Un petardo de novillos

A Chopera es posible que todav¨ªa le est¨¦n buscando cinco de los novilleros que actuaron ayer en su plaza de Illumbe. No se puede mandar una novillada tan baja de calidad, tan basta, a unos muchachos emplazados en la segunda semifinal que les llevar¨¢ a la final del pr¨®ximo viernes. Es inaudito que Chopera sea empresario de una plaza que ha acogido por segundo a?o consecutivo ser el coso donde los nuevos espadas van a demostrar lo que saben. No se puede hacer las cosas peor y mucho menos cuando se es anfitri¨®n de un acontecimiento, como el IV Encuentro Mundial de Novilleros.

Salvando el sexto novillo, que tampoco era nada del otro mundo, la corrida, como decimos, fue un aut¨¦ntico petardo.

Menos mal que hubo un novillero, C¨¦sar Jim¨¦nez, que en ese sexto de la tarde enderez¨® el festejo, ya que de otro modo las eficiencias y la falta de clase de los novillos hubiera cantado mucho m¨¢s. Hay torero en ese muchachito de cuerpo fr¨¢gil, pero con un coraz¨®n muy grande. Inici¨® su faena con las dos rodillas en tierra en la boca de riego, toreando por derechazos y form¨® un alboroto. Luego tore¨® con las dos manos, siempre con mucha clase, con mucho temple y en torero. Fue lo ¨²nico rese?able de la tarde, a excepci¨®n de algunos apuntes que se?alamos a continuaci¨®n: Abraham Barrag¨¢n realiz¨® unos doblones de mucha hondura.

Sergio Aguilar estuvo por los aires casi toda la faena. Se llev¨® tres revolcones y por poco pasa a oler el cloroformo de la enfermer¨ªa. Javier Valverde, a un toraco de bella arrancada, le teji¨® naturales y derechazos con mucho valor. El franc¨¦s Julen Lescarret tuvo la peor suerte de todos. Le toc¨® un novillo descompuesto, que quer¨ªa embestir hasta las moscas. Salvador Vega, que anteayer cort¨® oreja y parec¨ªa augurar que hay torero, ayer sus derechazos no ten¨ªan fundamento alguno puesto que por cada uno que ejecutaba daba ocho pasos atr¨¢s. Insistimos en que no se puede emplazar a unos j¨®venes toreros con un material que parec¨ªa de desecho. Es que es insufrible y a la vez denigrante. Creemos que es una mancha muy grande dentro de la casa Chopera.

Adem¨¢s de ser novillos sin un ¨¢tomo de clase, sus cabezas eran pobres hasta el punto de que es como si al p¨²blico en general se le pusiera una venda en los ojos para que no viera las astas y s¨®lo pudiera ver las patas de las reses. Algo as¨ª como si el p¨²blico fuera un colectivo de ciegos a los que se les imposibilita ver c¨®mo son los pitones. En realidad esto de la ceguera est¨¢ en sinton¨ªa con el mundo de las figuras y del toro en general. Todo lo que huele a fiesta brava alcanza la glorificaci¨®n de la mentira. Y el p¨²blico cada vez m¨¢s higuerado no acaba por encontrar diferencia alguna entre los dos cuernos con punta y una barra de carm¨ªn, por ejemplo.