Mentiras, errores y cambios de sexo
Asegura el autor que las operaciones de cambio de sexo son el ¨²ltimo eslab¨®n del tratamiento que la sanidad p¨²blica ofrece a quienes padecen 'disforia gen¨¦rica' y que su realizaci¨®n era conocida
Durante estos d¨ªas, estamos asistiendo a una agria pol¨¦mica sobre las operaciones de cambio de sexo en Cruces. Aclarando hechos y conceptos en un asunto tan complejo, hay que decir en primer lugar que el 'cambio de sexo' es una expresi¨®n digamos que period¨ªstica o para la divulgaci¨®n, as¨ª como una meta imposible de conseguir incluso con todos los medios m¨¦dico-quir¨²rgicos, psiqui¨¢tricos y psicol¨®gicos a su servicio. Sin embargo, hay clasificaciones cient¨ªficas de este tipo de problemas correspondientes a diagn¨®sticos y, tambi¨¦n, pautas asistenciales para atender a estos pacientes. Por ejemplo, este complejo problema viene pormenorizado en el CIE 10, una publicaci¨®n de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud sobre trastornos mentales y del comportamiento. Recomiendo su lectura antes de emitir opiniones sin fundamento.
'Se comprender¨¢ mi sorpresa ante la polvareda levantada, sobre todo cuando los facultativos y servicios interesados hemos tratado todo este asunto con nuestros superiores'
As¨ª pues, el 'cambio de sexo' es una simplificaci¨®n que no explica esta compleja problem¨¢tica y que requiere, adem¨¢s, un tratamiento m¨¢s preciso por parte de los profesionales sanitarios para no cometer errores y confundirla con otras conductas que ni tan siquiera son enfermedades, sino meras opciones libres de la conducta humana.
La cirug¨ªa, la medicina, la psicolog¨ªa o la psiquiatr¨ªa son instrumentos al servicio de las personas y de los pacientes para conseguir su bienestar f¨ªsico y ps¨ªquico. Esto nos hace optar por el respeto no s¨®lo al paciente, sino tambi¨¦n a sus opiniones y opciones como persona informada y adulta, entre las que est¨¢ su opci¨®n sexual, eliminando de la relaci¨®n m¨¦dico-enfermo un paternalismo trasnochado.
La cirug¨ªa reparadora en los estados intersexuales patol¨®gicos ocupa un eslab¨®n en la larga y compleja cadena de tratamiento, despu¨¦s de otro tipo de labores diagn¨®sticas y terap¨¦uticas llevadas a cabo de forma individualizada, informando con realismo a los pacientes y llegando hasta donde ellos o ellas decidan. Cuando se llega a ella es que todos los intentos de modificar la opci¨®n ps¨ªquica y mental del paciente han fracasado, lo que ha supuesto un cambio de direcci¨®n que, si bien no cura ni cambia su sexo morfol¨®gico y caracteres sexuales secundarios, le ayuda a mejorar en su sufrimiento y situaci¨®n. Pero somos plenamente conscientes de nuestras limitaciones: dicho con claridad, el cambio de sexo en sus niveles cromos¨®micos, gen¨¦ticos, es decir, en toda su complejidad, es en la actualidad imposible.
Todo esto no es un camino de rosas, sino un proceso largo y complejo, al final del cual est¨¢ el cirujano. Una vez iniciado y llevado hasta ese punto, no es ¨¦tico dar un brusco corte y dejar a los pacientes abandonados a su suerte. ?Puede todo este proceso realizarse de una forma oculta o clandestina en un hospital o una red sanitaria en la que intervienen multitud de profesionales, incluyendo los cargos directivos y gestores? Ni se puede, ni se debe. Otra cosa importante, pero diferente, es el derecho de los pacientes a su intimidad. Los m¨¦dicos estamos obligados a respetar y guardar la confidencialidad y discreci¨®n que requieren estos temas, a pesar de que a veces los propios pacientes -y son muy libres de hacerlo- deciden romperla por diferentes motivos.
En cuanto al Hospital de Cruces, ¨¦sta ha sido la actitud mantenida hasta ahora. Sobre esta pr¨¢ctica hay ya una expresa prohibici¨®n por escrito, con fecha de 7 de marzo de 2001, lo que nos obliga a someternos a las reglas de juego y a suspender todo este tipo de actividad hasta que dicha prohibici¨®n se modifique. El detalle importante es que los ¨²ltimos pacientes se operaron con antelaci¨®n, el 6 de marzo de 2001, con todos los requisitos y documentaci¨®n expuestos, incluyendo las comunicaciones a la Direcci¨®n del centro de su cirug¨ªa programada.
