Una investigaci¨®n rigurosa
El enorme esfuerzo de movilizaci¨®n de recursos econ¨®micos y humanos en Alemania durante la I Guerra Mundial, el alcance de la extensi¨®n del mando ¨²nico y los ambiciosos intentos de planificaci¨®n de toda la econom¨ªa alemana llevados a cabo por los mariscales prusianos causaron asombro en su tiempo. Era la primera vez que la prolongaci¨®n de un conflicto b¨¦lico, acompa?ada de una alta capacidad de planeamiento apoyada en modernas tecnolog¨ªas de comunicaci¨®n y transportes, permit¨ªa asistir a una transformaci¨®n casi total de una econom¨ªa de paz en una econom¨ªa de guerra.
De ello tomaron buena nota los estados mayores de todos los ej¨¦rcitos y tambi¨¦n, de modo poco sorprendente, las mentalidades totalitarias de izquierdas y de derechas que hab¨ªan de poblar la escena pol¨ªtica europea del mundo de las entreguerras. Lenin mismo no fue inmune al atractivo movilizador de los m¨¦todos de guerra alemanes, y hay quien ha achacado mayor influencia en la implementaci¨®n de la planificaci¨®n central en la econom¨ªa de la guerra civil rusa (destinada a quedarse para siempre en la URSS) a Ludendorff que a Marx (v¨¦ase P. Johnson, A history of modern times, o E. Hobsbawm, Age of extremes).
De mitos y milagros
Antonio G¨®mez Mendoza Edicions Universitat de Barcelona, Fundaci¨®n Duques de Soria
En algunos sectores, el desarrollo de la empresa p¨²blica acab¨® con las posibilidades de la empresa privada -
Tambi¨¦n los estados mayores de Espa?a en la ¨¦poca (1915) constituyeron unas comisiones militares de movilizaci¨®n industrial. Estas comisiones consideraron, a la luz de lo que acontec¨ªa en Alemania -y, en menor medida, en Inglaterra-, que pr¨¢cticamente todo el sector industrial espa?ol constitu¨ªa la retaguardia militar de Espa?a y que su poder¨ªo militar quedar¨ªa limitado si no era capaz de movilizarlo en caso de necesidad, por un lado; de autoabastecerse de toda materia prima estrat¨¦gica, de otro, y de acabar con los intereses extranjeros en las industrias claves para la defensa, que, como hemos dicho, eran casi todas.
De estas fuentes bebi¨® el ingeniero militar espa?ol, que es el protagonista del libro editado por Antonio G¨®mez Mendoza, De mitos y milagros, Juan A. Suanzes, fundador y primer presidente de lo que iba a ser llamado Instituto Nacional de la Autarqu¨ªa y que acab¨®, por presiones pol¨ªticas, llam¨¢ndose m¨¢s discretamente Instituto Nacional de Industria (1941). El hombre que tuvo durante muchos a?os la confianza de Franco en materia econ¨®mica y que ya durante la guerra civil comenz¨® a perge?ar el proyecto de rearme industrial de Espa?a, que siempre concibi¨® el servicio de un bien superior por encima de los intereses individuales de los ciudadanos de Espa?a y por encima, por tanto, de las ataduras jur¨ªdico-administrativas que regulaban las actividades de los dem¨¢s agentes econ¨®micos (ver el intercambio de informes entre Suanzes y Carrero Blanco con ocasi¨®n de la venta de buques a la Compa?¨ªa Trasmediterr¨¢nea por la Compa?¨ªa Elcano, p¨¢ginas 151-153, donde se refleja la concepci¨®n del primero de que la autonom¨ªa del INI lo pon¨ªa -en la persecuci¨®n de sus superiores objetivos- al resguardo de las decisiones del propio Gobierno).
