'Procuro dar sentido teatral a los discos para que est¨¦n vivos'
Josep Pons tiene casi tanto de m¨¦dico como de director de orquesta. El m¨²sico catal¨¢n, responsable de la Orquesta Sinf¨®nica de Granada, est¨¢ obsesionado por la longevidad de las formaciones: 'Se pueden hacer buenas orquestas, la clave es conseguir que tengan buena salud, que duren, que se identifiquen con un proyecto', cuenta Pons. Este hombre de pelo rizoso, conversador de lujo, tiene su receta y su jarabe para que a los grupos de m¨²sicos no les ataquen las enfermedades: responsabilidad, di¨¢logo, seriedad y la b¨²squeda de un sonido propio. Su tratamiento se puede comprobar en la grabaci¨®n de El p¨¢jaro de fuego, de Stravinski, que acaba de salir al mercado.
Le gusta el atuendo negro. Lleva el pelo largo, revuelto. Se adivina en ¨¦l un pasado de nervio, de lucha y trabajo por amor al arte, a la m¨²sica, comprometido. De eso hablan sus tiempos en la orquesta del Teatre Lliure. 'Toc¨¢bamos s¨®lo repertorio del siglo XX, lo especificamos en un ideario del que no cambiamos nada salvo ese punto. Porque ¨¦ramos muy chulos, ?eh! Cuando decidimos que har¨ªamos otro tipo de repertorio, ahora que estamos ya en el XXI, que quer¨ªamos demostrar que una obra de Ligeti es tan f¨¢cil como una de Bach, a nuestro p¨²blico no creas que le sent¨® muy bien', cuenta. Pero los tiempos cambian y hasta la m¨²sica m¨¢s ultramoderna se vuelve antigua. Y viceversa.
De aquellos tiempos, que no han terminado, porque Pons, peri¨®dicamente, sigue colaborando con el grupo del Lliure -'un lugar m¨¢gico en el que entramos y nos quitamos los galones, cogemos el tel¨¦fono y reparamos lo que haya que reparar', asegura-, el m¨²sico hered¨® el entusiasmo y el convencimiento de que el arte, dice ¨¦l, 'sirve para sacudir'. Y Pons se pregunta: '?A qu¨¦ podemos aspirar si no? A entretener a la gente s¨®lo no. Hay que mover esas piezas que hay en el interior de cada uno que inducen a pensar'.
Con El p¨¢jaro de fuego y El juego de cartas, las dos obras de ?gor Stravinski que Pons y la orquesta de Granada han grabado para el sello Harmonia Mundi, consigue no dejar indiferente. En las dos piezas de ballet compuestas por el m¨²sico nacido en San Petersburgo en 1882 y muerto en Nueva York en 1971, Pons ha intentado marcar un sonido propio. 'Al principio de El p¨¢jaro de fuego he intentado crear con la mezcla del pizzicato -el pellizco de las cuerdas- y el arco una sensaci¨®n nunca o¨ªda e instrumento nuevo que podr¨ªamos llamar pizziarco. Adem¨¢s, le doy un tempo muy suave, de tal manera que no se distinga bien cuando se tocan las cuerdas o el arco', cuenta Pons, emocionado por su haza?a. 'Es algo que debemos aprender de los franceses, de Pierre Boulez, por ejemplo, su gran refinamiento a la hora de ofrecernos nuevos sonidos'.
Tambi¨¦n Pons, a quien grabar discos le parece algo crucial en estos tiempos, huye de hacerlo de una forma vulgar: 'El problema de los discos es que se estandarizan, por eso hay que darle un aliciente especial a quien los compra'. Como los recursos le sobran, para eso, Pons saca del recetario las cosas que aprendi¨® como MIR en el Lliure, en los tiempos en los que a la Espa?a reci¨¦n salida del franquismo, pacata, ellos le met¨ªan suero a la cultura. 'Procuro dar un sentido teatral a los discos, un olor a madera vieja, el terciopelo del escenario, para que est¨¦n vivos'.
Pasi¨®n por lo ins¨®lito
El teatro, pues, permanece en la vida de Pons como algo consustancial. Su ¨²ltima contribuci¨®n sonada a la ¨®pera ha sido la direcci¨®n del D. Q., que Jos¨¦ Luis Turina compuso y La Fura dels Baus llev¨® a escena en El Liceo esta temporada. 'Fue una experiencia muy buena a pesar de que mucha gente se rasgara las vestiduras', comenta, 'una partitura el¨¦ctrica, sugerente, con much¨ªsimas posibilidades'. E insiste: 'Hay un p¨²blico que quiere que le sacudan con cosas nuevas y no ir a ver postales, lo de siempre, aunque tambi¨¦n los hay, y muchos, que son incapaces de comprar otra cosa'.
En su pasi¨®n por lo ins¨®lito, Pons reconoce como uno de sus maestros a Sergiu Celebidache, alguien para quien los momentos de cada concierto eran ¨²nicos e irrepetibles, algo que se negaba a registrar. 'De Celebidache saqu¨¦ una conclusi¨®n crucial en mi vida, dec¨ªa que la m¨²sica no est¨¢ en las notas, sino entre las notas, esa obsesi¨®n por la b¨²squeda entre las l¨ªneas'. Y es que un buen doctor no se conforma nunca con el primer diagn¨®stico.
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