LA TRANSICI?N DEL PNV
La historia del PNV (1936-1979), un debate entre la realpolitik autonomista y la utop¨ªa soberanista
Frente a lo que hab¨ªa sucedido en 1977, en estas elecciones de 1979 el voto nacionalista super¨® al no nacionalista, pero fue sobre todo gracias al inesperado ¨¦xito de HB, que en su primera comparecencia electoral sum¨® casi 150.000 votos en las tres provincias. Por el contrario, el PNV baj¨® de 296.000 a 275.000 votos, a pesar de haberse incrementado el censo, lo que supon¨ªa -salvo en ?lava- un fracaso importante, aunque los jelkides [peneuvistas] obtuvieron siete diputados y ocho senadores. Lo mismo sucedi¨® con la coalici¨®n nacionalista en Navarra, que fue ampliamente superada por HB.
Aunque ante la opini¨®n p¨²blica el PNV trat¨® de disimular su fracaso, internamente reconoc¨ªa que 'el partido no solamente no ha avanzado nada en cuanto a la masa adicta, electoralmente hablando, sino que m¨¢s bien ha retrocedido', lo que se achacaba a 'la p¨¦rdida de votos a favor de HB' y a los 'problemas internos, que son de p¨²blico conocimiento por lo menos en nuestra base'. En Vizcaya se hablaba tambi¨¦n de la deficiente selecci¨®n de los candidatos, incluyendo la eliminaci¨®n de Sodupe y el poco tir¨®n del segundo de la lista, Fernando Aristiz¨¢bal.
La valoraci¨®n de los resultados -sobre todo en relaci¨®n con el ascenso de HB- era importante, porque de ella depend¨ªa tambi¨¦n la estrategia futura del partido ante el Estatuto vasco, y as¨ª se reflej¨® en el pleno del EBB [Euskadi Buru Batzar] celebrado el 10 de marzo. Garaikoetxea hab¨ªa pedido que se analizara la postura del partido 'en torno a diferentes planteamientos. Entre autonomismo e independentismo, entre conservadurismo y progresismo. Debemos comprobar si tenemos el fiel de la balanza en estos aspectos en sitio correcto o debemos modificarlo'.
Algunos dirigentes pensaban que el PNV deb¨ªa radicalizarse m¨¢s para recuperar los votos de HB (que les habr¨ªa arrebatado la 'bandera de Sabino Arana'), mientras otros cre¨ªan que era preciso denunciar con m¨¢s firmeza la violencia, para separar claramente el discurso del PNV del de HB. Entre los primeros estaban Imanol Beristain (del GBB, [Gipuzcoa Buru Batzar), que pensaba que el fracaso era resultado 'de una actitud poco dura para con UCD, PSOE y posturas pol¨ªticas en general hacia Madrid', por lo que la soluci¨®n estaba 'en mantener unas posturas m¨¢s fuertes (...) de dureza y firmeza en la l¨ªnea abertzale de Sabino Arana', fijando un plazo de tres meses al Gobierno para obtener el Estatuto. Xabier Goenaga (del GBB) relacion¨® el fracaso electoral con 'una posible ambig¨¹edad en el criterio con que se tom¨® la postura de abstenci¨®n ante el refer¨¦ndum'.
Entre los moderados estaban Rom¨¢n Sudupe (del GBB), que entend¨ªa que la postura ante la Constituci¨®n hab¨ªa sido la correcta y que era necesaria una pol¨ªtica 'realista, sensata y constructiva', pues el radicalismo perjudicaba al partido. Alcain a?adi¨® que no hab¨ªa habido 'postura de firmeza tambi¨¦n ante otro tipo de acciones violentas realizadas incluso contra miembros del partido. Tampoco las hemos denunciado con la dureza suficiente'. De la misma opini¨®n era Jos¨¦ Ignacio Bajo, para quien el ¨¦xito electoral en ?lava hab¨ªa sido 'precisamente por no tener unas posturas radicalizadas', aunque tambi¨¦n valoraba 'la importancia de los resultados de EE y HB, en cuanto supone de mentalizaci¨®n vasca y avance de las posturas nacionalistas'.
