D¨ªas de ¨¦xodos y pasiones
El tr¨¢fico, las retenciones, los desplazamientos y la evasi¨®n han ocupado el lugar de las liturgias sagradas y los oficios religiosos. La extinci¨®n del nacionalcatolicismo, las reformas del Concilio Vaticano II, la secularizaci¨®n de las costumbres, la din¨¢mica consumista y la civilizaci¨®n del ocio han trastocado el viejo contexto religioso sociol¨®gico que impregnaba estos d¨ªas. La Semana Santa se ha convertido en las vacaciones de primavera. Sin embargo, los actos externos, como desfiles y procesiones, van ganando en espectacularidad. Y, a pesar de todo, todav¨ªa se mantienen algunas tradiciones populares que confunden devociones, supersticiones y pervivencias paganas.
La actual Semana Santa se configur¨®, en los primeros siglos de nuestra era, sobre la Pascua jud¨ªa, que rememoraba la salida de los israelitas de Egipto y se asentaba, a su vez, sobre la confluencia, en el inicio del a?o lunar y de la primavera, de remotas tradiciones anteriores de pastores n¨®madas con los sacrificios de las primicias del ganado y de agricultores sedentarios con la comuni¨®n de panes ¨¢cimos, primicias de las cosechas de los cereales. Tras esa primera luna llena del mes de las espigas orden¨® que fuera celebrada la Pascua el Concilio de Nicea, en el a?o 325. Las fiestas greco-latinas del equinoccio primaveral, con sus cultos al misterio de muerte y resurrecci¨®n de la natura, aportaron tambi¨¦n no pocos ritos y creencias a la configuraci¨®n del tr¨ªo pascual, de la memoria de la pasi¨®n, muerte y resurrecci¨®n de Jes¨²s de Nazaret.
En el interior de los templos es el monument el centro de la liturgia de Jueves y Viernes Santo. Se trata de un t¨²mulo, con un sagrario para guardar las formas consagradas. Se figuraba as¨ª la sepultura de Jes¨²s. Muchos templos, en especial, las catedrales, poseen piezas de orfebrer¨ªa de gran valor art¨ªstico para construir este altar. La piadosa costumbre de 'visitar los monumentos' de las distintas iglesias ha sido incorporada, como desfile a no pocos programas de cofrad¨ªas y hermandades semanasanteros.
En el exterior de las iglesias el eje son las procesiones. Sus antecedentes se podr¨ªan buscar en los desfiles romanos que celebraban con grandes manifestaciones de dolor y luto la muerte y resurrecci¨®n del dios frigio Atis, emblema de la primavera. Entre los valencianos se configuraron, incluyendo alguna Conc¨°rdia de disciplinantes, en la Edad Media alrededor de la Confreria de la Sang, un hecho todav¨ªa vivo y vigente en Sagunto. La Sang fue erigida en el siglo XIV, reconocida por Roma en 1341 y se extendi¨® r¨¢pidamente a las ciudades importantes.
A partir del siglo XVII, los misterios de Pasi¨®n, a cargo de cofrad¨ªas, proliferaron. Pero la Contrarreforma y su fobia al arte dram¨¢tico procuraron sustituir las escenas por grupos escult¨®ricos y los di¨¢logos por cantos devotos de la Pasi¨®n, todav¨ªa entonados en Tavernes de Valldigna, Albalat dels Sorells o Navarr¨¦s, o por sermones edificantes, como los de las Siete Palabras. Con ello se potenciaron las procesiones con pasos o misterios de acentuado barroquismo
La postguerra, su nacionalcatolicismo y alguna que otra intervenci¨®n de excombatientes, reorganiz¨®, potenci¨® e impuls¨® las procesiones. La emigraci¨®n y la labor unificadora de los medios de comunicaci¨®n de masas han supuesto el olvido de ritos aut¨®ctonos y la introducci¨®n de actos, formas, cantos, pasos y hermandades de estilo castellano, andaluz y aragon¨¦s: saetas, tamborradas, t¨²nicas... La acci¨®n de la Iglesia tambi¨¦n ha tratado de corregir el vitalismo dionis¨ªaco. Los ayuntamientos democr¨¢ticos y los intereses tur¨ªsticos han ayudado al crecimiento de las procesiones, que no se detiene y que se produce bajo el signo de una superficial globalizaci¨®n y un presunto mestizaje.
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