'Mi coraz¨®n sigue siendo republicano'
'Siempre pens¨¦ que la desgracia de Espa?a fue la intervenci¨®n de los intelectuales puros en pol¨ªtica'
A los 12 a?os ya andaba metida en 'pol¨ªticas' y a los 23 fue la primera mujer concejal del Ayuntamiento de Valencia. Maestra y activista republicana en Francia, Santo Domingo y Estados Unidos, ha regresado con 88 a?os
y acepta hablar de aquellos recuerdos 'que a veces duelen tanto' y que 'explican' por qu¨¦ el
alcalde franquista de Ll¨ªria, al informar en el proceso de depuraci¨®n, consider¨® a aquella joven hermosa,
lista y valiente 'un peligro para el Glorioso Alzamiento Nacional'Pregunta. 70 a?os ya de la Segunda Rep¨²blica, y todav¨ªa beatificando a 'los m¨¢rtires de la Cruzada'. ?Es esta forma, Guillermina, de 'cerrar las heridas de la Guerra Civil'?
Respuesta. Desde luego que no, me parece un error levantar los recuerdos dolorosos. En cuanto a las heridas, no creo que se hayan cerrado del todo porque, como dijo Unamuno, ¨¦ste es un pa¨ªs de odios. Personalmente no puedo olvidar, pero s¨ª perdonar, como espero que a m¨ª se me haya perdonado lo que hiciera mal.
P. Despu¨¦s de varias d¨¦cadas de exilio, y del regreso a un pa¨ªs tan cambiado, ?hasta qu¨¦ punto duelen o alivian esos recuerdos?
R. Depende, aunque he de decirle que muchos ya se me est¨¢n borrando. Pero nunca olvidar¨¦ las buenas cosas, las personas que me dieron la mano en Espa?a y en el exilio. En cambio hay otras que quisiera eliminar y no puedo, como el d¨ªa en que sal¨ª de Valencia, al final de la guerra, en aquel barquito que me llevaba a una Barcelona bombardeada, desde donde cruzar¨ªa la frontera. Iba sola con la tripulaci¨®n, era de noche, y contra toda prudencia le ped¨ª al capit¨¢n que me dejara un rato en cubierta para ver el Mediterr¨¢neo por ¨²ltima vez. Aquel momento a¨²n me hiere, pero quedarte sin recuerdos es matar la vida, as¨ª que una tiene que seguir con ellos.
P. Usted llevaba calcetines cortos cuando entr¨® en pol¨ªtica, y la he o¨ªdo comentar lo duro que es abrir caminos
R. Claro, pero yo siempre tuve clara mi vocaci¨®n por la actividad p¨²blica, y la suerte de vivir en un ambiente familiar de republicanos, liberales y socialistas. Mi madre era una mujer extraordinaria, y mi t¨ªo Sebasti¨¢n, ¨ªntimo de Fernando Valera, con el que hice tanta amistad... Yo de peque?a me disfrazaba con gorro frigio y bandera tricolor, y a los 12 a?os ya andaba por la calle recaudando fondos para la repatriaci¨®n de los soldados de ?frica. Donde hab¨ªa protestas, all¨ª estaba yo, y algunos amigos bromeaban con la familia dici¨¦ndoles que iba a acabar en el reformatorio...
P. Hasta que se la tomaron en serio.
R. Entr¨¦ en el Partido Radical Socialista, luego convertido en Izquierda Republicana, y fund¨¦ el Comit¨¦ Femenino: s¨®lo ¨¦ramos cuatro o cinco, era muy dif¨ªcil encontrar mujeres entonces, as¨ª que me llevaban mucho a dar m¨ªtines por los pueblos. Me convenci¨® el presidente provincial, Rafael Superv¨ªa, que era un prestigioso abogado y m¨¢s tarde se convertir¨ªa en mi esposo. Lo que m¨¢s me gustaba era el contacto con la gente sencilla, hablarles a los obreros de El Cabanyal, en el centro republicano de la calle de la Reina. All¨ª acog¨ªamos a los ni?os de Asturias, y tambi¨¦n pod¨ªa desarrollar mi otra vocaci¨®n, la de maestra. Porque despu¨¦s de las Academias Mart¨ª y Cervantes estudi¨¦ Filosofia y Magisterio. Mi padre hab¨ªa muerto muy joven, y mi familia eran profesionales, pero modestos. Necesitaba ganarme la vida cuanto antes.
P. Tambi¨¦n en ese campo tuvo usted responsabilidades...
R. Fui delegada de maestros en Valencia, me especialic¨¦ en el trabajo con ni?os deficientes, y tuve el honor de dirigir una escuela, el asilo San Eugenio en Ll¨ªria, a la que di el nombre de Casa de la Infancia Giner de los Rios.
P. Hasta que se convirti¨® en la xiqueta, siendo alcalde Cano Coloma
R. Entr¨¦ en el Ayuntamiento en febrero de 1936, hasta noviembre. S¨®lo pude hacer un discurso anunciando que defender¨ªa los derechos de los ni?os y las mujeres. Recuerdo que un d¨ªa nos visit¨® Aza?a, cuando el famoso discurso pidiendo la 'paz, piedad y perd¨®n' que nunca conseguimos. Le fui presentada como la primera mujer concejal, y tras saludarme educadamente se dio la vuelta, sin m¨¢s. Luego, en el exilio de Francia, le fuimos a visitar antes de que muriera. Pero siempre he pensado que la desgracia de Espa?a fue la intervenci¨®n de los intelectuales puros en pol¨ªtica, quiz¨¢ por eso me dicen que tengo alma de anarquista. Cuando estall¨® la guerra me fui a Par¨ªs como delegada de la juventud republicana, (la petite espagnole, dec¨ªan) a recaudar fondos de los pa¨ªses americanos y europeos que nos ayudaban.