Pero las posiciones m¨¢s radicales vinieron de los miembros del BBB [Bizkaia Buru Batzar] pertenecientes a la corriente de Ormaza. As¨ª, Ramiro Cardona afirm¨® que el partido hab¨ªa seguido una v¨ªa 'legalista, de la legalidad invasora, y a su juicio estatalista' y hab¨ªa dado 'una imagen burguesa'. Refiri¨¦ndose posiblemente a la manifestaci¨®n de octubre, a?adi¨® que el PNV hab¨ªa 'hecho alarde de paz y esto implica inhibici¨®n y contradicci¨®n con el esp¨ªritu de lucha necesario en un partido nacionalista y que existe en nuetro pueblo'.
Ormaza indic¨® que 'debemos mantener iniciativas y posturas fuertes y firmes. (...) Ha habido una p¨¦rdida de votos por falta de una pol¨ªtica nacional vasca. Debemos concienciarnos de que somos un Estado en lucha con otro que es muy superior'. Para Josu Arenaza, el partido deb¨ªa despejarse 'de la bandera autonomista que nos han puesto, y recuperar la de nacionalistas, que es la nuestra'.
Una atenci¨®n particular merecieron los resultados en Navarra, donde el fracaso del PNV y sus aliados frente a HB hab¨ªa sido absoluto. Garaikoetxea explic¨® que no se esperaban que HB superara tan claramente a la m¨¢s moderada EE y propuso hacer una pol¨ªtica como la que Bajo propon¨ªa para ?lava, con el fin de tener en cuenta la peculiaridad navarra y atraer al electorado m¨¢s moderado. Por el contrario, Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez Zorrilla (del BBB) replic¨® que si en Navarra hab¨ªa obtenido 'm¨¢s votos la opci¨®n violenta que la nuestra', no entend¨ªa por qu¨¦ el NBB segu¨ªa 'insistiendo en una v¨ªa pol¨ªtica de moderaci¨®n y no radicalismo'.
La discusi¨®n pas¨® luego al car¨¢cter nacionalista o marxista del voto de HB y a la violencia, que hac¨ªa que los militantes del PNV tuvieran miedo ante HB, pero un miembro del ABB [Araba Buru Batzar] a?adi¨® que 'este miedo es tambi¨¦n consecuencia de no haber una postura clara del partido ante determinadas agresiones'. Algunos propon¨ªan que se hiciera 'ver al pueblo que buena parte de la grave situaci¨®n econ¨®mica y social por la que atravesamos es consecuencia de la postura de HB y similares', pero los partidarios de posturas m¨¢s radicales recordaban que no se deb¨ªa 'caer en el error de confundir a nuestro mayor enemigo, que no es HB ni ETA, sino Madrid'.
Respecto a la estrategia a seguir para el futuro, tambi¨¦n hab¨ªa discrepancias, pues algunos propon¨ªan que se presionara a Madrid mediante la 'lucha popular'. Ormaza indic¨® que 'no debemos aceptar la democracia espa?ola si no se restituyen previamente los conciertos, que son fruto de una ley de guerra fascista'. Ante este tipo de manifestaciones -que recordaban las ideas de Monz¨®n sobre la existencia desde 1936 de una guerra entre Espa?a y Euskadi-, Alcain y Sudupe pidieron que se aclararan los t¨¦rminos, pues estaban 'usando la misma terminolog¨ªa que emplean ellos '. En la misma l¨ªnea, Rafael Aguirre (del BBB) indic¨® que deb¨ªan reflexionar 'si con nuestra actuaci¨®n vamos a potenciar a HB y no podemos caer en este error'. Propuso 'pensar en crear un clima de paz y humanismo en el pa¨ªs, o proponerlo, para que Madrid pueda entender que tiene este camino que proponemos, o el de la lucha en la calle. Este segundo puede ser de una din¨¢mica que no podamos controlar'.