Prefiero aclarar esta compleja problem¨¢tica que replicar a los los escritos publicados del se?or Jon Darp¨®n, director de Asistencia Sanitaria de Osakidetza, y la se?ora Gloria Quesada, directora-gerente de Cruces, que son suficientemente claros y no requieren comentario alguno. Escandalizar y escandalizarse con la exhibici¨®n de grandes conceptos y palabras como demagogia, soberan¨ªa popular, cumplimiento de la ley, etc., creo, de verdad, que no procede.Por otro lado, confundir las prestaciones y las necesidades terap¨¦uticas que requieren los pacientes de disforia gen¨¦rica (t¨¦rmino acu?ado en esta situaci¨®n) con otras enfermedades que evidentemente pueden padecer, como neumon¨ªa, diabetes, etc., es un insulto a la inteligencia y pretender situar la discusi¨®n donde no procede.
Entonces, ?d¨®nde est¨¢ el problema y la cuesti¨®n de este esc¨¢ndalo gratuito? ?Es un problema de financiaci¨®n o hab¨ªa una prohibici¨®n? Porque ahora, claramente y desde el d¨ªa 7 de marzo, hay una prohibici¨®n. Otro problema que debe quedar claro, porque de ello depende la exclusi¨®n o inclusi¨®n de la financiaci¨®n p¨²blica, es el tan tra¨ªdo y llevado tema de las prestaciones que no son cubiertas por la Seguridad Social o fondos estatales destinados a la asistencia sanitaria, recogidas en el Real Decreto 63/95. El punto 5 de su Anexo III contempla: 'La cirug¨ªa de cambio de sexo, salvo la reparadora en estados intersexuales patol¨®gicos'. Es decir, sin confundir lo patol¨®gico con lo cong¨¦nito, para soportar con base jur¨ªdica una prestaci¨®n sanitaria hace falta reconocer la prestaci¨®n. ?Pero qu¨¦ otra cosa que un estado intersexual patol¨®gico adquirido o sobrevenido es el que presenta un paciente tras estar diagnosticado de disforia gen¨¦rica y recorrer toda la cadena de tratamiento? Por otra parte, tambi¨¦n en los hospitales de Osakidetza tratamos y operamos, con los fondos p¨²blicos a otros pacientes, como los extranjeros, sin que su condici¨®n o la financiaci¨®n del coste suponga ning¨²n problema. No creo que esto sean desviaciones de recursos, ni tampoco tengo conocimiento que el Tribunal Vasco de Cuentas lo cite en sus informes, lo que no sucede con otros supuestos que no es oportuno comentar ahora.
Se comprender¨¢, por tanto, mi asombro y sorpresa ante todo lo sucedido y la polvareda levantada con este asunto. Sobre todo cuando los facultativos y los servicios interesados hemos informado a nuestros superiores y continuamos pidiendo, como lo he hecho, la oportunidad de tratarlo oficialmente con quien estime oportuno tanto el Departamento de Sanidad como Osakidetza-Servicio Vasco de Salud.
Creo, por ¨²ltimo, que los llamados transexuales tambi¨¦n pueden y tienen derecho a participar en el planteamiento y soluci¨®n de sus problemas, porque no creo que este asunto pueda o deba solucionarse con expedientes de ninguna clase, sino cogiendo el toro por los cuernos, sin histerismos, aceptando la realidad y discerniendo con inteligencia lo que es posible cambiar de lo que es imposible, lo que requiere trabajo y valent¨ªa. De momento, ya que no podemos cambiar el sexo en todos sus niveles, lo que s¨ª podemos cambiar es la asistencia de sus estados patol¨®gicos y la pol¨ªtica sanitaria, lo que corresponde a la Administraci¨®n y a los representantes pol¨ªticos. La tarea de los profesionales es colaborar, asesorarles y, por supuesto, respetar las reglas del juego; as¨ª lo hemos hecho y seguiremos haciendo tras la ¨²ltima nota clara y terminante de la Direcci¨®n-Gerencia. Otra cosa diferente es callar, ocultar, o dar la impresi¨®n de una actitud clandestina que es imposible de mantener en una democracia.
Francisco Javier Gabilondo Zubizarreta es jefe del Servicio de Cirug¨ªa Pl¨¢stica del Hospital de Cruces y ex presidente de la comisi¨®n asesora t¨¦cnica en esta materia del Departamento de Sanidad.
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