P. Tambi¨¦n tuvo usted mucha relaci¨®n con Diego Mart¨ªnez Barrio.
R. Era una persona extraordinariamente sencilla, inteligente y respetuosa. En Par¨ªs tuve la fortuna de trabajar como su secretaria, distribuyendo los fondos para los refugiados que quer¨ªan ir a Am¨¦rica. Cuando me di cuenta de que estaba todo perdido, gracias a mis amistades francesas consegu¨ª traer a mi esposo, preso en el norte de ?frica, y tambi¨¦n visados para M¨¦xico y Colombia. Pero antes de llegar me puse enferma, e hicimos escala (que se convertir¨ªa en una estancia de varios a?os) en la Rep¨²blica Dominicana. La verdad es que al principio no tuvimos problemas: Rafael pudo trabajar en el bufete del presidente de la Universidad (que dio plaza a muchos profesores refugiados) y yo fund¨¦ el Instituto Escuela, que acaba de celebrar su cincuentenario. Pero Trujillo era otro General¨ªsimo y hubo que salir de all¨ª. Yo ya hab¨ªa estudiado con becas en la universidad de Nueva York, y el embajador norteamericano Warren, cuya hija era mi alumna, nos ayud¨® much¨ªsimo. No se entraba facilmente en los Estados Unidos siendo un rojillo republicano espa?ol, pero a nosotros nos atra¨ªa porque se respiraba ambiente de futuro y libertad.
P. As¨ª que montan en Washington una especie de embajada antifranquista
R. Lo intentamos, y por eso nos instalamos all¨ª pese a que habr¨ªamos estado mejor en California. Agrup¨¢bamos a los refugiados, y organiz¨¢bamos reuniones con pol¨ªticos norteamericanos para convencerles de nuestra causa. Todos los a?os acud¨ªamos al Congreso para protestar contra la renovaci¨®n de los tratados... Yo, en mi escuela, ten¨ªa alumnos que eran hijos de diputados, senadores, embajadores (incluidas las hijas de Nixon)... y les hablaba de mi pa¨ªs. Nunca me lo reprocharon, pero nos dimos cuenta de que el sentido pragm¨¢tico de los americanos les dec¨ªa que Franco les era ¨²til contra la URSS, y ellos siempre act¨²an para su seguridad y beneficio, y compran lo que pueden. Ahora bien, estoy muy agradecida al pa¨ªs que me acogi¨®, d¨¢ndome respeto y libertad, y al que recuerdo siempre con mucho agradecimiento y nostalgia. Pero el embajador franquista invitaba m¨¢s y mejor que nosotros (por cierto, en vida de Franco yo jam¨¢s pis¨¦ esa embajada), as¨ª que acabamos resign¨¢ndonos a que nadie expulsar¨ªa al dictador. Eso rompi¨® el coraz¨®n de Rafael. En cuanto a m¨ª, he seguido ense?ando, he escrito libros sobre ense?anza del espa?ol, y tambi¨¦n Nuevas ra¨ªces, que es el testimonio de unas cuantas mujeres durante la guerra y el exilio, y cuya portada e ilustraciones dibuj¨® mi buen amigo Vela Zanetti.
P. Y finalmente ha vuelto
R. Estoy contenta de regresar a mi ciudad, donde a¨²n conservo familia y algunas amistades, pero a ratos a?oro mi otra casa, donde tambi¨¦n han quedado personas a las que quiero. S¨¦ que el exilio interior fue terrible, y que los expatriados, al menos, sab¨ªamos que nadie iba a venir a fusilarte a media noche. Pero tambi¨¦n fue duro tener que irse, saber que va muriendo tu familia sin tu consuelo. Yo me cans¨¦ de llevar flores al cementerio. Te cambia el destino, te ves obligada a vivir en un mundo que no es el tuyo Y la mayor tragedia del que sale es que, al final, tus ra¨ªces no est¨¢n ni en un sitio ni en otro, son ra¨ªces adventicias.
P. Veo que no tiene usted problemas con la nuevas tecnolog¨ªas, y que se comunica por Internet. Seguramente ya se ha puesto al d¨ªa en la pol¨ªtica espa?ola...
R. Lo intento, porque aunque siempre recib¨ª peri¨®dicos, ahora los he de estudiar atentamente, porque hay muchos nombres que todav¨ªa se me escapan.
P. En general aqu¨ª se la ha acogido bien: Premio de Dones Progresistes, Premio Isabel Ferrer, participa en actos... Por cierto, est¨¢ muy bien que una republicana recibiera el Lazo de Dama de Isabel la Cat¨®lica, pero no se ha hecho usted mon¨¢rquica, ? verdad?
R. Los ideales que me llevaron al exilio los conservo en el coraz¨®n, pero ahora es absurdo pensar en la Rep¨²blica. Cierto que la Monarqu¨ªa nos sale m¨¢s cara, pero creo que la Reina es una persona sensata y que el Rey se ha ganado el respeto ya que sabe cu¨¢l es su posici¨®n. Estamos en democracia, y todo menos una guerra civil.
P. Con ella se perdieron muchas cosas, entre otras la gran pol¨ªtica que hubiera sido usted.
R. La verdad, me hubiera gustado ser diputada. Yo soy un ente pol¨ªtico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.