La azarosa historia del celibato clerical
Lo que acaba de desvelarse: que una parte del clero no cumple ni respeta el celibato, y que incluso se lanzan a violar a monjas y novicias, no es sino consecuencia de esa f¨¦rrea ley que impide al clero latino casarse, y se precipitan por la calle de en medio haciendo caso omiso de sus promesas. Las estad¨ªsticas que existen en el pa¨ªs de las encuestas, que son los Estados Unidos, revelan el mar de fondo que existe y la jerarqu¨ªa cat¨®lica quiere silenciar. Y solamente de cuando en cuando surge alg¨²n hecho que tiene visos de esc¨¢ndalo, cuando se difunde.
Un jesuita profesor de la Universidad de Harvard, el P. Fischler, descubri¨® que el 92% del clero norteamericano ped¨ªa que pudiera elegir el sacerdote libremente ser casado o soltero. Y un sacerdote y psicoterapeuta, el P. Sipe, encontr¨® que s¨®lo el 2% de ese clero cumple el celibato, el 47% lo cumple relativamente y el 31,5% vive una relaci¨®n sexual, de los cuales el tercio tiene relaciones homosexuales. Ante ello, varios obispos han pedido que se quite el celibato para el clero latino, ya que el oriental -incluso el unido a Roma- no tiene esa obligaci¨®n y suele ser casado. Y el Concilio Vaticano II alab¨® el sentido espiritual del sacerdote casado en Oriente.
La historia de esta exigencia es muy azarosa, pues tuvieron que pasar casi quince siglos hasta que se exigi¨® definitivamente el celibato en la Iglesia latina. Hasta el siglo IV no hay ninguna ley que lo exija, en ninguna parte de la cristiandad. Y a partir de entonces se empieza a considerar obligatorio en algunas partes, pero s¨®lo que los obispos no puedan estar casados, no el clero; aunque esta ley no es general, y existen muchos obispos casados. En el siglo V, en el Concilio de R¨ªmini asisten 300 obispos casados, cifra enorme, dados los pocos obispos que hay por el mundo latino. La ley empezaba a prohibir a los sacerdotes que fueran casados a partir del siglo V, aunque no fue exigida por todos los obispos en sus di¨®cesis. Y solamente el Concilio de Letr¨¢n de 1123 la exigi¨® para el mundo latino, porque en el Oriente cristiano se declar¨® que hombres casados pueden ser ordenados sacerdotes, y as¨ª sigue esa costumbre leg¨ªtima.
Pero hasta el siglo XVI ni las leyes de algunas di¨®cesis se cumplen, ni son generales, y si lo son se malcumplen, y se buscan subterfugios para salirse por la tangente. Una de las cosas que se hacen antes del siglo IX es casarse, porque, aunque quien lo hace comete pecado, el matrimonio, sin embargo, es v¨¢lido.
Son muchos los concilios que critican las costumbres sexuales del clero, y los can¨®nigos y el clero bajo tienen frecuentemente concubinas; y por exigencia de los concilios de Maguncia y Augsburgo, despu¨¦s de pasados dos siglos, el obispo de Brema tiene en el siglo XI que expulsar de la ciudad a las concubinas. Y en Italia dice el historiador cat¨®lico Padre Amman: 'El concubinato de los cl¨¦rigos estaba muy extendido'. Y San Pedro Damiano critica p¨²blicamente al obispo de Fi¨¦sole, que 'estaba rodeado de un buen n¨²mero de mujeres'. Y al Concilio de Constanza se desplazan 700 mujeres p¨²blicas, para atender a los obispos y clero en sus demandas sexuales durante esa reuni¨®n conciliar, seg¨²n cuenta el historiador cat¨®lico Daniel-Rops.
Por eso, hasta el Concilio de Trento, en el siglo XVI, no se sanciona solemnemente y de forma definitiva el celibato clerical, seg¨²n confes¨® Pablo VI. ?No es entonces natural y humano que la Iglesia de Roma suprima la hipocres¨ªa del celibato, que tantos males sexuales trae como consecuencia, y Roma haga caso de las sensatas peticiones, en ese sentido, de algunos obispos y moralistas y de muchos seglares cat¨®licos?
E. Miret Magdalena es te¨®logo
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