Los jueces con plaza en Catalu?a son los que m¨¢s piden el traslado
La carest¨ªa de la vida y el catal¨¢n act¨²an como elementos disuasorios
Dentro de unos d¨ªas empezar¨¢n a ejercer los jueces de la ¨²ltima promoci¨®n en toda Espa?a. Son 222 y de ellos s¨®lo 15 han nacido en Catalu?a, una proporci¨®n muy peque?a si se compara con lo que supone la poblaci¨®n catalana en el conjunto de Espa?a. De esa promoci¨®n se quedan en Catalu?a esos 15 jueces y otros 23, pero cuando hayan pasado los dos a?os a los que les obliga la ley para mantener ese primer destino, es casi seguro que estos ¨²ltimos se ir¨¢n a otro destino mejor, posiblemente a su comunidad aut¨®noma o m¨¢s cerca de ella. Es lo que sucede cada a?o antes y despu¨¦s de que la Escuela Judicial se ubicara en Barcelona -ya han salido de ella tres promociones- y lo que viene denunciando desde hace tiempo el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a, Guillem Vidal. La idea del Gobierno catal¨¢n de que teniendo la escuela se arreglar¨ªa el eterno d¨¦ficit de jueces no se ha cumplido.
La estad¨ªstica del a?o pasado del Consejo General del Poder Judicial es todav¨ªa m¨¢s contundente. En 2000 cambiaron de destino de una comunidad aut¨®noma a otra 85 magistrados, la categor¨ªa a la que asciende un juez con el paso de los a?os. El grupo m¨¢s numeroso fue el de los que ocupaban una plaza en Catalu?a (24), seguidos por los del Pa¨ªs Vasco (13) y Andaluc¨ªa (9). Por el contrario, Madrid, donde s¨ª existe una cultura arraigada de funcionariado, fue una de las comunidades de las que se marcharon menos magistrados (2) y a la que llegaron m¨¢s (26). Catalu?a se sit¨²a muy lejos de Madrid y s¨®lo llegaron a ella cuatro magistrados de otra comunidad.
Secretarios y funcionarios
Guillem Vidal cree que es muy dif¨ªcil cambiar una tendencia social y que poco se puede hacer si no existe en Catalu?a una tradici¨®n hacia lo judicial y la funci¨®n p¨²blica. A eso se suma, adem¨¢s, la presencia de una lengua distinta y la carest¨ªa de la vida, que contribuyen todav¨ªa m¨¢s a que los jueces cambien en cuanto pueden. 'Un juez de Barcelona o su ¨¢rea metropolitana puede vivir muy bien en Extremadura u otra comunidad con ese mismo sueldo', explica Guillem Vidal. La consecuencia es que la plaza queda vacante y se ha de cubrir con jueces sustitutos, en muchos casos, o mediante un concurso que ganan otros jueces destinados en Catalu?a, que al cambiar de destino vuelven a dejar una vacante.
Al acabar el a?o 2000, una de cada cinco plazas de jueces o magistrados de Catalu?a la ocupaba un sustituto o estaba por cubrir. Y el que acaba sufriendo las consecuencias es el ciudadano, porque cuando el juez est¨¢ formado y experimentado en su ¨¢mbito, se va y deja los asuntos como est¨¦n. Guillem Vidal considera que para acabar con esa situaci¨®n se deber¨ªan dar incentivos indirectos al juez, por ejemplo costearle la vivienda.
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