El Lliure y/o Josep Montany¨¨s
Una llamada de EL PA?S y me apresuro a garabatear estas lineas, que m¨¢s tendr¨¢n de pura explosi¨®n emotiva, indignada y asqueada, que de an¨¢lisis de un problema. El Lliure no tiene dinero para entrar en un Palau de l'Agricultura que, mientras, est¨¢ siendo ya dotado de sus ¨²ltimos acabados. Tendremos seguramente una de las mejores salas de Europa. El sue?o de Fabi¨¤ Puigserver. La obra de Josep Montany¨¨s. La guinda teatral de una ciudad. ?Qu¨¦ va a pasar ahora?
Los teatros alternativos, cuyo protagonismo cultural no ha sido precisamente bien remunerado por las autoridades incompetentes, necesitan m¨¢s atenci¨®n, es decir, m¨¢s dinero. Desde luego. Como necesita atenci¨®n -pero, a mi modo de ver, de otra manera- el teatro comercial convencional. Evidentemente. El Teatre Nacional, pasando por encima de los inconvenientes que supone estar situado en un edificio construido por ineptos, avanza, con aciertos y errores pero con unas cuantas buenas ideas claras, por el camino del afianzamiento en manos de Dom¨¨nec Reixach, y hay que permitir que la criatura crezca y se consolide, con calma y con medios. Desde luego. Por lo que respecta al Lliure...
El Lliure supuso el principio de la normalizaci¨®n teatral en Barcelona, su entrada esplendorosa en la edad adulta. Durante a?os no estuve de acuerdo, claro, con su casi total olvido -militante- del teatro de texto catal¨¢n, pero no por ello dejaba de aplaudir sus deslumbrantes e hist¨®ricos montajes. En un momento determinado, Fabi¨¤ Puigserver dio un golpe de tim¨®n y replante¨® de forma ambiciosa -y sin necesitar para ello cinco o seis meses y una subvenci¨®n de tropecientos millones-, simplemente con inteligencia y sentido com¨²n, una nueva y definitivamente ambiciosa andadura para su teatro. Pero al poco tiempo muri¨®, y la andadura del Lliure, olvidado seg¨²n parece el plan Puigserver, entr¨® en una incierta y larga etapa.
Para m¨ª, lo mejor de esa etapa fue que, ocupando siempre un segundo o tercer plano de la atenci¨®n p¨²blica y del poder dentro de la casa, hubo un hombre que se fue moviendo por todos los despachos de la Administraci¨®n p¨²blica, en Barcelona y tambi¨¦n en Madrid, y luch¨® sin detenerse en des¨¢nimos para conseguir un nuevo edificio que sirviera de sede a un Lliure que, con trayectoria incierta o no, ya no cab¨ªa en la tan c¨¢lida como insuficiente sede de la calle de Montseny. Ese hombre era y es Josep Montany¨¨s.
Pero yo me pregunto... Mientras las autoridades suspiraban y terminaban diciendo que s¨ª a las peticiones de Montany¨¨s, ?en qu¨¦ pensaban? ?En el futuro? ?Hay pol¨ªticos que piensen en el futuro de su ciudad, de su pa¨ªs, m¨¢s all¨¢ del t¨¦rmino de su etapa de poder, m¨¢s all¨¢ de conveniencias circunstanciales e inmediatas? Alguno debe de haber. En todo caso, ?se plante¨® alguno de ellos para qu¨¦ deber¨ªa servir el hermoso y racional teatro que se iba levantando en Montju?c y qu¨¦ recursos necesitaba para ofrecer ese servicio? Montany¨¨s, a ¨²ltima hora, se encuentra con que no tiene dinero para barrer la nueva casa. Y se va.
Si el teatro situado en el Palau de l'Agricultura no pasa a manos del Lliure, ?a qu¨¦ manos pasar¨¢? ?A las de unos funcionarios que lo programar¨¢n a golpe de frivolidad coyuntural y lo convertir¨¢n en una especie de sala de alquiler de espect¨¢culos, al albur de lo que se vaya presentando para ocuparlo? ?O a pesar de la estulticia reinante se entender¨¢ que un utensilio como ese debe servir para potenciar de forma muy pensada la definitiva consagraci¨®n europea del teatro catal¨¢n?
