Las cuentas de Bush
El primer presupuesto federal presentado por George W. Bush al Congreso revela sus prioridades: un sustancial recorte de impuestos, un espectacular aumento de gastos en armamento y educaci¨®n y recortes en programas sociales y de protecci¨®n del medio ambiente. Cumple lo que prometi¨® en la campa?a y adelant¨® a grandes rasgos en febrero, y empieza a romper el legado de Clinton. Sin embargo, no es nada seguro que logre lo que se propone. En un primer rev¨¦s para Bush, el Senado ya ha limitado el recorte de impuestos para la d¨¦cada en un 25%, es decir, 1,2 billones de d¨®lares en vez de los 1,6 billones que quer¨ªa el presidente.
En todo caso, dados los plazos para aprobar este presupuesto para el ejercicio 2001-2002 y ponerlo en marcha en el oto?o, el recorte fiscal que propone Bush no servir¨¢ de acicate para reactivar de forma inmediata la econom¨ªa de EE UU. Las premisas de este presupuesto son adem¨¢s excesivamente optimistas: un crecimiento de la econom¨ªa del 2,4% este a?o y del 3,2% o 3,3% en los siguientes, superior al que la propia Casa Blanca manejaba oficiosamente, aunque, en el mejor de los casos, supone el fin de la d¨¦cada prodigiosa que ha vivido EE UU. Aun as¨ª, son cuentas federales dise?adas desde una situaci¨®n de super¨¢vit fiscal.
Los recortes en transportes o en sanidad p¨²blica son grandes, as¨ª como en algunos programas favoritos de Clinton como el de 100.000 nuevos polic¨ªas. Bush prefiere m¨¢s fiscales 'para que la justicia sea m¨¢s dura con los criminales'. Tambi¨¦n rebaja las acciones medioambientales y no dedicar¨¢ un centavo a la aplicaci¨®n -que ha rechazado- del Protocolo de Kioto para la reducci¨®n de las emisiones de gases t¨®xicos. ?Es ¨¦ste el 'conservadurismo compasivo'? Conservadurismo puede ser, pero no resulta compasivo ni con las personas ni con la naturaleza. Conforme a sus promesas, aumenta el gasto federal en educaci¨®n en un 11%, triplicando, por ejemplo, los fondos para el aprendizaje de la lectura, lo que puede constituir un gui?o a una parte de los dem¨®cratas.
Lo preocupante es el aumento de los gastos de defensa en un 14%, hasta un total de 55 billones de pesetas -m¨¢s de la mitad del PIB espa?ol-, como si EE UU temiera que su superioridad militar pueda ser puesta en duda. Parece m¨¢s bien una carrera armamentista con un solo corredor y una forma evidente de subvencionar a muchas empresas tecnol¨®gicas. El complejo industrial-militar sigue siendo poderoso.
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