El boicot de los romanos
Los locos romanos intentaron ayer por la tarde, sin demasiado ¨¦xito, boicotear las fiestas de presentaci¨®n de la nueva entrega de las aventuras de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix, que se celebraron en librer¨ªas de Barcelona, Madrid, Valencia, Zaragoza y Bilbao. Una avanzadilla de toda una legi¨®n, seg¨²n afirmaron, se pase¨® por la plaza de Catalunya, el Portal de l'?ngel, Portaferrissa y la Rambla de Barcino en busca de los dos amigos para intentar detenerlos y evitar la difusi¨®n de un material altamente subversivo para el orden romano. Pero la ciudadan¨ªa se comport¨®: nadie se chiv¨® del paradero de los galos.
Saludados con gritos de '?Ave C¨¦sar!', tres soldados cejijuntos con problemas para mantener la dignidad de sus cabezas bajo unos cascos enormes amenazaban a los transe¨²ntes dici¨¦ndoles que sus correligionarios estaban avanzando en esos momentos por la Diagonal capitaneados por el mism¨ªsimo Julio C¨¦sar -?uy!, en enero de 1939 unos romanos mucho menos amistosos que ellos entraron en la ciudad precisamente por esa avenida-. Sin embargo, nadie se dej¨® chantajear y por la noche comparecieron los galos en cada una de las fiestas, acompa?ados por la bella Falbal¨¢, para brindar a la salud del nuevo tebeo con una copa de la p¨®cima m¨¢gica de Panor¨¢mix.
Juramentos por Julio C¨¦sar
La proximidad de la Semana Santa y el regreso a la actualidad de la pel¨ªcula Gladiator a pocos d¨ªas de la entrega de los oscars hac¨ªa dudar a m¨¢s de uno de si los personajes que caminaban en formaci¨®n de a uno o de tortuga eran unos promotores de las fiestas de moros y cristianos de Alcoi o quiz¨¢ unos imitadores poco agraciados del nominado Russell Crowe.
Todo esto hasta que a alguien de la editorial se le ocurri¨® entregarles ejemplares de Ast¨¦rix y Latraviata. Para que no quedara lugar a dudas sobre el objetivo de su misi¨®n, los romanos hicieron jurar a m¨¢s de uno, 'por Julio C¨¦sar', que no comprar¨ªan jam¨¢s de los jamases ni un libro de los irreductibles galos.
En su exploraci¨®n por el pa¨ªs de los ¨ªberos se encontraron de todo. Alg¨²n que otro layetano disfrazado de heavy, a quien pidieron los papeles e hicieron remar para que se preparase para un inmediato embarque a galeras, y a una expedici¨®n de j¨®venes habitantes de Britania, en aparente visita de ocio a Barcino. Parejas de mayores, grupos de chavales que llenaban sus alforjas en los comercios de la zona, ni?os con cara de miedo, aleccionados por sus padres para que entendieran de qu¨¦ iba la performance y m¨¢s mirones que colaboradores jalonaron el trayecto.
Al final de tan ajetreado y frustrado recorrido, que empez¨® y culmin¨® en la FNAC del Triangle -y que se celebr¨® tambi¨¦n en los alrededores de la misma librer¨ªa en Madrid- los romanos parec¨ªan querer repetir uno de los gritos de socorro m¨¢s famosos de la historia del c¨®mic: '?Me siento debilucho, Panor¨¢mix!'. Aunque el druida no habr¨ªa aceptado darles a ellos una cucharada de su poci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.