Se?or presidente:
Queremos explicarle, con el mayor respeto, por qu¨¦ nos parece un desprop¨®sito que su Gobierno nos quiera exigir un visado para pisar Espa?a, y por qu¨¦, en caso de que se tome esta determinaci¨®n, y mientras est¨¦ vigente, no volveremos a visitar la Pen¨ªnsula ib¨¦rica.
Un novelista colombiano escribi¨® alguna vez: 'Al entrar a Espa?a no tengo la impresi¨®n de llegar, sino la de volver.' Quiz¨¢s a muchos espa?oles les resulte extra?o este sentimiento, pero les aseguramos que esa sensaci¨®n es la t¨ªpica del criollo, la del indiano, la del colono o del colonizado nacido en esos territorios de lo que fue el antiguo imperio de Espa?a. Si nos atrevemos a hacerle un reclamo a esa gran naci¨®n que nos ense?aron a considerar, con raz¨®n o sin ella, como nuestra Madre Patria, es por el hondo convencimiento que tenemos de no ser ajenos a Espa?a.
Aunque las guerras de independencia hayan cortado el cord¨®n umbilical que nos un¨ªa pol¨ªticamente a la Pen¨ªnsula, los colombianos no hemos dejado de sentir, porque sabemos que es cierto, que nuestra imaginaci¨®n, nuestra lengua mayoritaria, nuestros referentes culturales m¨¢s importantes provienen de Espa?a. Aqu¨ª nos mezclamos con otros riqu¨ªsimos aportes de la humanidad, en especial con el ind¨ªgena y el negro, pero nunca hemos renegado, ni podr¨ªamos hacerlo, de nuestro pasado espa?ol. Nuestros cl¨¢sicos son los cl¨¢sicos de Espa?a, nuestros nombres y apellidos se originaron all¨ª casi todos, nuestros sue?os de justicia, y hasta algunas de nuestras furias de sangre y fanatismo, por no hablar de nuestros anticuados pundonores de hidalgo, son una herencia espa?ola.
La solidaridad cultural de las naciones hispanas y americanas, no puede ser simplemente un asunto ret¨®rico. Nosotros queremos poder entrar a Espa?a no digamos como Pedro por su casa, pero s¨ª como los hijos viajeros que de vez en cuando vuelven a deshacer sus pasos por los caminos de unos antepasados reales o inventados. Los hispanoamericanos no podemos ser tratados por Espa?a como unos forasteros m¨¢s. Aqu¨ª hay brazos y cerebros que ustedes necesitan. Somos hijos, o si no hijos, al menos nietos o biznietos de Espa?a. Y cuando no nos une un nexo de sangre, nos une una deuda de servicio: somos los hijos o los nietos de los esclavos y los siervos injustamente sometidos por Espa?a. No se nos puede sumar a la hora de resaltar la importancia de nuestra lengua y de nuestra cultura, para luego restarnos cuando en Europa les conviene. Expl¨ªquenles a sus socios europeos que ustedes tienen con nosotros una obligaci¨®n y un compromiso hist¨®ricos a los que no pueden dar la espalda. La rueda de la riqueza de las naciones se parece a la rueda de la fortuna; no es conveniente que en los d¨ªas de opulencia se les cierre en las narices la puerta a los parientes pobres. Quiz¨¢ un d¨ªa nosotros (en ese riqu¨ªsimo territorio donde ustedes y nosotros hemos trabajado, sufrido y gozado) tengamos tambi¨¦n que abrirles a los hijos de Espa?a las puertas, como tantas otras veces ha ocurrido en el pasado.
Mucho se habla en Espa?a y en todo el primer mundo de las bondades de la globalizaci¨®n. Pero si ¨¦sta no quiere ser una mera estratagema para ampliar los mercados, la globalizaci¨®n no podr¨¢ ser un proceso unidireccional e injusto por el cual los bancos y las grandes compa?¨ªas tecnol¨®gicas o de alimentos atraviesan las fronteras como el viento, mientras a las personas se les ponen m¨¢s trabas, cuarentenas y cuotas que a los apestados medievales.
Se?or Presidente: en sus manos est¨¢ una decisi¨®n de uni¨®n o desuni¨®n con los pueblos hispanoamericanos. La Madre Patria podr¨¢ portarse como tal, y no darnos la espalda en uno de los momentos m¨¢s duros de nuestra historia, o podr¨¢ tambi¨¦n portarse como una madrastra despiadada. Con la dignidad que aprendimos de Espa?a, no volveremos a ella mientras se nos someta a la humillaci¨®n de presentar un permiso para poder visitar lo que nunca hemos considerado ajeno.
Con nuestra consideraci¨®n y aprecio.
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Fernando Botero, ?lvaro Mutis, Fernando Vallejo, William Ospina, Dar¨ªo Jaramillo Agudelo y H¨¦ctor Abad Faciolince.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Inmigrantes latinoamericanos
- Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar
- Declaraciones prensa
- Ley extranjer¨ªa
- Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez
- Pol¨ªtica exterior
- Colombia
- Inmigrantes
- Legislaci¨®n espa?ola
- Sudam¨¦rica
- Inmigraci¨®n
- Am¨¦rica
- Pol¨ªtica migratoria
- Espa?a
- Relaciones exteriores
- Migraci¨®n
- Demograf¨ªa
- Legislaci¨®n
- Justicia
- Escritores
- Literatura hispanoamericana
- Gente
- Literatura
- Cultura
- Sociedad