De mitos y milagros es un libro de investigaci¨®n rigurosa en la historia industrial de Espa?a en las dos primeras d¨¦cadas del r¨¦gimen franquista. G¨®mez de Mendoza edita el esfuerzo de diversos autores y contribuye con siete de las 10 monograf¨ªas que constituyen la publicaci¨®n. Las escritas por Eduardo Barrera y Elena San Rom¨¢n, sobre Suanzes o sobre la gestaci¨®n castrense del INI, obra de esta ¨²ltima autora, o la realizada por Jes¨²s Mar¨ªa Valdaliso sobre la empresa Elcano, en nada desmerecen de las del propio G¨®mez de Mendoza, formando un conjunto bien trabado -aunque no exhaustivo- de los principios y las formas de actuar del INI de la ¨¦poca de Suanzes.
Como el t¨ªtulo provocativo ya indica, el inter¨¦s de los autores es derribar algunos de los mitos y leyendas que por la historiograf¨ªa oficial u oficiosa se constituyeron sobre la personalidad de Juan A. Suanzes, o sobre la contribuci¨®n del INI a la reconstrucci¨®n industrial de Espa?a. V¨ªctima de este proceso de demolici¨®n es, en primer lugar, la supuesta vocaci¨®n subsidiaria del INI en todo lo que depend¨ªa de la capacidad de acci¨®n de Suanzes en tanto en cuanto otros intereses econ¨®micos u otras facciones pol¨ªticas del r¨¦gimen franquista no se lo imped¨ªan. La filosof¨ªa del INI hasta 1963, mucho despu¨¦s de la supuesta supremac¨ªa de los tecn¨®cratas del Plan de Estabilizaci¨®n de 1957, era recelosa de la iniciativa privada, arbitraria en el uso de los procedimientos administrativos para hacer prevalecer los intereses de la empresa p¨²blica frente a la privada, enemiga de la inversi¨®n extranjera, partidaria a ultranza de la autarqu¨ªa y promotora del crecimiento a trav¨¦s de la sustituci¨®n de importaciones.
En aquellos aberrantes a?os no se puede hablar de aut¨¦ntica pol¨ªtica econ¨®mica, sino de un c¨²mulo de actuaciones basadas en un intervencionismo ignorante de la m¨¢s leve noci¨®n de econom¨ªa, sujeto a las contradicciones propias de la falta de una visi¨®n global y a las marchas y contramarchas impuestas por la presi¨®n pol¨ªtica exterior que exig¨ªa a veces adoptar aires relativamente liberales para que el r¨¦gimen no pereciera entre los estertores de su propia asfixia. Pero en un mundo de total intervenci¨®n en el sector financiero, de cuotas y cupos, de restricciones cuantitativas a la importaci¨®n, de precios intervenidos y comercio dirigido, el papel del INI fue particularmente significativo, pues no s¨®lo contribuy¨® a su organizaci¨®n y mantenimiento, sino que lo utiliz¨® descarnadamente a su favor aprovechando su gran influencia pol¨ªtica y olvidando frecuentemente lo que podr¨ªan ser los intereses generales a los que dec¨ªa servir.
Los estudios sobre el papel del INI en la producci¨®n y distribuci¨®n de electricidad, en el Plan del Nitr¨®geno o en el sector naval, dan fe de c¨®mo entend¨ªa el INI de Suanzes la subsidiariedad si no encontraba adversarios de suficiente peso. Ni los intereses de los agricultores por los abonos nitrogenados -ni el de los consumidores por mayores cosechas en aquellos a?os de racionamiento hasta bien metida la d¨¦cada de los cincuenta-, ni el de los transportistas, ni la posibilidad de crear un cartel el¨¦ctrico detuvieron al INI en sus intentos de protagonizar el desarrollo industrial en cada uno de estos sectores desplazando a las empresas privadas. Es l¨¢stima que el libro no extiende sus investigaciones al sector del aluminio, de la navegaci¨®n a¨¦rea, del refino de petr¨®leo, de la construcci¨®n naval o de la siderurgia, donde el hostigamiento del INI a la empresa privada fue tan importante como en la miner¨ªa o en la qu¨ªmica.