Tratando de llegar a una conclusi¨®n, Garaikoetxea indic¨® 'que no debemos caer en la trampa de abandonar el realismo como consecuencia de la emotividad'. Por ello, el PNV deb¨ªa centrarse en la lucha por el Estatuto, con una actitud firme y de advertencia a Madrid, estableciendo un equilibrio entre la acci¨®n parlamentaria y las movilizaciones de apoyo y fijando una estrategia por si aqu¨¦lla fracasaba. Pero, a pesar de este resumen ecl¨¦ctico, estas discusiones demostraban las tensiones internas existentes en el partido en Vizcaya, que estallar¨ªan a finales de 1979.
Tras las elecciones, era necesario que la nueva Asamblea de Parlamentarios Vascos (de la que ya no formaban parte los navarros del PSOE) ratificara el texto del Estatuto, tal y como lo hizo el 20 de marzo, antes de que el proyecto fuera enviado a las Cortes. Para asegurar su andadura parlamentaria, el PNV deb¨ªa negociar con UCD y el PSOE, que segu¨ªan siendo, por este orden, los partidos mayoritarios en las Cortes. Estas negociaciones se mezclaron con la actitud que el PNV deb¨ªa asumir en la investidura de Su¨¢rez como presidente del Gobierno, con las pr¨®ximas elecciones municipales de abril y con la reglamentaria renovaci¨®n del CGV. Adem¨¢s, volvieron a poner en primera l¨ªnea las diferencias de criterio sobre la mayor o menor firmeza que deb¨ªa asumir el partido ante el Gobierno y ante HB-ETA.
Garaikoetxea se reuni¨® el 14 de marzo con Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas, al que solicit¨® su voto favorable al Estatuto en las Cortes, mientras el PSOE ped¨ªa a cambio un compromiso de apoyo mutuo al candidato mejor situado de los dos partidos para la elecci¨®n de alcaldes. El EBB acord¨® estudiar esta propuesta, aunque, 'como imagen pol¨ªtica, se estima que de haber alg¨²n acuerdo ser¨ªa conveniente que fuera incluyendo a EE'. En cuanto a UCD, Joseba Leizaola cre¨ªa que ¨¦sta hab¨ªa actuado 'hip¨®critamente con falsas promesas y d¨¢ndonos largas, suponiendo que sus planteamientos reales son desmembrar Euskadi, fomentar la radicalizaci¨®n y la violencia para desprestigiarnos como pueblo ante el mundo'. Por ello, propon¨ªa el cese de la intervenci¨®n de las fuerzas del orden p¨²blico, 'en la forma en que est¨¢n actuando (...), pero que quede bien claro que estas medidas se logran como consecuencia de nuestras gestiones'.
Por el contrario, Galdos no cre¨ªa que el Gobierno tuviera 'una estrategia global' contra el PNV y, adem¨¢s, lo importante era sacar adelante el Estatuto. De la misma opini¨®n era el senador Julio J¨¢uregui, quien ten¨ªa buenas impresiones de UCD, que estaba dispuesta a apoyar el Estatuto, 'aunque tienen algunas objeciones a su texto'. El diputado Marcos Vizcaya pensaba, sin embargo, que UCD buscaba rebajar el Estatuto vasco, dando preferencia a la discusi¨®n del catal¨¢n. Garaikoetxea recalc¨® que estaban 'muy escaldados de las actuaciones de esta gente y de sus falsas promesas' y se?al¨® que los puntos pol¨¦micos del Estatuto iban a ser los conciertos econ¨®micos, la polic¨ªa y la Judicatura. En estos tres temas 'hemos planteado unas exigencias determinadas contando con un margen de negociaci¨®n obligado. Esto es lo ¨²nico sobre lo que cabe la negociaci¨®n. El resto debemos mantenerlo en sus fundamentos'.
