de EE UU. Powell, con el que hoy se entrevista en Washington Josep Piqu¨¦, ministro espa?ol de Exteriores, ha resbalado en asuntos de pol¨ªtica internacional tan cruciales como Jerusal¨¦n, Taiwan, Corea del Norte e Irak. La Casa Blanca y el Departamento de Estado niegan que Bush y Powell discrepen, y atribuyen el fen¨®meno a 'los problemas de ajuste de cualquier equipo que acaba de tomar posesi¨®n'.
Pero lo cierto es que Powell desafina. A¨²n colean sus graves errores de la pasada semana, cuando en una comparecencia ante el comit¨¦ de Asuntos Exteriores del Senado dijo con rotundidad que Jerusal¨¦n es 'la capital de Israel' y emple¨® en dos ocasiones la f¨®rmula 'Rep¨²blica de China' al referirse a Taiwan. EE UU nunca ha reconocido oficialmente a la Ciudad Santa como capital de Israel, y hace d¨¦cadas que acepta la pol¨ªtica de que el ¨²nico Estado chino es el de Pek¨ªn.
El Departamento de Estado est¨¢ haciendo malabarismos para amortiguar las protestas. El martes, Powell se entrevist¨® con l¨ªderes de la crecientemente influyente comunidad ¨¢rabe-americana y les asegur¨® que ¨¦l apoya la pol¨ªtica tradicional estadounidense que proclama que el 'estatuto final' de Jerusal¨¦n es algo que debe ser negociado por israel¨ªes y palestinos. Eso, subray¨®, no es contradictorio con el hecho de que el Gobierno Bush desee trasladar a esa ciudad su embajada en Israel.
China tambi¨¦n est¨¢ siendo aplacada. A trav¨¦s de la agencia Xinhua, el Gobierno de Pek¨ªn expres¨® su 'profunda preocupaci¨®n e insatisfacci¨®n' por las palabras de Powell. Richard Boucher, portavoz del Departamento de Estado, se vio obligado a precisar: 'La pol¨ªtica de EE UU no ha cambiado respecto a nuestras relaciones oficiosas con Taiwan; seguimos manteniendo que s¨®lo hay una China'.
Podr¨ªa pensarse que s¨®lo se trata de traspi¨¦s si no fuera porque en otros dos asuntos, Powell ha manifestado falta de sinton¨ªa con Bush. A comienzos de mes, el secretario de Estado asegur¨® que el nuevo Gobierno mantendr¨ªa los esfuerzos para normalizar las relaciones con Corea del Norte emprendidos por Bill Clinton. En ese terreno, dijo, hay 'elementos prometedores'. Menos de 24 horas despu¨¦s, Bush le desautoriz¨® y, con motivo de una visita a Washington del presidente surcoreano, emple¨® un tono duro y amenazador al hablar del r¨¦gimen de Pyongyang, del que dijo que no ha renunciado a construir armas de destrucci¨®n masiva.
La primera gira de Powell por Oriente Pr¨®ximo tambi¨¦n provoc¨® cr¨ªticas entre los c¨ªrculos conservadores de Washington. Para tranquilizar a los aliados ¨¢rabes de EE UU, Powell prometi¨® que su Gobierno suavizar¨¢ las sanciones que padece Irak y se concentrar¨¢ en reforzar el embargo en materia de armas. A su regreso, Powell escuch¨® cr¨ªticas por su 'blandura' procedentes del ¨¢rea del vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Frente a Sadam Husein, Cheney y Rumsfeld son los abanderados de una intransigencia absoluta, mientras que Powell es m¨¢s pragm¨¢tico. Demasiados solistas para la orquesta exterior norteamericana.
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