El segundo mito que cae es el de la gran labor del INI y su importante aportaci¨®n a la reconstrucci¨®n y el desarrollo industrial de la posguerra. Los autores demuestran el trecho que medi¨® entre los fantasiosos planes del INI a principios de los cuarenta y sus realizaciones al final del periodo aut¨¢rquico. Muestran c¨®mo en algunos sectores el desarrollo de la empresa p¨²blica acab¨® con las posibilidades de sostenimiento de la empresa privada al implantar unas reglas del juego alejadas no ya de la libre competencia, sino de una competencia que aunque estuviera regulada restrictivamente fuera, al menos, era leal con igualdad de oportunidades para todos los participantes.
Tambi¨¦n la tesis muy querida a la izquierda intervencionista de los fallos de mercado como justificante de la acci¨®n p¨²blica y del papel crucial de las empresas p¨²blicas como testigos de funcionamiento del mercado en los sectores donde desarrollan su actividad quedan mal paradas en mitos y milagros. En ning¨²n caso se ve claro que la presencia de las empresas del INI sirviera como acicate a la competencia en los sectores correspondientes, como han mantenido algunos autores, ni que el mercado funcionara m¨¢s eficientemente despu¨¦s de su implantaci¨®n. Se podr¨¢ decir con raz¨®n que en un universo intervencionista y proteccionista dif¨ªcilmente tales objetivos se pod¨ªan llevar a cabo. Pero lo cierto es que cuando en la Espa?a de los a?os ochenta hubo que emprender seriamente un esfuerzo de reconversi¨®n industrial fueron precisamente los sectores con gran presencia de la empresa p¨²blica los que exigieron mayores recursos y m¨¢s hondas transformaciones.
De especial inter¨¦s en el libro es la monograf¨ªa de G¨®mez Mendoza sobre el INI y la industria el¨¦ctrica, cuya lectura es muy recomendable. Del mismo modo que Lenin defini¨® una vez el comunismo como el poder de los s¨®viets m¨¢s la energ¨ªa el¨¦ctrica, el INI de Suanzes descubri¨® muy pronto que sus planes de protagonismo en el desarrollo industrial pasaban por hacerse cargo del sector el¨¦ctrico, arrinconando a las empresas privadas que ya estaban trabajando en la producci¨®n y distribuci¨®n de electricidad. De manera contrapuesta a procesos de socializaci¨®n de los sectores el¨¦ctricos que se produjeron en la Europa de los a?os treinta y cuarenta, el objetivo del INI no era racionalizar un sector con una deficiente red de transporte con insuficientes interconexiones entre los mercados regionales y sin un sistema de dispatching centralizado -es decir, aumentar la eficiencia y reducir el coste de la energ¨ªa el¨¦ctrica en aquella ¨¦poca de carest¨ªa-, sino asegurar el suministro para las grandes plantas industriales del INI en sectores de alta intensidad energ¨¦tica haciendo al mismo tiempo negocio. La reacci¨®n del sector privado encabezado por Jos¨¦ Mar¨ªa de Oriol y Urquijo constituyendo el cartel de Unesa (1944) fue sintom¨¢tica de los equilibrios extra?os del r¨¦gimen franquista entre los diversos poderes f¨¢cticos. Cuando llegu¨¦ al Ministerio de Industria y Energ¨ªa en 1982 ya no era Oriol el presidente de Unesa, pero segu¨ªa siendo el l¨ªder indiscutido de la patronal el¨¦ctrica, aunque Endesa iba aumentando paulatinamente su peso dentro del sector.
Nos encontramos, en fin, ante una investigaci¨®n hist¨®rica del mayor inter¨¦s no s¨®lo para los profesionales de la historia econ¨®mica de Espa?a, sino para quien quiera entender el desarrollo industrial de Espa?a en los ¨²ltimos 60 a?os. Es cierto que tiene un enfoque limitado, como es consustancial a este tipo de trabajos, y que, para evitar una lectura sesgada del panorama empresarial de las primeras d¨¦cadas franquistas, deber¨ªa complementarse con un an¨¢lisis detallado del desarrollo de la iniciativa empresarial y capacidad de emprendimiento privado en la misma ¨¦poca. No vayamos a concluir que el empresariado espa?ol era magn¨ªfico y s¨®lo las presiones pol¨ªticas le impidieron desarrollar todas sus potencialidades.
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