En realidad, exist¨ªan puntos de vista diferentes dentro de UCD, por lo que el PNV procuraba utilizar como intermediarios a sus dirigentes m¨¢s autonomistas, como Font¨¢n o P¨¦rez Llorca. Garaikoetxea se entrevist¨® con ellos a lo largo de la primavera, constatando que ambos ten¨ªan 'reservas sobre la constitucionalidad del Estatuto y miedo a la posible envidia o deseos de emulaci¨®n, en cuanto a su contenido, de otras nacionalidades'. Para evitar la generalizaci¨®n de algunas atribuciones al conjunto de comunidades aut¨®nomas, propon¨ªan 'una recuperaci¨®n de determinadas competencias, conciertos, polic¨ªa aut¨®noma, poder judicial, a trav¨¦s de reintegraci¨®n foral', tal y como finalmente se reflej¨® -en algunos casos expl¨ªcitamente- en el texto del Estatuto. El PNV les hab¨ªa planteado fijar el mes de octubre como plazo para la aprobaci¨®n del Estatuto, pero los dirigentes de UCD lo consideraban muy dif¨ªcil, por lo que se mencion¨® 'la posibilidad de restablecer, por decreto, el Estatuto de 1936, con Leizaola como presidente de Gobierno', hasta la aprobaci¨®n del texto definitivo, pero esta propuesta fue desechada, se mantuvo el CGV y se pudieron cumplir los plazos previstos.
Por otra parte, tampoco todos los dirigentes jelkides opinaban lo mismo sobre la t¨¢ctica a seguir frente al Gobierno. As¨ª, cuando el diputado Marcos Vizcaya afirm¨® en un mitin que 'si no se aprueba el Estatuto, el PNV pedir¨¢ la independencia', el veterano senador Julio J¨¢uregui escribi¨® al BBB, afirmando que este tipo de proclamas eran contraproducentes: 'Decir hoy que, si no nos reconocen la autonom¨ªa que pedimos, pediremos la independencia, es un acto que nos malquista con la opini¨®n p¨²blica y no hace adelantar nuestra causa. Si no nos reconocen la autonom¨ªa, menos nos reconocer¨¢n la independencia, y si esto se dice en serio, la consecuencia es que si se pretende realizar por la fuerza tal aspiraci¨®n de independencia, lo ¨²nico que haremos es dar armas a ETA; Herri Batasuna, comprometer a nuestro partido y llevar a nuestro pueblo a un ba?o de sangre'.
Estas declaraciones tambi¨¦n fueron objeto de una sesi¨®n del EBB, que decidi¨® escribir a Vizcaya indic¨¢ndole 'que son aseveraciones que de ninguna manera pueden hacerse', pues 'no est¨¢n de acuerdo con la estrategia del partido'.
Respecto a la investidura de Su¨¢rez, a¨²n no se sab¨ªa si UCD iba a pedir el voto al PNV. Garaikoetxea era partidario de votar en contra o de pensar en contrapartidas (Estatuto, devoluci¨®n del patrimonio del partido expropiado en la guerra, etc¨¦tera) si les ped¨ªan su colaboraci¨®n. J¨¢uregui, sin embargo, propugnaba la abstenci¨®n, con el fin de no ponerse en contra del Gobierno y poder negociar el Estatuto en mejores condiciones, e incluso Azkarraga hablaba de votar a favor si se consegu¨ªan los conciertos y el Estatuto, con un tratamiento adecuado al tema de Navarra.
Finalmente, se decidi¨® votar en contra, 'salvo que exista un compromiso concreto y formal de UCD en torno a nuestras exigencias' y, en cualquier caso, 'tendr¨ªa que ser una colaboraci¨®n pasiva, muy matizada y a cambio de un alto precio'. Otro problema era la formaci¨®n de los grupos parlamentarios, en el que se planteaba la alternativa de incluir a EE e incluso a HB, o de unirse a los catalanistas. Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s (EE) hab¨ªa pedido formar parte del grupo del PNV, indicando Arzalluz 'que esta incorporaci¨®n es inevitable, aunque tal vez no fuese deseable'. Por su parte, Garaikoetxea pidi¨® que se decidiera 'qu¨¦ vamos a hacer con HB. Si dejamos que sigan a su aire o tener un primer paso de aproximaci¨®n hacia ellos'. El senador Jos¨¦ Luis Iriarte insisti¨® en que se deb¨ªa intentar incluir a HB, pues el PNV ten¨ªa 'obligaci¨®n de intentarlo con un vasco antes que con un catal¨¢n'.
