Un Fraga Iribarne de a cinco duros
Todav¨ªa es posible adquirir libros a 25 pesetas. Tal sucede en la caseta n¨²mero 15 de las cuestas de Claudio Moyano en Madrid, en determinados d¨ªas en los que su propietario, Alfonso Ruidavets, liquida montones de t¨ªtulos. En ella, hace poco, entre una gama variopinta de ejemplares se ofrec¨ªa la obra de Manuel Fraga titulada As¨ª se gobierna Espa?a, que edit¨® en 1949 la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica. En este trabajo, el entonces joven catedr¨¢tico de derecho Pol¨ªtico, con exagerado servilismo, opin¨® textualmente en el apartado de El alzamiento nacional y el terrorismo rojo que 'Es evidente que el glorioso alzamiento popular de 18 de julio de 1936 fu¨¦ uno de los m¨¢s simp¨¢ticos movimientos pol¨ªtico-sociales de que el mundo tiene memoria. Los observadores imparciales y el historiador objetivo han de reconocer que la mayor y la mejor parte del pa¨ªs fue la que se alz¨®, el 18 de julio, contra un Gobierno ilegal y corrompido, que preparaba la m¨¢s siniestra de las revoluciones rojas desde el poder. S¨®lo en este sentido cabe llamar reaccionario(sic) a un movimiento que durante sus momentos m¨¢s decisivos fue realmente espont¨¢neo de iniciativas aisladas, a las que se incorpor¨® gente de todas las clases sociales, que defend¨ªan su Religi¨®n de la persecuci¨®n oficial, su familia de la corrupci¨®n sistem¨¢tica, su propiedad de ataques injustos'.
Esta m¨ªnima muestra es sobradamente contundente, aunque podr¨ªa multiplicarse hasta el cansancio si as¨ª se deseara. Baste a?adir el ¨¦nfasis que Manuel Fraga reiter¨® en el calificativo de popular, varias veces repetido en su trabajo, a mayor gloria de su admirado ¨ªdolo Francisco Franco. No extra?a que, ya en la democracia, retomara el mismo calificativo para distinguir por dos veces consecutivas al partido conservador espa?ol que organiz¨®, recre¨® y deposit¨®, posteriormente, en las manos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Hace una veintena de a?os que le¨ª la obra de Jos¨¦ Jordana y Morera Voces forestales (Madrid,1900). En ella, el autor, sintetizando y complementando a autores versados del dialecto gallego, como el padre Sarmiento y el erudito Cuveiro, expuso que la voz fraga envuelve los dos conceptos de terreno ¨¢spero y boscaje enmara?ado y espeso. Pensando desde entonces que exist¨ªa una curiosa casualidad premonitoria con el pol¨ªtico gallego, leo ahora con inter¨¦s el avance que Ra¨²l Morodo publica de su libro Atando cabos, en EL PA?S del domingo once de marzo. Dado que Morodo prodiga una imagen tan favorecedora del patriarca Manuel Fraga, uno queda sorprendido en su propia ingenuidad, pese al itinerario seguido por dicho profesor.
Tendr¨ªa escaso inter¨¦s entrar en la personalidad de Manuel Fraga, al menos en la prensa diaria, si nos encontr¨¢ramos tan solo ante una personalidad en manifiesto declive f¨ªsico y al margen de cualquier protagonismo pol¨ªtico. Pero lo m¨¢s sorprendente es que en estos momentos, pese a la estampa que ofrece Manuel Fraga, el personaje es candidato a la presidencia de la Xunta, manteniendo adem¨¢s probabilidades de renovaci¨®n.
Pocas dudas sobre la capacidad de un personaje que ha jugado a lo largo de su vida al l¨ªmite posible de lo reaccionario, en todo momento y lugar. Su m¨¦rito residir¨ªa en conseguir ser casi olvidado, tal como dicen sus actuales amigos del Opus Dei del propio diablo. Paradojas de la vida, porque el gran adulador del dictador, que lleg¨® formalmente mucho m¨¢s lejos que los tecn¨®cratas en su adhesi¨®n al r¨¦gimen de Franco, fue defenestrado, que no aniquilado, tras la operaci¨®n del esc¨¢ndalo Matesa. Cabe recordar que Fraga denunci¨® a la opini¨®n p¨²blica, junto a los azules, el fraude de las falsas exportaciones de Matesa , fracasando en su pretendido ajuste de cuentas con Laureano L¨®pez Rod¨® y dem¨¢s tecn¨®cratas. M¨¢s tarde, haciendo bueno el antiguo an¨¢lisis de Jos¨¦ Vidal Beneyto en la revista Indice, form¨® grupo con sus anteriores adversarios del franquismo en aquella pat¨¦tica cabalgada de los siete magn¨ªficos en las primeras elecciones de 1977.
Llevamos d¨¦cadas sufriendo a Fraga, despotricando de ¨¦l y tomando a chanza, con escasa inteligencia por nuestra parte, a un personaje que dejar¨¢ su parcela de poder, muy probablemente, con los pies por delante. Se ha menospreciado sin duda la capacidad de reacci¨®n de un Fraga que justific¨® el crimen pol¨ªtico de Juli¨¢n Grimau, dio la cara por todos los coletazos de un r¨¦gimen en deterioro y, entre otras cosas, jug¨® ilegalmente al poker con la publicaci¨®n clandestina de Los nuevos liberales para vengarse de los intelectuales y pol¨ªticos Dionisio Ridruejo, Pedro La¨ªn, Santiago Montero D¨ªaz, Jos¨¦ Luis L¨®pez Aranguren, Jos¨¦ Antonio Maravall Casesnoves y Antonio Tovar, que hab¨ªan ido abandonando con todas sus consecuencias el franquismo. M¨¢s tarde, tras la muerte de Franco, toler¨® los sucesos y cr¨ªmenes de Vitoria y Montejurra movi¨¦ndose como pez en el agua junto a Arias Navarro, apost¨® contra la legalizaci¨®n del PC y, muy recientemente, prolog¨® un libro que niega el holocausto jud¨ªo durante el nazismo. Sin embargo siempre supo dar un paso e incluso un regate, con relativa rapidez, evidenciando m¨¢s agilidad de lo aparente, tal como demostr¨® al querer descubrirnos la democracia, inventar aunque no patentar el centro democr¨¢tico y presentar en sociedad a Santiago Carrillo, tras legalizaci¨®n del comunismo, en el club siglo XXI. La misma noche del 23-F, cuando ya se comenzaba a conocer el fracaso del golpe, largo tiempo despu¨¦s de los actos de valor de Adolfo Su¨¢rez, Guti¨¦rrez Mellado y Santiago Carrillo, se enfad¨® ostensiblemente con premeditado c¨¢lculo con quienes no le hab¨ªan considerado como genuino enemigo a batir.
Los soci¨®logos podr¨¢n interpretar el porqu¨¦ de la pervivencia de un caciquismo en Galicia simbi¨®tico con un Fraga incombustible hasta su propia extinci¨®n. Pero todos somos responsables en cierta proporci¨®n y medida y todo pagamos por haber infravalorado un elemento machacado por las urnas, en momentos en los que todav¨ªa exist¨ªa cierta memoria hist¨®rica sobre el pol¨ªtico.
Luis Font de Mora es ingeniero Agr¨®nomo.
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