Si se cree en la opci¨®n del nuevo edificio como sala de alquiler para el fugaz mejor -o m¨¢s guapo- postor, no se hable m¨¢s. Est¨¢ claro. Se derriba la Casita Blanca, emblema de citas sexuales, y se levanta el Palau de l'Agricultura, futuro emblema de citas teatrales. Cuidado, no podemos excedernos, exclaman voces previsoras: como ya existe el Teatre Nacional, no tiene por qu¨¦ haber otro gran teatro p¨²blico. No puede haberlo. La cosa no da para tanto. Ya. Sin embargo, resulta que cuando se celebraron los Juegos Ol¨ªmpicos se dijo tambi¨¦n que ?cuidado!, que se estaban construyendo demasiados hoteles y que Barcelona no daba para tanto, cuando ahora existe un grave problema de plazas hoteleras en la ciudad. As¨ª que un servidor se permite dudar de lo que da o no da de s¨ª esta ciudad, gobernada a¨²n por el esp¨ªritu del se?or Esteve. Y si en cambio, de todos modos, alguien sensato admitiera que al Palau de l'Agricultura debe d¨¢rsele un proyecto con pies y cabeza y se le debe dotar con los medios econ¨®micos correspondientes -?joder!, hab¨¦is tenido m¨¢s de 10 a?os para atinar en ello-, entonces, ?cuidado!, debe cederse ese palacio al Lliure. De pleno derecho. Pero adem¨¢s, y como m¨¢xima raz¨®n de peso, precisamente porque ahora el Lliure lo gobierna Josep Montany¨¨s.
Montany¨¨s nunca ha trabajado para su propio provecho. Ha sido la eminencia gris que recib¨ªa tortazos y desprecios pero que, fiel a las ideas de Puigserver, o a las suyas propias, que el se?or tambi¨¦n sabe pensar por cuenta propia, continuaba en su sitio, tirando del carro, arreando y dispuesto a desaparecer sin ruido el d¨ªa que conviniera. Por suerte, hubo personas con sentido com¨²n que a ¨²ltima hora le hicieron, por fin, cabeza del Lliure. Yo, como tantos otros, respir¨¦ hondo ese d¨ªa. El Lliure estaba salvado. Pero no, ahora no hay dinero, y Montany¨¨s se ve obligado a decir adi¨®s. Bueno, pues vamos a ver. ?Qui¨¦n mejor que Montany¨¨s? Si se quiere de verdad hacer algo con el Palau de l'Agricultura, si no se le quiere convertir en un garaje teatral, ?qui¨¦n mejor que ¨¦l y con el Lliure detr¨¢s para culminar el proyecto?
Pero claro, volvemos donde est¨¢bamos. ?Qu¨¦ pol¨ªticos se interesan de verdad por el teatro, por la cultura, por la ciudad y por el pa¨ªs, m¨¢s all¨¢ de lo que d¨¦ de s¨ª su autopromoci¨®n personal, por hist¨®ricamente ef¨ªmera que ¨¦sta sea siempre y en cualquier caso? ?Queda, entre esa banda de gazn¨¢piros que si sudan la camisa -y reconozco que la sudan- es, antes que nada, para emborracharse de mezquino poder, alguien que quiera luchar por un futuro cultural que quiz¨¢ no llegar¨¢ a ver con sus ojos? Si efectivamente queda alguno, Montany¨¨s es un raro esp¨¦cimen de su raza, y el pol¨ªtico en cuesti¨®n se ver¨¢ obligado a tenerlo en cuenta. En realidad, deber¨¢ tener en cuenta la siguiente suma: Montany¨¨s + Lliure + Dinero, evidentemente.
Si no es as¨ª, apaga y v¨¢monos. La memoria de la historia, a fin de cuentas, no reparar¨¢ el desaguisado. La memoria de la historia no repara nada. Y sin embargo... No nos debemos a la historia, pero nos debemos al futuro. Al futuro, sin esperar nada a cambio.
Josep Benet i Jornet es dramaturgo.
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