Esta propuesta dio lugar a una amplia discusi¨®n, acord¨¢ndose tantear la cuesti¨®n con HB, 'de una forma lo suficientemente discreta como para que no se pueda volver contra nosotros. ?sta puede ser una ocasi¨®n para propiciar nuevos contactos y sobre otros temas'. Finalmente HB confirm¨® su intenci¨®n de ni siquiera acudir a las sesiones de las Cortes y el PNV vot¨® en contra de la investidura de Su¨¢rez.
El 3 de abril, sin apenas margen despu¨¦s de los comicios generales, se celebraron elecciones municipales a las juntas generales de ?lava, Guip¨²zcoa y Vizcaya y al Parlamento Foral de Navarra. Para el PNV, estas elecciones eran especialmente importantes, puesto que -como indicaba un informe interno- iban 'a suponer un verdadero esfuerzo para el partido; esfuerzo humano y econ¨®mico, pero bien valdr¨¢ todo eso pues son las que sustancialmente nos dar¨¢n el verdadero poder pol¨ªtico'. Un miembro del BBB a?ad¨ªa que 'no se trata ya de ganar unas elecciones, sino de conseguir un triunfo hist¨®rico sobre las fuerzas espa?olistas'.
Frente a lo que hab¨ªa sucedido un mes antes, el PNV obtuvo un ¨¦xito importante en las tres provincias, al conseguir 1.054 concejales (un 45% del total) y 349.000 votos (37,0% de los votantes) en las elecciones forales. Para el Parlamento navarro, el PNV volvi¨® a optar -con resultados discretos- por candidaturas unitarias nacionalistas. Antes de los comicios, el PNV ten¨ªa miedo a 'una posible entente PSOE-UCD para dominar las diputaciones', pero, tras conocer los resultados, el EBB constat¨® que esa alianza s¨®lo pod¨ªa triunfar para las alcald¨ªas de Pamplona y Vitoria. El PNV preve¨ªa contactar con EE y con el PSOE para tratar de llegar a un acuerdo que incluyera una postura favorable a la integraci¨®n de Navarra en Euskadi.
El PNV era consciente de que esta integraci¨®n s¨®lo podr¨ªa ser factible si era apoyada por los socialistas, por lo que ya desde 1977 el EBB se hab¨ªa planteado el problema 'de la integridad territorial. (...) En esta cuesti¨®n s¨ª dependemos del PSOE en Navarra. Si se llega a una f¨®rmula de coalici¨®n con los socialistas, el problema territorial quedar¨ªa resuelto'. Sin embargo, aunque el PNV respald¨® -junto a HB- al candidato socialista en la alcald¨ªa de Pamplona, el PSOE estaba en pleno giro navarrista, que termin¨® con la separaci¨®n estructural del partido en Navarra del Partido Socialista de Euskadi en 1982. De esta forma, Navarra continuaba siendo -como en los a?os treinta- el tal¨®n de Aquiles del PNV. Por el contrario, los buenos resultados obtenidos en las dem¨¢s provincias permitieron al PNV presidir las tres diputaciones y alcanzar la alcald¨ªa de las tres capitales, un triunfo que hubiera sido completamente impensable en las elecciones de la Segunda Rep¨²blica. En Vitoria, el PNV cont¨® con el apoyo de UCD en la elecci¨®n del alcalde, lo que contrastaba con el temor previo del EBB a que UCD formara un frente con los socialistas contra el PNV.
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