'La fidelidad premiada

La ABAO (Asociaci¨®n Bilba¨ªna de Amigos de la ?pera) est¨¢ haciendo un considerable esfuerzo en los ¨²ltimos a?os por ampliar su repertorio tradicional -Verdi, Donizetti, la ¨®pera italiana del XIX-, incorporando autores del ¨¢rea alemana. En este final de curso vuelven a sus ra¨ªces m¨¢s queridas con dos t¨ªtulos de Donizetti. El primero de ellos, Lucrezia Borgia, se hab¨ªa representado con anterioridad en Bilbao en 1970, con Montserrat Caball¨¦, y en 1981, con Alfredo Kraus. Los referentes son, pues, de ¨®rdago.

Ana Mar¨ªa S¨¢nchez se catapult¨® al estrellato desde el prestigioso concurso de canto de Bilbao. Al presentarse en Madrid, con los vencedores de otras competiciones equivalentes, arroll¨® por su fuerte personalidad y empuje oper¨ªstico. La voz de la soprano de Elda (Alicante) es actualmente muy hermosa, habi¨¦ndose acentuado lo que Riccardo Chailly calific¨® en su d¨ªa como color tebaldiano, en recuerdo de la inolvidable Renata Tebaldi. Frasea maravillosamente y tiene car¨¢cter en escena. Sin embargo, no acab¨® de redondear el personaje de Lucrezia Borgia. En el pr¨®logo se mostr¨® reservada, y en la escena final careci¨® de ese arrebato ¨²ltimo capaz de transmitir una emoci¨®n irresistible. Todo ello, valorando en lo m¨¢s alto frases y momentos memorables. El tr¨ªo del final del primer acto, por ejemplo, con un canto fluido y natural verdaderamente hechizante, en compa?¨ªa de un seguro Ildebrando D'Arcangelo y de un sorprendente Giuseppe Filianoti, un tenor, por cierto, espl¨¦ndido, con una l¨ªnea llena de musicalidad, de los que se gustan y transmiten esa belleza inmediata del canto bien trazado. La falta de un pellizquito de mordiente qued¨® con creces compensada por su generoso y sensible estilo belcantista. No defraud¨® el resto, con lo que, al menos a nivel vocal, la representaci¨®n sali¨® sobradamente a flote.

Problemas en el foso

Los problemas ven¨ªan de otro lado. Del foso, especialmente. El maestro canadiense Eric Hull, que sustitu¨ªa a Richard Bonynge, dirigi¨® de forma anodina, casi mortecina, a una gris Sinf¨®nica de Euzkadi. Un paso atr¨¢s, orquestalmente hablando, respecto a las dos ¨²ltimas ¨®peras de Euskalduna. Un paso adelante fue, en cualquier caso, el planteamiento esc¨¦nico. Estilizado, muy estilizado, en tonos escenogr¨¢ficos fr¨ªos y elegantes, con materiales modernos y un toque atemporal. Son tendencias de hoy: la est¨¦tica japonesa en los restaurantes; la pl¨¢stica funcional, a media luz, en diagonales e inquietante, en la ¨®pera. En ese contexto, Sagi (que le tiene cogido el punto a Donizetti) se movi¨® a sus anchas, sacando a relucir los efectos espaciales mediante un gran espejo o las colas de los vestidos femeninos, los efectos pl¨¢sticos de las graf¨ªas o las velas, y los efectos luminot¨¦cnicos en plata u oro de las tiras verticales, pero sobre todo dejando el peso teatral a los cantantes. La modernidad no alteraba la sustancia musical. La ABAO renovaba as¨ª la fidelidad a sus principios canoros desde la apuesta esc¨¦nica. La fidelidad premiada, que dir¨ªa Haydn. Y sin salir una representaci¨®n redonda, ni mucho menos, hubo suficientes elementos para disfrutar y aplaudir.