La farsa de la pasi¨®n
Arrabal debi¨® escribir esta obra hacia los a?os sesenta; se estren¨® aqu¨ª en 1977 en una brillant¨ªsima versi¨®n de V¨ªctor Garc¨ªa en el teatro Barcel¨®, en una escena car¨ªsima: la empresa se arruin¨® porque el p¨²blico no fue. Un fracaso aparatoso. El fracaso fue menor, y el gasto tambi¨¦n, en Oye patria mi aflicci¨®n, de 1978, dirigida por Fern¨¢ndez y con Aurora Bautista. Iba mejor, y m¨¢s acertada en el montaje, El arquitecto y el emperador de Asiria, de 1977, dirigida por Gr¨¹ber, con Adolfo Marsillach: la firma de exclusiva de Arrabal con la empresaria que le conducir¨ªa al desastre, suspendi¨® aquellas representaciones.
No deb¨ªa tener sospecha ninguna de que estaba labrando su desastre espa?ol despu¨¦s de triunfar en el mundo, donde seguir¨ªa triunfando incesantemente. En estos mismos momentos deben estar represent¨¢ndose varias obras de Arrabal en el mundo.
El cementerio de autom¨®viles
De Fernando Arrabal. Int¨¦rpretes, Carmen Belloch, Paco Maldonado, Juan Gea, Natalia Mill¨¢n y Alberto Delgado. M¨²sica, Mariano Mar¨ªn. Escenograf¨ªa, Xavier Mascar¨®. Iluminaci¨®n, Luis Martinez Y Jos¨¦ Luis Alonso. Direcci¨®n, Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente. Centro Dram¨¢tico Nacional. Teatro de La Abad¨ªa. Del 6 al 29 de abril.
Es un autor que cre¨® el movimiento p¨¢nico, (juego de palabras entre pan, dios; pan, totalidad; p¨¢nico, miedo absoluto) con Jodorowski, Topor, Sternberg...: sadismo, crueldad, burla, cr¨ªtica total, anarquismo, misticismo, escatolog¨ªa, obscenidad: b¨²squeda de la belleza oculta, desenmascaramiento del falso orden, de la mala est¨¦tica. Todo se encuentra en este Cementerio, en tono de farsa. Muy a cuento la farsa de la pasi¨®n para ser estrenada en viernes de Dolores.
Entre otros defectos, Arrabal tiene el de escribir para directores de escena. Quiero decir que viene del tiempo en que la obra era 'una propuesta' para el 'espect¨¢culo' y el texto 'una memoria' de la representaci¨®n. Feliz defecto que le ha hecho ser un autor popular¨ªsimo en el mundo; pero perder en las interpretaciones de los otros su propia esencia p¨¢nica y su propio gusto metaf¨ªsico. Como en este caso.
P¨¦rez de la Fuente es director ambicioso de ser ¨¦l mismo por encima de las obras que representa, y lleva destrozadas algunas. La forma de destrozar ¨¦sta consiste en convertirla en un espect¨¢culo de atletismo y en la busca de un orden, que suele ser una de las perdiciones del director. Lejos de la monta?a de autom¨®viles de desguace con sus colores, sus descascarillados, sus rotos, sus cristales y sus tripas al aire, hace con su decorador unas filas ordenadas y grises, igualadas; lejos de colocar a los actores trepando por esa monta?a informe, les hace atl¨¦ticos, corredores, saltarines. Hay limpieza y claridad donde el texto dice penuria, miedo, suciedad, cochambre.
Los actores me parecieron excelentes por ser capaces de ese movimiento incesante y de decir al mismo tiempo clara y bellamente su texto. Y debo decir que no me aburr¨ª en ning¨²n momento. No s¨¦ los dem¨¢s, pero, conoci¨¦ndome en lo poco que me conozco, s¨¦ que es m¨¦rito grande de una representaci¨®n actual que yo no me aburra.
El ¨¦xito fue fr¨ªo, de estreno oficial: muchos aplausos, pero con las palmas de las manos blandas para que lo que sea visible no sea muy sonoro. Sali¨® el famoso autor con su movimiento incesante, bailoteando como una peonza en el escenario, para recalcar con una palabra lo que sent¨ªa desde que por primera vez vino a Espa?a despu¨¦s de la franquer¨ªa: Renacimiento. Enhorabuena.
Babelia
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