Una gaditana en la alcald¨ªa de Par¨ªs
Anne Hidalgo, hija y nieta de republicanos espa?oles, primer teniente de alcalde de la capital francesa
Anne Hidalgo es la flamante primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Par¨ªs. Tiene 41 a?os, pero para la gran mayor¨ªa de sus conciudadanos es a¨²n una perfecta desconocida, alguien que, como el alcalde Bertrand Delano?, encarna el deseo de renovaci¨®n que vienen manifestando los electores. Esta gaditana -naci¨® en San Fernando, pero en 1961, apenas cumplidos los dos a?os, ya viv¨ªa en Par¨ªs- ha trabajado en los gabinetes de ministras como Martine Aubry y Marylise Lebranchu, y goza de la confianza de Fran?ois Hollande, primer secretario del Partido Socialista (PS). Inspectora de trabajo, especialista en cuestiones de formaci¨®n, es uno de los cerebros de la ley sobre la paridad entre hombres y mujeres.
'La paridad ha significado una renovaci¨®n; un cambio de caras y, espero, de maneras'
'En Francia, la clase pol¨ªtica era un territorio casi enteramente ocupado por hombres. Todos los partidos, sobre todo el socialista, los verdes y los comunistas, dec¨ªan que hab¨ªa que darle un mayor espacio a la mujer, pero se concretaba en hechos muy lentamente. Hubo que aprobar una ley imponiendo la paridad entre hombres y mujeres en las listas electorales', explica Hidalgo, 'pero el principal efecto de esa ley no es que hoy el 47,5% de los cargos electivos en los ayuntamientos est¨¦ en manos de mujeres, sino lo que la ley ha significado de renovaci¨®n, de cambio de caras y, espero, de maneras'.
La derecha, que era contraria a la paridad por ley, ha conquistado varias alcald¨ªas gracias a sus candidatas femeninas: Estrasburgo, Caen, Beauvais, Montauban, Avignon, Aix en Provence. 'Pero ¨¦sa no es una victoria de la derecha, sino de la paridad. Puede que pens¨¢semos que la derecha iba a tener dificultades para encontrar buenas candidatas porque nadie las conoc¨ªa antes, pero de eso se trataba tambi¨¦n, de que apareciesen gestores pol¨ªticos que no tuvieran tras s¨ª 20 o 30 a?os de aparato de partido'.
A madame Hidalgo no hay que preguntarle si ella forma parte de la cuota-mujer de la lista Delano? porque sabe que el puesto se lo ha ganado gracias a su competencia. Es m¨¢s, tampoco se puede pensar que esta madre de dos hijos de 13 y 15 a?os est¨¦ dispuesta a extenderse sobre las eventuales caracter¨ªsticas de un modo femenino de hacer pol¨ªtica. 'Entr¨¦ en el PS en 1994, justo despu¨¦s de la gran derrota electoral de las legislativas de 1993. Hab¨ªa vivido los dos mandatos de Fran?ois Mitterrand como una gran decepci¨®n y me mostraba muy cr¨ªtica, pero el movimiento de debate impulsado por Martine Aubry y Lionel Jospin sobre las bases de una transformaci¨®n social me interesaron. De pronto pens¨¦ que la cr¨ªtica pod¨ªa hacerse desde dentro del partido, que ah¨ª ser¨ªa m¨¢s ¨²til'.
El PS franc¨¦s ha mantenido siempre en relativo buen funcionamiento una serie de fundaciones, clubes o centros en los que se discute del futuro, en que se elaboran ideas y teor¨ªas que luego pueden convertirse en programa electoral y de Gobierno. A Hidalgo la sedujo el discurso jospiniano 'sobre la proximidad, sobre el c¨®mo volver a acercar la pol¨ªtica al ciudadano, sobre todo porque antes yo hab¨ªa militado en un sindicato, y all¨ª se trataban cuestiones que tienen que ver con los problemas de la vida cotidiana de las personas, mientras que en el PS de los a?os ochenta, en las reuniones a las de que vez en cuando asist¨ªa, s¨®lo se hablaba de las personas como futuras detentadoras de cargos'.
Que esta mujer de San Fernando sea hoy francesa se explica por varias razones. 'Mi abuelo era socialista, de Antequera, y se exili¨® en 1939, al perder la guerra los republicanos. Lo hizo con su mujer y cuatro hijos, entre ellos mi padre, que ten¨ªa ocho a?os. Pero ¨¦l quer¨ªa volver a Espa?a y le escribi¨® al alcalde de su pueblo, que era tambi¨¦n el propietario de la gran finca de la que mi abuelo hab¨ªa sido el intendente. Ese alcalde le contest¨® que ¨¦l pod¨ªa garantizarle su seguridad. Durante el viaje de regreso muri¨® mi abuela y a ¨¦l, viudo y con cuatro hijos, le cay¨® una doble condena a muerte. La protecci¨®n prometida consisti¨® en que la sentencia no se ejecut¨®, pero le encarcelaron. Mi padre vivi¨® en casa de su abuela materna, fue enviado a una escuela de monjas de la que tiene un mal recuerdo y siempre se sinti¨® mal visto en tanto que hijo de republicano'.
Por si ese drama familiar no bastaba para alejarla de la mitificaci¨®n patriotera del ser espa?ol, los problemas econ¨®mico-sociales resultantes de la aplicaci¨®n del Plan de Estabilizaci¨®n llevaron a pap¨¢ Hidalgo a volver a cruzar la frontera. 'Esta vez, pues, el exilio fue, sobre todo, por razones econ¨®micas. Los veranos volv¨ªamos a San Fernando, a las playas de C¨¢diz. De peque?a yo quer¨ªa vivir de nuevo en Espa?a porque asociaba el pa¨ªs con el buen tiempo, la risa y con ver a mis padres felices y habladores. Luego comprend¨ª que no se puede hacer fiesta todos los d¨ªas, que la libertad infantil durante las vacaciones no se prolongaba luego durante el curso. Si me hubiese quedado en Espa?a, qui¨¦n sabe, quiz¨¢s estar¨ªa casada, habr¨ªa aprendido a coser, me ocupar¨ªa de mi marido y los ni?os. Para una mujer me parece que Francia ofrec¨ªa muchas m¨¢s posibilidades'.
Entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones municipales, el padre de Anne Hidalgo, hoy jubilado en San Fernando, ha vuelto a Par¨ªs. 'Est¨¢ muy contento, pero teme que ahora no tenga tiempo de ir a C¨¢diz a pasar unas vacaciones tranquilas con ¨¦l'. De momento, la primera teniente de alcalde descubre que su predecesor, del que ha heredado el enorme despacho de estilo socialismo real -una especialidad que Francia compart¨ªa con la desaparecida RDA-, 'no ten¨ªa archivadores, ni documentos, ni papeles, ni l¨¢pices, ni nada que se relacionase con el trabajo de oficina'. Simplemente, con el trabajo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.