Cr¨ªa cuervos...
La dram¨¢tica situaci¨®n en Afganist¨¢n es resultado de decisiones pol¨ªticas cuya responsabilidad incumbe a las potencias occidentales y m¨¢s directamente a Estados Unidos. Comenzamos a o¨ªr hablar de los talibanes cuando el Gobierno de Islamabad recurre a ellos para proteger la ruta comercial que une a Pakist¨¢n con Asia central, fundamental para su econom¨ªa. Se trata de guerreros afganos de la etnia de los patanos (?o patanes?), formados en las escuelas religiosas paquistan¨ªes, pronto convertidos en una fuerza militar aut¨®noma, que quieren establecer un r¨¦gimen pol¨ªtico alineado con el bloque musulm¨¢n pero radicalmente isl¨¢mico, que hacen de la charia su principal instrumento.
La temprana conquista de Kandahar, a la que en septiembre de 1996 sigue la de Kabul, se acompa?a de la instalaci¨®n de un orden f¨¦rreo y eficaz. El pa¨ªs maltrecho y exhausto por los des¨®rdenes y la devastaci¨®n de nueve a?os de brutal enfrentamiento con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y por las feroces contiendas de los se?ores de la guerra, acepta el sectarismo de una autocracia que crea estabilidad y pone fin a la corrupci¨®n, aunque al mismo tiempo radicalice la ortodoxia isl¨¢mica, perpetre la total segregaci¨®n de la mujer de la vida profesional y p¨²blica, imponga el desplazamiento masivo de m¨¢s de 200.000 personas y acabe con todo vestigio de derechos humanos en la zona. Todo ello se practica adem¨¢s con la solidaridad de aliados tan pr¨®ximos a Norteam¨¦rica como Arabia Saud¨ª, los Emiratos ?rabes Unidos y Pakist¨¢n, sin los que la expansi¨®n de los talibanes no hubiera sido posible. Sus conquistas territoriales, que alcanzan ya casi al 90% de Afganist¨¢n, los constituyen, a pesar de la resistencia residual en el norte del pa¨ªs del general Masud, en una baza decisiva para la estrategia de EE UU en la zona y justifican su pretensi¨®n de ser los leg¨ªtimos representantes del Estado afgano. Pretensi¨®n que encuentra su primer cumplimiento en el golpe de Estado medi¨¢tico representado por la destrucci¨®n de los Budas de Bumiyan, que obligaron a Kofi Annan a fotografiarse en Kabul con el ministro talib¨¢n de Asuntos Exteriores, y les confiri¨® as¨ª un reconocimiento del que carec¨ªan.
Esa terrible situaci¨®n pol¨ªtica de Afganist¨¢n, agravada por una catastr¨®fica sequ¨ªa que amenaza de muerte a casi un mill¨®n de personas y que nada se ha hecho para remediar, nos ha convertido, con Estados Unidos a la cabeza, en monstruosos aprendices de brujo. Las acciones b¨¦licas de la guerrilla UCK en Macedonia, durante estas ¨²ltimas semanas, han puesto en marcha una guerra muy anunciada. Una m¨¢s de las provocadas por la intervenci¨®n occidental en Yugoslavia, cuya esgrimida raz¨®n de ser fue asegurar la convivencia multi¨¦tnica en el espacio balc¨¢nico y que se ha traducido, por el contrario, en la generalizaci¨®n del odio racial y en la consagraci¨®n del conflicto como ¨²nico modo de relaci¨®n entre sus diversas comunidades. A esa l¨®gica responde la aparici¨®n en 1992 del grupo armado UCK, emanaci¨®n del Movimiento Popular de Kosovo (LPK), que frente a la estrategia negociadora del l¨ªder moderado Rugova, piensa que s¨®lo la guerra puede acabar con la presencia serbia y devolver el poder a los kosovares. Apenas un millar hasta 1998, aunque ya formados por los servicios de inteligencia occidentales, en especial alemanes, pasan a m¨¢s de 25.000 de marzo a mayo de 1999 al amparo de la OTAN y de sus bombardeos. Su reivindicada ambici¨®n de reconstruir la gran Albania, sus alianzas con las mafias italiana y albanesa y su imbricaci¨®n, denunciada por Europol, en las redes europeas del narcotr¨¢fico, explica la negativa del UCK a someterse al poder pol¨ªtico y su determinaci¨®n de instalarse definitivamente en la guerra.
Las reconvenciones de la KFOR, de la Uni¨®n Europea y la reacci¨®n del Ej¨¦rcito macedonio hacen poca mella en una guerrilla cuyos jefes fueron personalmente felicitados por Albright hace menos de dos a?os y que cuentan con la simpat¨ªa de los albaneses de Macedonia. Es decir, una nueva guerra que va para largo, ?pero por qu¨¦ aceptamos los europeos sumarnos a esta lamentable cr¨ªa de cuervos, aunque nos venga dictada por el imperio?
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